Muguruza se inclina ante Serena
La estadounidense logra su sexto título en Londres, su 21º título del Grand Slam, al vencer en la final a la hispano-venezolana, de 21 años, por un doble 6-4 en una hora y 24 minutos
Existen formas muy diversas de caer. Y ella, como es valiente, muy valiente, escogió hacerlo con honores. Cayó Garbiñe Muguruza en la final de Wimbledon (doble 6-4 en una hora y 24 minutos) frente a Serena Williams, la reina del circuito. Pero lo hizo a lo grande, con La Catedral del tenis rendida a sus pies, con el reconocimiento de la propia campeona, la leyenda, y de una multitud que le arropó desde el inicio hasta el final. Se esfumó el sueño, pero se abre una puerta que da acceso al presente y al futuro, porque lo vale y porque se lo ha ganado. “Hoy me he sentido libre”, reconocía al final.
En su primera final del Grand Slam, con solo 21 años, la hispano-venezolana fue capaz de plantarle cara a una jugadora que sostiene un imperio, resumido en los 21 majors que luce ya en su historial. Cayó Garbiñe, pero lo hizo con todo. Se marchó del All England Tennis Club, dijo, sin absolutamente nada que reprocharse. Y es que en la cita decisiva no escatimó un ápice de juego ni de intensidad. Sabía que la única vía para batir a la reina del circuito solo pasaba por rozar la perfección y que Serena no estuviera fina.
Hubo momentos para soñar. La estadounidense, que a lo largo del torneo ya había sufrido frente a Heather Watson y Victoria Azarenka, lo pasó mal en la mayor parte del primer set. Fue a remolque de una rival que fue a por ella sin miramientos, pegándole duro a la bola, buscando las líneas y ganándole progresivamente terreno. Para comenzar, Muguruza firmó un break y después sostuvo su servicio; así hasta que Serena dio un golpe sobre la mesa. Entonces, una ruptura de la número uno para equilibrar el parcial.
A partir de ahí, un cañón. Tomó las riendas por primera vez (5-4) y ejecutó una derecha cruzada poderosísima para sellar el set. En ese instante, después de sufrir y padecer, se giró como un resorte y cerró el puño, en dirección a su palco; allí estaba su técnico y pareja, el francés Patrick Mouratoglou. Él es quien le ha inculcado la importancia de saber defender para huir de los momentos difíciles, el que ha perfeccionado a una deportista de otra dimensión.
Con la corriente a su favor, ya, poco que hacer para Garbiñe. Su mérito estuvo en no descomponerse ante la furibunda ofensiva de su rival. Pese a que comenzó destemplada al saque (solo introdujo un 54% de primeros, por el 70% de Muguruza), la norteamericana empuñó la recortada y comenzó a disparar: 12 aces (frente a tres), un 78% de puntos retenidos con primeros servicios y 29 winners (10 del otro lado). Su potencial se tradujo en el segundo set. Llegó a mandar por 5-1, aunque Garbiñe se revolvió y regaló una porción más de emoción a la grada.
Williams firmó 12 'aces' (frente a tres), un 78% de puntos retenidos con primeros saques y 29 'winners'
“Tienes muy pocas oportunidades con Serena. Tiene que ir todo muy rodado porque si no, en esa milésima de tiempo que puedas dudar ella te fulmina. He estado muy cerca, pero hay que estar muy fina”, declaró tras pasar por el vestuario Muguruza. “Han sido dos semanas de muchas emociones, pero me voy feliz de aquí”, decía la nueva referencia del tenis femenino español. “En un sitio así, en una situación como esta, ganes o pierdas disfrutas. La gente ha sufrido, me ha apoyado y yo lo he sentido”, relataba Garbiñe, que a partir de ahora ocupará el noveno peldaño de la lista mundial. “Esto es un sueño”, remataba. Así es, y acaba solo de comenzar.
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