Tsonga derrumba al gigante Federer
El francés remonta dos sets al suizo (3-6, 6-7, 6-4, 6-4 y 6-4), que pierde por segundo año seguido en cuartos
A Jo Wilfried Tsonga le duele una muñeca. Juega en la central, donde besa la hierba en busca de voleas imposibles y Roger Federer, su contrario, camina con paso firme. Son dos sets de ventaja para el suizo. Es una mañana plácida para el número tres del mundo, hexacampeón en Wimbledon. Ni la presencia del fisioterapeuta, ni el carácter del francés ni el escenario hacen presagiar que Federer pueda sudar para estar en semifinales. Nunca, en 178 encuentros de torneos grandes, ha caído tras ponerse con dos sets de ventaja. Solo ha perdido una vez con el número 19 en cinco enfrentamientos. Él es quien tiene las llaves del jardín de Wimbledon. Y, sin embargo, lo imposible ocurre: Tsonga, Alí hecho tenista, remonta y vence por 3-6, 6-7, 6-4, 6-4 y 6-4.
A partir de la ventaja ganada en las dos primeras mangas, Federer empieza a competir mirándose en el espejo. La mañana invita a eso. El sol de primavera calienta la central y Tsonga propone un partido plástico y estético, lleno de subidas a la red y voleas para el delirio. Nada de eso ha asustado nunca al suizo, espoleado en el ánimo por ese pulso de técnica contra técnica, belleza contra belleza, artista contra artista. Tsonga, sin embargo, tiene más misterio. No es un tipo de toque simple. Pega cañonazos, golpea con hierro. Para cuando Federer quiere darse cuenta, dedicado como está a las fruslerías, el francés ya le echa el aliento en el cogote. Ya no abandona Tsonga. Ya nunca deja suelta la garrota. El número 19, el primer tenista en derrotar en el mismo curso y sobre hierba al suizo y a Rafael Nadal, con el que acabó en el Queen's, pega. Federer corre, pero no sufre. Por ahí se le marcha el partido. Es el momento de competir con furia, no de ser un esteta.
El número 19, con muchísimo tacto para la volea, jugará las semifinales contra el serbio Novak Djokovic, que será el número uno mundial si logra la victoria. Federer, mientras tanto, tiene materia para la reflexión. Tras un Roland Garros estupendo, en el que unió a sus señales de identidad de siempre el trabajo y el sufrimiento que no le venían acompañando últimamente, cae en cuartos de Wimbledon por segundo año consecutivo, y sin meterse en el fango y pelear a cara de perro. De él siempre se puede esperar todo, por mucho que su último grande ganado sea el Abierto de Australia de 2010. Una cosa es segura: el 'viejo' Federer, que en toda su carrera solo había cedido en dos encuentros tras asegurarse dos mangas de ventaja, nunca habría perdido este partido contra Tsonga.
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