Ballesteros se despide en la intimidad de Pedreña
Estrellas del golf y personalidades de la política acompañan a la familia, que deposita las cenizas del mito del deporte bajo un magnolio en su casa
Lo dijo y se cumplió. La intimidad fue el entorno del último adiós a Seve Ballesteros, en la parroquia de su pueblo, la de San José, moderna en aquel entorno campestre, y arropado por los más cercanos, su familia y sus vecinos. Antes de que sus hijos, que transportaron la urna con sus cenizas hasta la iglesia y luego la devolvieran a la mansión familiar, bajo el magnolio que tanto adoraba y donde pido reposar el golfista, Pedreña se paró con un recogimiento de Semana Santa castellana.
Pedreña, partida por la mitad por la carretera que lleva a Somo, no se colapsó, simplemente cerró muchas de sus puertas ("no se si compraré algo de carne, porque está todo cerrado", decía una joven en un bar aledaño a la iglesia; "aunque si no, tengo pescado en el coche". La presencia masiva de la Guardia Civil tenía más que ver con la organización que con la seguridad. Todo estaba en orden. Finalmente no acudieron miembros significativos de la Casa Real, y el Gobierno estuvo representado por el secretario de Estado para el Deporte, Albert Soler, mientras que por la comunidad de Cantabria acudió el presidente Miguel Ángel Revilla, que sobre todo destacó la capacidad de lucha de Ballesteros en su última batalla.
Todo era una reunión familiar acompañada mundialmente. Tanto que la comitiva que se desplazó desde su casa a la parroquia iba encabezada por un gaitero escocés, que servía de puente entre sus dos países golfísticos y anímicos, España y Reino Unido.
Miguel, Javier y Carmen, los hijos de Seve, encabezaban, tras el gaitero, el cortejo fúnebre hasta la iglesia con la urna de las cenizas del golfista español. Tras ellos, los hermanos y los cinco capitanes de la Ryder que asistieron al funeral: Nick Faldo, Bernard Gallacher, Sam Torrance, José María Olzabal, y un poco más atrás, a veces desapercibido, Colin Montgomerie.
Junto a ellos la exmujer de Ballesteros, Carmen Botín, acompañada por su madre Paloma O' Shea y sus hermanas Paloma y Ana Patricia. Torrance, afectado, aseguró que "Seve fue un auténtico héroe en el Reino Unido" mientras las muestras de cariño de sus compañeros se repartían por todo el mundo.
Indurain que compartió algún kilómetro de bici con Ballesteros, fue uno de los primeros en llegar reconociendo que Seve "coincidió con la década prodigiosa del deporte español". Allí estaban también Emilio Butragueño, el torero Enrique Ponce, el futbolista retirado Manolo Sarabia y muchos otros. 45 minutos de ceremonia religiosa precedieron el retorno al magnolio que acogió a Seve como ceniza de su futuro. Como él quería , en la intimidad, casi, casi en silencio.
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