El Arsenal, el ataque más rácano en años
El equipo inglés se convirtió en Barcelona en el único que no remata en un partido de 'Champions' desde 2003
El partido fue tremendo y resultó ejemplarizante la manera en la que lo resolvió el Barcelona. Pura reivindicación de un estilo espectacular, y siendo cierto que al Arsenal pudo condicionarle la expulsión de Van Persie -"entiendo las quejas de Wenger, seguramente yo pensaría lo mismo", reconoció Guardiola-, el Barça hizo demasiado como para racanearle los méritos en el triunfo ante los gunners. "Molesta que un equipo juegue bien. Intentarán cualquier cosa para hacernos caer", se lamentó Mascherano, que usó las estadísticas del partido para reivindicar el éxito de su equipo y desmontar la teoría de la ayuda arbitral. "No se puede ser tan ciego y tan hipócrita: no ganamos por los árbitros. Ganamos porque fuimos el Barça, porque tuvimos el 74% de posesión, rematamos 19 veces y dimos 800 toques de balón", dijo El Jefecito, que se quedó corto: fueron 886 pases en un partido en el que el argentino tuvo una determinante presencia.
"Pudimos ganar el partido", sorprendió en su discurso Wenger. Resulta difícil de creer vistas las ocasiones: 19 a 0. Por vez primera desde el año 2003 [desde que hay datos], un equipo terminó un partido de Champions sin rematar a puerta. Hubo tres precedentes con un solo remate y dos hablan del trabajo defensivo del Barça: ocurrió con el Atlético ante el Marsella, en 2008; con el Inter, en el Camp Nou, el curso pasado, y ante el Panathinaikos, en septiembre pasado, también en el estadio del Barça.
Fiel a su media, el Barça cerró el duelo celebrando tres goles. La amalgama de solidaridad colectiva, de esfuerzo y de genialidad, se resume en los tres tantos que le marcó al Arsenal, compendio perfecto de las virtudes del equipo. El primer gol llegó por el talento y también el sacrificio defensivo de Iniesta y la decisiva y genial aportación de Messi. En el origen de la jugada, Adriano atacó por la banda izquierda, de afuera adentro, y buscó a Villa. El Guaje fijó al central y habilitó la llegada de Xavi, que al pisar el área perdió la pelota, rechazada por Clichy. Djourou terminó de sacar la bola buscando a Cesc. En esas, Iniesta intuyó que el catalán se la pretendía dar a Wilshere de tacón y se la robó al tiempo que controló y regateó, todo en una. Un enorme pase habilitó a Messi, que se sacó de la manga un sombrero sutil ante Almunia. "No he visto ni cómo lo ha hecho", reconoció después del partido el meta navarro, rendido. "Almunia espera el chut, porque nadie en su sano juicio puede intuir que Messi haga otra cosa. Pero es Messi y hace otra cosa. Ante una genialidad como esa, no puedes reprocharle nada a un portero", convino Santi Cañizares. "Me gustaría hacer lo que él hace. Dios te toca con una varita y te dice: 'vos sos el elegido'. Eso no se aprende", dijo Mascherano.
El segundo gol fue un ejemplo de control de balón, toque y paciencia: del axioma que recuerda que en el área no se vive, se llega. 45 segundos de pases, en una jugada en la que intervinieron nueve futbolistas, todo el equipo menos Valdés y, sorprendentemente, Messi. Una jugada que Iniesta volvió a llenar con su talento: desbordó en carrera para darle un pase a Villa que, con la puntera, cedió a la llegada de Xavi, que no perdonó. Un trabajo que subrayó el talento para el toque, el pase y la verticalidad. Y el tercer tanto, el que terminó en un derribo a Pedro dentro del área, enfatizó algunas de las grandes virtudes del canario. Pedro se fue de la banda para dejar espacio a la llegada de Alves y una vez ahí tiró un desmarque en vertical para el pase de Xavi. Penalti de Wilshere. Tres goles que definen al Barcelona de Pep Guardiola. El mismo equipo que borró al Arsenal, seco de principio a fin.
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