Un Maradona muy irresponsable
"Cambiar de cara, la que te dio la genética y el amor de tus padres, es un asunto muy serio"
Veo la nueva cara de Maradona y lo primero que se me pasa por la cabeza es que el Maradona que conocí ya dejó de existir. Algo parecido a lo que me pasó con la nueva cara de la actriz norteamericana Renée Zelleweger. He visto películas de la actriz en las que trabajó con tanta veracidad artística, que no creo que pueda acudir a sus nuevas cintas con esa caricatura que se infringió a sí misma. Incluso hasta me parece que se me borraron todas sus películas anteriores al desastre facial. Su cara ahora es la que ella decidió que será hasta su muerte. Y la miro tratando de que esta cara renovada no desaloje para siempre a la hermosa que conocí en el celuloide.
Si hubiera leído a Camus no hubiera permitido lo que le hicieron: “Los hombres a una determinada edad son los únicos responsables de sus rostros”
Con Maradona me ocurre lo mismo. Recuerdo algunos de sus antológicos goles y me sale su nueva faz. E insiste esta nueva faz en instalarse en mi imaginario para desalojar a la que tenía antes del desastre voluntario. Si Maradona (y todos y todas las que se someten a cirugías faciales) hubiera leído a Albert Camus (que jugó de portero en sus años mozos), no hubiera permitido lo que le hicieron. “Los hombres a una determinada edad son los únicos responsables de sus rostros”.
Ahora que Maradona ya no tiene cara, porque la suya ya no existe y yo soy dueño de decidir con cuál quedarme para el recuerdo, tendrá que ponerse a pensar de cuál de todas ellas (porque puede haber nuevas operaciones, suele pasar) es responsable. ¿De la que fue? ¿De la que es? ¿O de las que serán?
Ahora solo falta rezar para que un día, en sus años de alta madurez biológica, a Messi no se le ocurra dejar de responsabilizarse de su cara. Yo a Messi lo veo un tipo muy sensato. Cambiar de cara, la que te dio la genética y el amor de tus padres, es un asunto muy serio. Debe ser muy duro levantarte un día y ante el espejo descubrir que tienes una cara que ya no te gusta o no te dice nada. Un asunto verdaderamente terrorífico. Y que tengas tanto dinero para cambiarla.
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