Alarma olímpica por el zika
EE UU y Kenia ponen en cuestión los Juegos de Río, preocupados por el virus, que podría encontrar en la aglomeración olímpica un gigantesco caldo de cultivo
Zika es una región boscosa de Uganda en la que hace muchos años un mosquito picó a un mono febril y después transmitió a un humano el virus que infectaba al primate. Décadas después, Zika ha saltado desde el corazón de África, para ocupar, como palabra temida, un hueco destacado en el vocabulario olímpico y, como apellido de un virus epidémico en Brasil, en las preocupaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las autoridades sanitarias temen que la gran concentración de turistas, más de dos millones, que se esperan en Río en agosto, pueda contribuir, cuando regresen a sus países de origen, a la mundialización de una epidemia concentrada hasta el momento en América del Sur. Recuerdan, además, que el virus, que se creía concentrado en Micronesia, donde se dio el primer caso en 2007, llegó a Latinoamérica portado por aficionados de las islas que acudieron al Mundial de fútbol de Brasil 2014.
Aunque los organizadores de los Juegos de Río en agosto, que instalarán finalmente aire acondicionado en la Villa Olímpica para que los atletas puedan dormir con las ventanas cerradas, el Comité Olímpico Internacional (COI) y el Comité Olímpico Español (COE) intentan que no cunda el pánico y reclaman prudencia, algunos importantes comités olímpicos nacionales, como el de Estados Unidos o el de Kenia han apretado el botón de alarma, tan contagiosa al menos como el virus transmitido por las hembras, las que muerden a varias personas, del mosquito Aedes aegypti, el mismo que transmite en países tropicales y subtropicales la fiebre amarilla, el dengue y el chikungunya.
Estados Unidos, la gran potencia olímpica, ha concedido a sus deportistas, explícitamente por primera vez, libertad de decisión. “El que tema, que no vaya”, les han dicho los responsables olímpicos del país que boicoteó los Juegos de Moscú 80 por la invasión soviética de Afganistán. Kenia, vecino de Uganda y del bosque Zika y gran potencia atlética, ha anunciado, por boca de su legendario campeón de México 68 Kip Keino, que está pensando en no acudir a Brasil. “La salud de nuestra juventud es más importante que los Juegos”, dijo Keino, que también es presidente del Comité Olímpico Keniano, temeroso también de devolver a África el virus.
Ni en las autoridades olímpicas y deportivas de España, ni en sus deportistas olímpicos, ni en los de otros países occidentales ha prendido el contagio por el miedo al zika. “Las federaciones, más que los deportistas, me han hecho llegar su preocupación por lo que están leyendo”, dice Alejandro Blanco, presidente del COE. “Nuestra comisión médica está haciendo un seguimiento riguroso y diario de la situación y de la evolución del virus”.
“La enfermedad se desarrolla en un 80% sin síntomas, y estos no son graves: fiebre moderada, picor, conjuntivitis..., pero nos lo tomamos muy en serio”, dice Helena Herrero, jefa de los servicios médicos de la federación española de fútbol y coordinadora de la comisión médica del COE. “La OMS ha decretado una alerta global y estamos pendientes de todo antes de tomar decisiones, porque existen posibilidades de complicaciones. Un aumento de casos de microcefalia en Brasil se ha asociado al virus en mujeres embarazadas, pero no hay prueba científica”.
Repelentes de insectos
Herrero señala que están siguiendo puntualmente todos los informes de Sanidad, de la OMS y de las autoridades y que cree que la epidemia, que afecta actualmente a un millón y medio de brasileños, perderá fuerza. “En agosto será invierno en Brasil y con el frío descenderá la población de mosquitos”, dice. “A los deportistas les recomendaremos medidas preventivas para evitar la picadura del mosquito, pues no hay vacunas: que usen un repelente de mosquitos con más de un 50% de DEET, que lleven mangas largas y pantalones largos, que no usen ni cremas ni perfumes, que eviten zonas con charcos y aguas encharcadas, que usen preservativos en sus relaciones sexuales, que duerman con mosquiteras impregnadas de insecticida...”
Explica Herrero que para que se propague el virus deben coincidir en tiempo y lugar los mosquitos y personas infectadas a las que un picotazo del mismo artrópodo ponga en comunicación. Y eso es lo que más teme, contagiarse y contribuir a llevar el zika a España, la atleta Ruth Beitia. “Espero que todo esté estabilizado para los Juegos y sé que el COI no los permitiría si supusieran una amenaza para la salud mundial”, dice la saltadora. “O si no, que no se hagan. Yo no temo por mi salud, pero no quiero yo volver infectada y transmitírselo aquí en España a una amiga embarazada”.
Entre El Niño y la escasez de repelentes de insectos en Brasil
Solo se han suspendido Juegos Olímpicos por las dos guerras mundiales, recuerdan los historiadores deportivos, que no temen que un mosquito y un virus puedan igualarse a las contiendas bélicas. Los expertos han lanzado la alerta no por el miedo a que se infecten unos cuantos atletas sino a que desde Río los millones de turistas que regresen a sus países ricos lleven consigo un virus al que no están habituados y que los mosquitos de los países fríos transmitirían también.
Aunque en agosto haga frío en Brasil y los mosquitos desciendan, no hay que olvidar el calentamiento provocado por El Niño, que hace que los inviernos sean menos fríos.
En la revista científica The Lancet dicen que lo ideal sería que a cada persona que aterrice en Brasil le dieran un kit en el aeropuerto con un repelente de insectos, lo que, dada la escasez del producto químico en el país, obligará a un gran esfuerzo y solidaridad de la comunidad internacional.
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