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Boca - River avivan la llama del superclásico más caliente

Los rivales argentinos empatan a cero en el regreso a La Bombonera tras el incidente con gas pimienta de Copa Libertadores 2015

Asado y vino, así viven el superclsico los hinchas de Boca y RiverVídeo: Ricardo Ceppi

Sólo 10 minutos demoraron Boca y River para volver a mostrarle al público tumultos, insultos y empellones en otro superclásico en La Bombonera. Pasó casi un año del escándalo en el partido por Copa Libertadores en el que un simpatizante de Boca arrojó gas pimienta a los jugadores visitantes, hecho que derivó en la descalificación del local y la continuación de River, luego consagrado campeón. Al menos este domingo se jugó, aunque resultado fue un pálido empate sin goles que, una vez más, trasladó el espectáculo a las aficiones. EL PAIS compartió la previa del partido más importante de Argentina junto a hinchas de ambos equipos, que sólo coinciden en una cosa: comer asado.

Los de Marcelo Gallardo volvieron a La Bombonera tras el escándalo. El llamado ‘templo del fútbol argentino’ no lució igual que aquel 15 de mayo de 2015. Si bien el equipo visitante sigue utilizando la manga que sale desde las entrañas de la tribuna que habitualmente ocupan los ultras, el contacto entre el alambrado perimetral y el plástico que protege a los jugadores fue cubierto por un acrílico.

La Bombonera de un sólo color por la eterna suspensión del público visitante.
La Bombonera de un sólo color por la eterna suspensión del público visitante.AP

Esa fue una de las exigencias de seguridad necesarias para levantar la clausura del estadio Alberto J. Armando tras el incidente protagonizado por un simpatizante de Boca que rompió la malla que protege a los jugadores al ingresar y abandonar el campo para agredir con gas pimienta al plantel, en momentos en que iba a jugar el segundo tiempo. El hecho se produjo mientras se disputaban los octavos de final de la copa Libertadores.

Ninguno de los equipos se juega algo en la presente liga, sin embargo, ambas parcialidades vibran por el encuentro desde muchos días antes y arrancan la jornada del partido desde muy temprano. El mate y los bizcochos mutan por asado y vino de un momento a otro. Mucho se habló en la previa, sobre todo, por el estado del campo de juego de Boca, que se vio perjudicado por la repetición de partidos y las intensas lluvias que cayeron sobre Buenos Aires.

Es que “el clásico es una guerra”, definió Marisa, una hincha de River de 64 años que sigue al equipo desde 2001 en forma ininterrumpida y que junto a otros 19 simpatizantes se juntó a ver el clásico desde los quinchos del club de sus amores, por televisión. La parcialidad de Boca confirmó la afirmación sin saberlo. “Hay que gritar”, ordenó una tribuna a la otra en esta batalla donde las balas son cantitos y cada tiro de esquina, una pequeña conquista.

Cristian se divide los fines de semana del mes entre su novia y River.
Cristian se divide los fines de semana del mes entre su novia y River.Ricardo Ceppi

Pablo Mazzini, otro de esos hinchas de River, explicó: “es el partido más importante del futbol argentino y lamentablemente no nos dejan ir a la cancha que es lo que queremos”, en referencia a la prohibición que existe en Argentina para que el público visitante concurra a los estadios. “Para que esa pasión siga viva nos juntamos unas 7 horas antes en nuestro club para comer un asado y después, miramos el partido por televisión”. “Se pierde un poco la mística, lo lindo es estar en la bombonera a las 7 de la mañana, casi sin dormir, estar todos juntos, putearse y putear a la policía, pasar los molinetes como sea y estar ahí todos apretados”, recordó Marisa.

Desde muy temprano, los quinchos del Club Atlético River Plate ven llegar autos repletos de conservadoras, bolsas de carbón e infinitos cortes de carne vacuna. Luego rodará alguna pelota, se jugará a los naipes y se sufrirá a través de la televisión. La carne también se cocina en simultáneo a poco más de 16 kilómetros de distancia, en pleno barrio de La Boca.

Rosario Ponce es la presidenta de la Asociación Civil Unión de Madres, ubicada a pasos de La Bombonera. En su parrilla, llamada Los Talleres, recibe a cientos de personas que buscan comer un asado antes de ingresar al estadio, incluso los policías comen allí. Con lo recaudado, se pagan los impuestos para que coman en forma gratuita 65 niños y 76 personas adultas del barrio.

“Para nosotros es muy importante Boca porque la gente que viene al club siempre consume algo. Es muy emocionante volver a recibir a River; esta casa vibra, este partido es lo más, para nosotros es como una gran torta de chocolate”, afirmó Rosario.

Marcelo, Gonzalo, Emiliano y Martín hacen la previa en la parrilla de Rosario.
Marcelo, Gonzalo, Emiliano y Martín hacen la previa en la parrilla de Rosario.Ricardo Ceppi

Sin embargo, en el derruido campo de juego, la expectativa de buen juego no llegó a satisfacer ni siquiera un cuarto de hora. Un tumulto en el área chica, provocado cuando el defensa de River, Eder Alvarez Balanta, cargó contra el arquero de Boca, Sebastián Orión, terminó con la expulsión del medio xeneize, Pablo Pérez, quien reaccionó con una patada en el estómago del colombiano. A partir de ahí, el encuentro se convirtió en un concierto de especulaciones y pierna fuerte. El encuentro fue dirigido por el árbitro Darío Herrera, el mismo del incidente que provocó la descalificación de Boca, y finalizó con 3 amonestados por cada bando.

Las gradas ayudaron al desconcierto y no pararon de gritar e insultar ante cada fallo de Herrera que, obligado a vestirse de verdugo, supo cómo administrar las tensiones y completó un partido correcto. El adelantamiento de River en el campo, con la voracidad de quien se sabe superior, fue bien controlado por los defensas de Boca que aprovecharon la altura de sus zagueros, Fernando Tobio y Juan Manuel Insaurralde, quienes rechazaron de cabeza todas las pelotas enviadas por Andrés D’Allessandro y Camilo Mayada (las figuras del match).

Al final del primer tiempo, y en el mismo sitio del bochorno, unos 4 hinchas de Boca se treparon al alambrado para colgar una bandera que se mofaba de los jugadores rivales, algo que está prohibido. A los hinchas, sólo parece importarles una cosa: que la historia cuente que el que abandonó aquel 15 de mayo fue el rival y no la propia parcialidad.

Los propios dirigentes parecen comportarse como hinchas. A los 35 minutos del complemento, la delegación riverplatense, liderada por el presidente de la institución, Rodolfo D’Onofrio, que ocupó un palco cerca del sector de prensa, se retiró del estadio respondiendo los insultos de los plateístas de Boca con gestos que recordaron al gas pimienta, con el dedo anular como si pulsaran un botón imaginario.

Los accesos se tapan de gente desde muchas horas antes de comenzado el encuentro.
Los accesos se tapan de gente desde muchas horas antes de comenzado el encuentro.Ricardo Ceppi

Poco dejó el segundo tiempo: más patadas, más reclamos al juez, un gol anulado al uruguayo Iván Alonso, de River, por posición adelantada, y una nueva lesión del volante ex Real Madrid, Fernando Gago, quien se rompió otra vez el tendón de Aquiles de su pierna izquierda y tendrá que ausentarse de las canchas por 7 meses. El 13 de septiembre del año pasado sufrió la misma lesión, también ante River, en un partido jugado en el Estadio Monumental.

Sin decirlo, ambos planteles dejaron el estadio pensando en el próximo jueves, cuando los locales enfrenten a Cerro Porteño de Paraguay, y los visitantes hagan lo propio ante Independiente del Valle de Ecuador, por los octavos de final de la Copa Libertadores. Esa que a los argentinos les hace perder la cabeza.

Marcelo Orsi lleva a River en la piel.
Marcelo Orsi lleva a River en la piel.Ricardo Ceppi

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