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El colombiano Nairo Quintana gana la Tirreno-Adriático

El también colombiano Rigoberto Urán consigue el tercer puesto en una carrera histórica para el país sudamericano

Carlos Arribas
Nairo Quintana, del equipo Movistar, posa en el podio.
Nairo Quintana, del equipo Movistar, posa en el podio.DANIEL DAL ZENNARO (EFE)

Antes de 2014, antes de que llegara a Trieste Nairo Quintana para remediar la anomalía histórica, ningún ciclista colombiano, la tierra de Cochise Rodríguez y Lucho Herrera, había ganado el Giro de Italia; ningún colombiano tampoco había ganado la Tirreno-Adriático antes de estos últimos días de invierno de 2015, los que vieron aparecer, borroso y firme en la nieve del Terminillo, al mismo corredor andino pedaleando, cuentan algunos, en su territorio propio y privado, en el territorio de la leyenda que antes de él, siguen contando algunos que se enamoraron aquel día, recorrieron gente como Charly Gaul, Bernard Hinault o Eddy Merckx.

“Aquella fue una victoria espectacular, de las que más me han encantado de todas las que he conseguido. No sé cómo determinarla con las demás, pero fue fabulosa”, dijo Nairo de su triunfo en el terminillo en el que acabó de tal forma con la resistencia de sus rivales (Mollema, Contador, Urán, Nibali...), que convirtió en trámite la contrarreloj con que terminó la carrera, y en la que se impuso Fabian Cancellara. “El Terminillo fue todo: ganarle a los rivales, el día frío, la nieve, todos nerviosos, todo espectacular, y también sufrí mucho”.

La importancia de la Tirreno, que es una carrera de buen nivel, con grandes corredores deseando ganarla, no se mide tanto en términos absolutos sino relativos, siempre con el Tour de Francia, allá en julio, dominando los pensamientos. “Ha sido una victoria emocionante y tranquilizadora para la cabeza y la temporada”, dijo Quintana. “Pero no he pensado en el valor psicológico que tendrá para rivales derrotados, como Contador. Ni sé lo que él pensará sobre mí. Los rivales de la montaña estamos cada vez más parejos. Aquí solo faltaba ver la condición de Froome, aunque ya demostraron, él y Contador, que estaban bien con el espectáculo que dieron en la Vuelta a Andalucía. Ahora he vencido yo, y esto me da a entender que estamos parejos. Cuando no es uno es el otro. Y Alberto, Froome y Nibali estarán fuertes en el Tour, el objetivo principal”.

Aquella fue una victoria espectacular, de las que más me han encantado de todas las que he conseguido

La permanente presencia de Quintana en los primeros puestos de cuantas carreras disputa (después de ganar el Giro se impuso en la Vuelta a Burgos y se cayó en la Vuelta cuando iba líder; y este año lo comenzó siendo segundo en el Tour de San Luis, en Argentina), sean de una o de tres semanas, muy similar a la de Contador, y lo costoso que para algunos corredores, como Nibali o Froome, resulta recuperar la forma y el ánimo después de haber ganado el Tour, permite hacer una distinción entre corredores que podrían ser llamados naturales y ciclistas más trabajados, construidos. “Siempre estoy presente, desde la Vuelta que me caí siendo líder, una desastrosa caída. Logré un podio tranquilizador en Argentina, pero no me decía nada porque no había rivales fuertes. Esto es otra cosa”, dijo Quintana, a quien recordaron que su victoria en el Giro pasado sigue en duda por la polémica del descenso del Stelvio helado. “Pero sigo demostrando, no con palabras, que sobran, que aquel día les he ganado con las piernas y con la cabeza. No fue una casualidad ni me aproveché de un descuido de ellos. Los organizadores y jueces pueden decir si hice trampa, y no la hice. Hice el mismo recorrido que ellos, solamente un poco más rápido. Y no es ni la primera ni la segunda vez que puedo ganar en estas condiciones de frío, lluvia y nieve: en el País Vasco hace dos años y en Vallter, en aquella Volta. No fue una casualidad, son victorias que se seguirán repitiendo”.

Antes del Tour, Contador deberá afrontar su primer desafío de la temporada, el Giro, y visto lo ocurrido en la Tirreno, donde no pudo repetir victoria, pasó frío, sufrió una caída, se encontró con bastantes complicaciones en un recorrido que no le gustó tanto como otros años, quizás habría preferido haber corrido la París-Niza, en la que dominó abrumadoramente el que quizás sea su gran rival en el Giro, el australiano Richie Porte. Del Giro teme Contador la enorme contrarreloj del Véneto, los 60 kilómetros interminables entre Treviso y Valdobbiadene. Y Porte es un gran contrarrelojista. “Pero no debería preocuparse Alberto”, dice Eusebio Unzue, director del Movistar de Quintana. “Cada vez hay más igualdad en las contrarreloj entre los corredores de ahora, y en carreras de tres semanas Porte no tiene nada que hacer con él, que es uno de los mejores”. Y según sus próximos, Contador no está preocupado, pues todo marcha como estaba planeado, sus vatios, su rendimiento: solo pide continuidad y suerte.

Pensando en el Tour, en su etapa de pavés, mientras Contador y Froome volverán a verse en la Volta a Catalunya, Quintana participará la próxima semana, el jueves y el sábado, en dos clásicas belgas. “Necesito ver el pavés, no basta con que me lo cuenten, tengo que sentirlo yo”, dijo. Después, en abril, correrá la Vuelta al País Vasco, el GP de Estella y la Vuelta a Romandía. Dos meses en los Andes, y el Tour.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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