Graham Greene, Élmer Mendoza y Daniel Silva: tres clásicos de la ficción criminal muy en forma
Llegan hasta los lectores españoles novedades de estos tres autores que dan buena prueba de su valía. Un conjunto dispar unido por una única clave: merecen la pena
Hoy traemos una selección de lo más variopinta. El trío que forman Graham Greene, Élmer Mendoza y Daniel Silva solo tiene algo en común: los tres son muy buenos en lo que hacen. El primero murió en 1991, pero de todos han llegado en las últimas semanas buenas muestras de que su universo no se ha agotado y que, desde la ficción criminal más literaria (Greene), la novela negra narco (Élmer Mendoza) o las historias más espectaculares de espías (Daniel Silva) todos merecen ser devorados. Veremos por qué.
La violonchelista, Daniel Silva (Harper Collins, traducción de Victoria Horrillo). No vamos a presentar en este blog al autor estadounidense, uno de los mejores ejemplos de la novela de espías espectacular, llena de conspiraciones, personajes imposibles y escenarios internacionales. Silva le da un ingrediente extra a sus intrigas: es muy bueno reflejando el mundo en el que vivimos. Esta novela, publicada el año pasado en Estados Unidos, parte del envenenamiento de un multimillonario ruso en Londres en plena pandemia para devolver a su héroe Gabriel Allon a sus mejores momentos. Es muy complicado sostener todo el tinglado (Allon se rodea de otros grandes agentes, es israelí, gran restaurador de arte, jefe del servicio de inteligencia, parece inmortal) pero Silva siempre lo consigue. Un pequeño escalofrío me recorre al pensar qué estará haciendo ahora con la realidad que nos aplasta.
Ella entró por la ventana del baño, Élmer Mendoza (Alfaguara). Vuelve Edgar, el Zurdo, Mendieta y su legión de fans somos felices. Ahí está con su escaso apetito, su café soluble, su compañera Gris Toledo y el horror del narco con el que convive. Es un policía complejo, que sobrevive con las alianzas más complicadas de justificar, pero con un código. En esta ocasión se enfrenta a un antiguo militar metido a narco que acaba de salir de la cárcel y clama venganza. En paralelo, se compromete con un venerable moribundo para encontrar a la mujer que lo fascinó décadas atrás, una pelirroja que entró un buen día, precisamente, por la ventana del baño. Una manera de Mendoza de encontrar algo de belleza y música entre tanto horror. Si lo leen por primera vez, no se asusten por el lenguaje, con giros callejeros, regionalismos de Sinaloa y expresiones desconocidas para un lector español. Se pilla rápido, suena de maravilla y es, sin duda, una de las grandes virtudes del autor.
Brighton Rock, Graham Greene (Libros del Asteroide, traducción de Miguel Temprano). Un aviso: quien busque un policial clásico se ha equivocado de ventanilla. Ahora, quien quiera una historia de los bajos fondos, del ansia juvenil por triunfar en lo criminal, un paisaje de personajes perdidos y heridos, aquí tiene un buen libro. Publicada en 1938, está considerada la primera gran novela del autor británico para muchos críticos. El Brighton de la década de los treinta —ese lugar de ocio y descanso, pero también de mafias, apuestas, tugurios y crímenes— está muy bien contado, sin distancia, a cuchillo. Pinkie, ese joven de 17 años que lo quiere todo, es solo uno de los grandes personajes de la novela. Pero me quedo con Ida, la triste Ida, su soledad y sus ganas de justicia. La trama camina sola, sin sobresaltos, la violencia escondida con elegancia.
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