La rutina de la hora
El austriaco Matthias Brändle bate por 700m la marca fijada por Voigt hace mes y medio
Cual un preámbulo de lo que está por llegar, una serie de teloneros está aprovechando la apertura reglamentaria de la Unión Ciclista Internacional (UCI) para acercar el récord de la hora en bicicleta a los valores que exige el siglo XXI. Este jueves, mes y medio después de que el viejo (43 años) gigante alemán Jens Voigt (1,90 metros) lo fijara en 51,150 kilómetros, el joven (24 años) y también gigante (1,90 metros) austriaco Matthias Brändle lo dejó en 51,850 kilómetros, justo 700 metros más allá.
Cronología del récord
35,325 km: Henri Desgrange, fundador del Tour de Francia, estableció la primera marca en 1893.
45,848 km: Fausto Coppi la superó en 1942 en Milán
49,431 km: Eddy Merckx la mejoró en 1972 en la altura de México
49,441 km: El británico Chris Boardman se la adueñó en 2000 en Manchester
49,700 km: El checo Ondrej Sosenka dominó el reloj en 2005 en Moscú
51,115 km: Jens Voigt estableció una nueva plusmarca en septiembre de 2014, Granges (Suiza)
51,850 km: Matthias Brändle superá a Voigt en 700m, un mes y medio después del récord del alemán
Además de hablar alemán, de haber establecido el récord en Suiza (en Granges, en un velódromo de 250 metros, Voigt; en Aigle, en la pista de 200 metros construida por la UCI en pino siberiano para su Centro Mundial de Ciclismo, Brändle) y de mantener una relación de ídolo-fan (Brändle, que comenzó como profesional a los 20 años en el Footon Servetto de Mauro Gianetti y Joxean Matxin y corre ahora en el IAM suizo, declara con frecuencia que se hizo ciclista por pura admiración a Voigt), los dos últimos plusmarquistas de la hora tienen en común su carácter de actores secundarios en el ciclismo actual y su amor por las largas y suicidas fugas en las carreras. En el palmarés de Brändle, casi desprovisto de triunfos de relevancia, brillan tanto sus tres títulos de campeón austriaco de contrarreloj como sus puestos oscuros en los mundiales de la especialidad.
Estos hechos permiten prever que cuando los grandes contrarrelojistas del siglo –Fabian Cancellara, Bradley Wiggins o Tony Martin, o incluso Chris Froome—lo intenten, lograrán unas marcas parangonables a las conseguidas, con más ventajas reglamentarias, por Miguel Indurain, Chris Boardman o Tony Rominger en los años 90 y que fueron anuladas a posteriori para frenar el temor de que finalmente la máquina fuera más importante que el hombre. Por aquel entonces, después de que Francesco Moser aprovechara los avances en los conocimientos fisiológicos y aerodinámicos, la altura de México y la preparación de Francesco Conconi para pasar por primera vez de los 50 kilómetros (50,808 en 1984), cada intento de récord de la hora era una aventura compleja que llevó a Indurain a los 53,040 kilómetros, a Rominger a los 55,291 y a Boardman en 1996 a los 56,375 que dieron a los tecnófobos los argumentos suficientes para imponer entre 2000 y 2013 el ascetismo tecnológico: en esa época solo se homologaron los récords obtenidos con una bicicleta de carrera tradicional, como la usada en 1972 por Eddy Merckx para lograr 49,432 kilómetros. Y esa marca quedó como nuevo récord de nuevo.
Brändle, que rodó casi en la intimidad de un velódromo con escasas gradas, utilizó una bicicleta Scott con ambas ruedas lenticulares y un desarrollo de 55 x 13 que movió a una cadencia de entre 97 y 99 pedaladas por minuto. Tras un primer kilómetro más lento, sus tiempos de paso siempre fueron mejores que los de Voigt y aunque hacia el minuto 30, cuando su corazón se había estabilizado en 180 pulsaciones por minuto, logró superar los 52,200 kilómetros de media, a partir del minuto 35 su rendimiento disminuyó y acabó registrando una distancia oficial de 51,850 kilómetros en los 60 minutos, una marca que seguramente animará a otros ciclistas de su nivel a batir un récord que permanecerá accesible hasta que Wiggins y compañía decidan poner las cosas en su sitio.
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