“Fui presa del pánico”
Pistorius insiste entre lágrimas en que mató a su novia porque la confundió con un intruso en su baño El juez pospone la decisión sobre su libertad bajo fianza
Un error. Oscar Pistorius rechazó ayer las tesis del fiscal de que había planeado el crimen de su novia, que apareció muerta a tiros en el baño de la casa del atleta en Pretoria la madrugada del 14 de febrero y aseguró que disparó contra Reeva Steekamp creyendo que se trataba de un ladrón. En la vista en la que se debía decidir sobre su libertad bajo fianza, el deportista sudafricano explicó qué pasó esa noche y aseguró que vive “completamente mortificado” por el dolor que ha causado. El juez pospuso por segunda vez su decisión por lo que el atleta comparecerá esta mañana otra vez ante el tribunal.
En una declaración jurada que su abogado leyó ante el juez, Pistorius relató que un ruido proviniente del cuarto de baño lo despertó esa noche. Completamente “asustado” pensó que era un ladrón. Tal era su miedo, relató, que no se atrevió ni a encender la luz y solo atinó a coger su pistola 9 milímetros parabellum, que guardaba debajo de la cama desde que fue víctima de la violencia de un ladrón y de “amenazas de muerte”. Ni si quiera se calzó sus piernas ortopédicas (el deportista sufrió la amputación de ambas extremidades antes de cumplir un año de edad). Se dirigió al lavabo profiriendo gritos para que el intruso saliera de la casa y para que su novia llamara a la policía.
En su versión, Pistorius afirmó que la puerta del baño estaba cerrada por dentro y al oír un movimiento en el interior fue presa del “horror y el pánico” al verse “extremadamente vulnerable” y en su afán de protegerse a sí mismo y a su novia volvió a la habitación para colocarse las prótesis, que le dan más estabilidad. Con más movilidad, disparó contra la puerta y volvió a conminar a su pareja a que alertara a la policía. Pero nadie le contestó. Pistorius sospechó que había disparado contra su novia cuando volvió por tercera vez a su habitación y Reeva “no estaba en la cama”. “Es cuando sospecho que Reeva es la que estaba en el lavabo”, afirmó.
En su declaración, el velocista afirmó que abrió la puerta del baño dando golpes con un palo de críquet, que informaciones periodísticas aseguran que la policía encontró con restos de sangre y con el que sospecha golpeó el cráneo de la chica. “Reeva estaba tendida pero viva”, leyó su abogado. “Murió en mis brazos”, concluyó el relato del atleta.
Durante más de cinco horas, Pistorius atendió las alegaciones de defensa y fiscalía sobre su libertad condicional. Como ya sucedió en su primera comparecencia del viernes, llegó a la sala vestido con un traje azul oscuro y rostro serio y tenso. El atleta rompió a llorar minutos después del inicio de la sesión. Fue el primero de numerosos llantos que obligaron al juez a interrumpir la vista para que el campeón se serenara y pudiera hablar con sus familiares. “Lo siento”, atinó a decir el deportista paralímpico más famoso del mundo, cuando el juez le preguntó si podía seguir en la sala.
El hermano de Pistorius, sentado en un banco posterior, se acercó hacia él en más de una ocasión para posar la mano en su hombro, mientras su hermana lloraba y cerraba los ojos, como su padre al final. En una de las pausas, la familia (estaban también primos y tíos) y amigos se abrazaron en círculo para rezar e incluso Pistorius musitó alguna palabra mientras su abogado rechazaba la acusación de asesinato premeditado.
Su hermano se acercó a él y su hermana cerró los ojos. El padre se mantenía sereno
Justo en el banco de al lado de los Pistorius, dos representantes de la Liga de Derechos Humanos vestidas de verde se miraban al acusado y, a la salida, comentaron a EL PAÍS que si Pistorius “no fuera famosos ni discapacitado” ya estaría en prisión. El atleta aguarda la decisión del juez en una comisaría. En el exterior de los juzgados, un grupo de apoyo a las mujeres pedían mano dura y recordaban a la víctima, que precisamente ayer fue incinerada en una ceremonia íntima.
La modelo estuvo muy presente en la sala. No solo como víctima de los cuatro disparos sino también como mujer “muy feliz” en su corta relación con Pistorius, según la versión de este. La defensa leyó tres testimonios jurados de amigos íntimos de la pareja. En esas cartas, se habló de una chica ilusionada con que el velocista le pidiera en matrimonio y de un Pistorius profundamente enamorado de una mujer “más madura” —él tiene 26, ella tenía 29— que él, a la que veía “como la que un día podría ser su esposa” y a la que había invitado a acompañarle a las competiciones internacionales.
En su alegación, la defensa afirmó que no hay ningún hecho objetivo que concluya que Pistorius planeó el crimen. “Puede haber intención de matar [al ladrón], pero no hubo ningún plan”. El fiscal cuestionó toda la versión del atleta y se preguntó por qué Pistorius “no se preocupó por saber dónde estaba su novia”.
Aunque hoy se decidirá si se concede la fianza, el juez insinuó ayer que no está por la labor al decir que no podía descartar “el asesinato premeditado”. De ser condenado por planear la muerte de su novia, Pistorius se enfrentará a cadena perpetua, mientras que si se acepta su versión de que fue un accidente, se reduciría a 15 años. Hoy se sabrá su suerte inmediata, pero el juicio no llegará hasta que termine la instrucción.
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