Cuatro años para dar la vuelta en kayak a Sudamérica
Una alemana de 51 años recorre 27.000 kilómetros en soledad absoluta alrededor del continente
¿Qué mueve a alguien a recorrer 27.000 kilómetros en absoluta soledad, sin ningún tipo de ayuda, en un pequeño kayak para rodear Suramérica? "El espíritu aventurero. Nadie lo había hecho, yo quería hacerlo y lo he conseguido", explica orgullosa y vestida de gala en la embajada alemana de Buenos Aires Freya Hoffmeister, una deportista extrema, que a sus 51 años acaba de cumplir una proeza que cuesta imaginar. Hoffmeister ya había dado la vuelta a Australia en 2009, pero la de Sudámérica ha sido su gran aventura. Le ha costado casi cuatro años, con algunas interrupciones en los veranos para volver a ver a su pareja y a su hijo, de casi 20 años en Alemania. Después retomaba donde lo dejó. La kayakista es además una empresaria de éxito que tiene siete cafés, un restaurante y una tienda. Cuando era más joven fue culturista y quedó sexta en el concurso de miss Alemania. Pero ahora su obsesión es el kayak. Y el reto.
Hoffmeister podía habérselo puesto un poco más fácil a sí misma. Salió de Buenos Aires en agosto de 2011. Al llegar a la Patagonia, podía haber hecho como la mayoría de los barcos: atajar por el canal del Beagle, por Usuahia, más protegido. "¿Qué sentido tiene hacer la vía más fácil? Yo quería atravesar de verdad Sudamérica, y eso implica doblar el mítico Cabo de Hornos" dice sin ironía alguna. En ese lugar de vientos terribles donde se juntan los dos océanos han naufragado barcos enormes. Pero ella, con su pequeño K-1, siguió adelante. Y a punto estuvo de morir. "Había un tiempo horrible, vientos de 60 nudos, y las olas me empujaron contra un islote. Allí me quedé cinco días con el kayak roto, hasta que pude recuperarme y arreglarlo. Era un lugar muy difícil para un rescate, pero logré salir sola, sin ayuda", explica.
Fue el peor momento del viaje, y aún le quedaba mucho más de la mitad. Pero siguió adelante. Hoffmeister pasaba cada día durante 30 meses nueve horas en el agua, dormía donde podía con su tienda y no tenía ayuda de ningún tipo, ni barcos ni coches de apoyo. Cruzó toda la Patagonia, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, pasó el estrecho de Panamá y siguió rodeando el continente por Venezuela hasta llega a la Guayana francesa, donde los ataques de mosquitos pusieron a prueba de nuevo su resistencia. "Aún así lo peor no es el peligro, es el aburrimiento", bromea. Aún le quedaban momentos duros. En Brasil, la mítica ola Pororoca, que remonta el Amazonas y vuelve locos a los surfistas, la sorprendió por la noche. Ella estaba atada al kayak y la ola les arrastró durante 15 eternos minutos, como un tsunami. Creyó que no saldría. "Tenía arena por todas partes, la que quedó en el kayak parecía cemento, no podía sacarla", recuerda.
A las dificultades de la ruta y de la absoluta soledad se añadía otra: Hoffmeister apenas habla español. Nadie le daba información sobre este tipo de cuestiones, por ejemplo a qué hora va a pasar la Pororoca, algo que en la zona es bastante conocido. Los pescadores, mercantes y guardacostas que se encontraba se quedaban muy sorprendidos al verla. "Todos me preguntaban qué hacía ahí sola y dónde estaba mi marido", recuerda. Pero nunca tuvo problemas. "Se está más seguro en el mar que en la tierra", se ríe. Aunque la curiosidad de ver a una mujer en una tienda en medio de la nada le causó incomodidades. "Me molestaba mucho que vinieran por la noche los policías a iluminarme con una linterna y a preguntarme si estaba bien. ¡Yo solo quería dormir, el kayak es agotador!".
Finalmente, el 1 de mayo, la kayakista volvió triunfante a Buenos Aires, donde le esperaban otros aficionados para entrar con ella en el puerto. Allí estaba el embajador alemán, Bernhard Graf von Waldersee, y el jefe de delegación de la Unión Europea en Buenos Aires, el español Alfonso Díez Torres, gran apasionado del kayak, que había seguido desde el principio esta aventura única. Hoffmeister cambió la soledad por los homenajes. Ahora acaba de volver a Alemania, donde pretende descansar. ¿Y ahora qué, cuál es la próxima?, le preguntan. "Ahora me voy a dedicar una temporada a contar esta aventura, a estar tranquila en Alemania con mi pareja y mi hijo. Y luego, ya veremos".
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