Hasta que el pulmón dijo basta
Miguel Lozano retrasa unos meses su intento de récord mundial de descenso libre en apnea por una lesión en los bronquios
Aunque hacía poco más de un mes había sufrido un problema pulmonar en Egipto, cuando se lanzó el miércoles al agua en Bahamas, Miguel Lozano creía estar perfectamente preparado para seguir adelante con sus planes de batir dentro de 10 días el récord mundial de descenso libre en apnea (sin respirar), descendiendo no solo hasta los 122 metros de profundidad que le darían la plusmarca, sino incluso hasta los 124. Sin embargo, cuando tras descender hasta 90 metros en el Dean's Blue, el hermoso pozo azul del Atlántico, emergió lo primero que hizo Lozano fue escupir sangre, un signo inequívoco de que el edema pulmonar, que le provocó el squeeze (compresión tremenda de los pulmones por la presión del agua a más de 100 metros de profundidad), no había remitido, sino que los bronquios seguían encharcados de sangre. Inevitablemente, el comité médico que supervisa las competiciones de Bahamas en las que pensaba batir el récord, le negaron a Lozano el permiso para participar.
Pero a Lozano, de 35 años, costó convencerle de que renunciara a un intento que ha despertado gran expectación y que lleva preparando un año. El mejor apneísta español, barcelonés de Montgat, estaba hasta dispuesto a lanzarse fuera de competición, por su cuenta. Para ello, consultó rápidamente con su fisiólogo en España, el sevillano Alfredo Santalla, y la respuesta de este fue categórica. "Ni se te ocurra", le dijo. "Descender en tus condiciones, con el pulmón lesionado, sería un suicidio". El mismo consejo le dio Marcos Galera, su agente de comunicación, quien le recordó que un grave accidente en el intento de récord no solo sería mortal para el deportista, sino también para la especialidad de la apnea, que intenta ganar adeptos transmitiendo no una imagen de riesgo y morbo, sino de paz y serenidad. "Organizaremos el récord dentro de dos o tres meses, fuera de competición, cuando Miguel se recupere", dijo Galera. "Pero es una pena que todo un año de trabajo y preparación se haya perdido así".
"El mayor problema que podría sufrir Miguel", dice Santalla, "es que la presión en la profundidad le podría dañar un pulmón. Y a 100 metros no hay ayuda posible. Se quedaría allí".
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