Nadal también saca
El español vence a Istomin sirviendo a una media de 196 kilómetros por hora y llegando a los 215
Para cuando empieza a sonar Sweet Caroline, el prestigio, los títulos y las hazañas pasadas han comenzado a ganar el partido. Denis Istomin acaba de producir un puñado de puntos maravillosos. Sopla el viento en el Corona Park, la grada vibra con el encuentro, y el uzbeko domina a Rafael Nadal por 5-1 en el tie-break de la segunda manga. El número 38 tiene dos saques para finiquitar ese set e igualar a uno con el español. No volverá a ganar ni un solo punto en la muerte súbita. Al contrario, oirá cómo Toni Nadal, tío y entrenador del español, grita: "Con calma, tranquilo". Sufrirá un ataque de responsabilidad. Y verá cómo el número uno, tenista de una pieza, busca en la red lo que él mismo había perdido: Nadal gana seis puntos seguidos, rebelado contra el fallo en la red que provocó su primera desventaja (2-1). Suena Sweet Caroline cuando el número uno consuma la remontada. La melodía de Neil Diamond es coreada por el estadio, testigo de algo inusitado: Nadal, vencedor por 6-2, 7-6 y 7-5, llegó a sacar a 215 kilómetros por hora. Para él, de récord.
"He tenido suerte en el tie-break", admitió el mallorquín, que en tercera ronda se enfrentará al francés Gilles Simon. "Estar aquí jugando la sesión nocturna es increíble", continuó. "Hace unos días empecé a sentir muy bien la pelota con mi saque, todavía no he perdido un servicio, y eso es muy bueno para mi confianza", cerró.
El partido dejó varias conclusiones. Primera. El español está sirviendo en Nueva York a un nivel excepcional: sacó a una media de 196, con frecuencia rondó los 210 kilómetros por hora, llegó a los 215 y disparó ocho aces. Segunda. Según va empinándose la competición va aumentando el nivel del número uno, fresco de piernas, por más que sobre cemento sea más vulnerable contra gigantones como Istomin, que pegó con dureza y clase. Y tercera. Por segundo partido consecutivo, el mallorquín se cambió el vendaje que cubre su pie izquierdo, señal inequívoca de que algo le incomoda.
Nadal vio cómo Istomin lo pegaba todo. Nadal vio cómo una espectadora conseguía una pelota, cómo el uzbeko se la reclamaba y conseguía, y cómo al punto siguiente le prometía una para el final del partido. Nadal vio muchas cosas en su juego (la profundidad de la derecha, la contundencia del saque, su capacidad de asalto a la red) que debieron dejarle satisfecho. Y Nadal llegó a tercera ronda como un tiro: sacando así no hay nada imposible.
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