La Roja hace agua en defensa
Arbeloa, cambiado en descanso por Azpilicueta, Ramos falla un penalti y Piqué ve la tarjeta roja por una falta a Neymar
Rugió Maracaná, mordió Brasil y claudicó España el día que Arbeloa pasó un calvario en 45 minutos. Felipao, perro viejo, lo tuvo muy claro: salió a hacer daño por el lateral derecho de la zaga española, sin sonrojo ni disimulo, y le encontró. Al primer arrebato de Brasil, llegaron los problemas con ese gol de Fred en el que entre Piqué, Arbeloa y Casillas se hicieron un lío y llegó la primera diana de la Canarinha nada más empezar el partido.
La pelota terminó en la red, porque la rebañó el delantero brasileño desde el suelo, puro instinto de nueve. España, que tenía Maracaná en contra, bajo un ambiente ensordecedor, empezó a tener también el marcador en contra y a decir adiós al título de la Copa Confederaciones, trofeo menor en comparación con un Mundial y una Eurocopa pero el único que le falta a La Roja, que se le escapó en un partido grande, en una noche nefasta en la que muchos jugadores estuvieron irreconocibles.
Del Bosque señaló en el descanso dónde estaban buena parte de los problemas de la selección, y en el segundo tiempo dejó en el banquillo a Arbeloa y entró en su lugar Azpilicueta. La selección había comenzado el encuentro con futbolistas procedentes de solo tres equipos, Barcelona, Real Madrid y Chelsea, y así siguió en el inicio del segundo periodo.
Fue sometido Arbeloa a grandes exigencias en la primera parte, e incluso pudo ser expulsado. En su primer acción participó en el error colectivo en el tanto de Fred; en la segunda se vio superado por Oscar; y en la tercera derribó a Neymar.
Felipao, perro viejo, lo tuvo muy claro: salió a hacer daño por el lado derecho de la zaga
Quien fue expulsado fue Piqué, en la segunda parte, también con Neymar de por medio. El nuevo delantero barcelonista se marchó por velocidad y Piqué le interceptó y vio el camino del vestuario, una decisión —como muchas otras durante el encuentro— protestada por el capitán Casillas y por el resto de futbolistas españoles, muy molestos con el arbitraje durante todo el encuentro.
Arbeloa se ha visto desde hace tiempo en el ojo del huracán en la selección, durante esta Copa Confederaciones por su mala relación personal con el capitán Casillas —Del Bosque no ha creído necesario intervenir en este aspecto—, y ayer por su rendimiento defensivo. A Arbeloa se le recuerdan buenos partidos siempre que tenga una referencia en la marca, por ejemplo contra Francia y frente a Ribéry estuvo especialmente acertado, pero en otras ocasiones ha sufrido demasiado.
Del Bosque siempre ha creído en él, pero es posible que se empiece a plantear un relevo, porque Azpilicueta pide paso futbolísticamente hablando. Y el jugador del Madrid, que se siente de alguna manera perseguido —“no soy el jugador más simpático para la prensa”, dijo en una entrevista reciente—, se aferra a su honradez y valentía —“soy un jugador que nunca ha tenido miedo a decir lo que piensa, que cuando la prensa ha dicho algo que no es cierto lo he respondido con respeto y eso me ha generado muchas enemistades”— y dice no esconderse.
Del Bosque siempre ha creído en el madridista, pero Azpilicueta pide paso
No lo hizo ayer, el día que en apenas 45 minutos, de una tacada, descubrió a Neymar —“me metía en Internet y veía las jugadas que hacía, sus goles. Eran tramos muy cortos. Y me ha gustado bastante más de lo que pensaba”, dijo en Fortaleza sobre su rival de anoche—.
Fue una noche para olvidar no solo del lateral, sino de toda la zaga española —Ramos falló un penalti, Alba estuvo desaparecido y Piqué fue expulsado—, hasta ahora una de las líneas que menos cambios ha sufrido la selección, y en general de todo el conjunto de Del Bosque. El triunfo en Maracaná tendrá que esperar para todos, desde defensas a delanteros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.