Un Nadal de motor híbrido
El español se estrena en Buenos Aires con un triunfo trabajado frente a Mónaco (doble 6-4, después de una hora y 38 minutos), pero su juego desprende sombras. Ferrer (doble 6-2 a Olivo) se cruza con Cuevas
Tal vez, ni el contexto (tercer torneo del año, primer partido post-Australia) ni el adversario (Juan Mónaco, reinsertado en el circuito después de seis meses de baja, como consecuencia de una lesión en la muñeca derecha) permitan extraer demasiadas conclusiones, pero a falta de certezas, bien vale quedarse con el plano numérico de Rafael Nadal en su estreno en Buenos Aires: doble 6-4 (en una hora y 38 minutos) ante su amigo Pico, el último superviviente argentino en el torneo. Venció el de Manacor y en los cuartos de final (hoy, no antes de las 20.30, Eurosport) se medirá al veterano Paolo Lorenzi: 34 años, 52º del mundo y 6-4, 3-6 y 6-1 a Diego Schwartzman.
A simple vista, la radiografía dice que todavía no ha encontrado su látigo y que su derecha sigue dormitando
Cuando la noche caía ya en el barrio de Palermo, con una temperatura veraniega (27 grados) y una humedad elevada (cercana al 80%), Nadal volvió a pisar la arena bonaerense, donde elevó el curso pasado uno de sus tres títulos. Lo hizo ante una afición canchera (unos 5.000 espectadores) y un palco de lujo, desde el que analizaban Guillermo Vilas, Gastón Gaudio y Gabriela Sabatini, tres instituciones del tenis argentino. Enfrente, su amigo Mónaco, que pese a su larga ausencia ofreció una resistencia mayor de la prevista y se marchó acompañado de los aplausos del número cinco, más exigido de lo que probablemente hubiera pensado en un principio.
Nadal, 29 años, resolvió bien un partido en el que sufrió problemas estomacales, pero ofreció una doble vertiente: por momentos brillos y por instantes sombras; claroscuros e indefinición, otra vez. Por un lado, consiguió que no se enmarañase una noche en la que Mónaco no se lo puso fácil, sobre todo cuando este dispuso de un 3-1 a su favor en el segundo parcial; pero, por otro, como ya sucedió en su caída en el Abierto de Australia, contra Fernando Verdasco, en su triunfo se advirtió indecisión. Nadal aún carbura con un motor híbrido, en el que ni gobierna los peloteos ni tampoco va a por el punto de frente.
A simple vista, la radiografía dice que todavía no ha encontrado su látigo y que su derecha sigue dormitando, lo más inquietante; también, que le falta ejercer su autoridad delante y atrás, sobre la línea de fondo y en la red, a la que apenas visitó en el duelo con Mónaco. Si cerró el año pasado en línea claramente ascendente, con un salto cualitativo respecto a la primera mitad de 2015, en este último mes y medio desprende la sensación de que a la cilindrada le falta aún aceite y de que su cuerpo ejecuta el automatismo un segundo más tarde de lo que lo hace su mente. Lógico, por otra parte; es febrero y hay tiempo.
Había muchísima humedad y me sentí mal de la barriga durante el partido
"Era importante ganar y lo hice. En los momentos en los que tuve que apretar, en la definición de los dos sets, conseguí dar lo mejor. Había muchísima humedad y me sentí mal de la barriga durante el partido, pero mañana [por hoy] tengo otra oportunidad de seguir creciendo", indicó Nadal, en unas declaraciones recogidas por la agencia EFE. "Nadie gana eternamente. Para ganar mucho o diferenciarse de los demás hay que trabajar mucho, pero hay que nacer con algo especial. Llegar a ser Messi o Maradona no se consigue solo trabajando. A ganar se aprende ganando", agregó en términos futboleros, siempre bienvenidos en Argentina.
Ante adversarios como Mónaco le bastó, pero pensando en desafíos superiores surgen muchas más incógnitas. Camino de la corrección y mejorar la puesta a punto, solucionó en todo caso el primer partido en Buenos Aires, donde se estrenó con otra victoria David Ferrer. El alicantino, que actúa en este mes de febrero como número seis del ranking, batió por un doble 6-2 al joven Renzo Olivo y luchará por una plaza en las semifinales (1.00, Eurosport) con el uruguayo Pablo Cuevas (6-4 y 6-2 a Santiago Giraldo).
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