Barcelona, en venta
El libro ‘Pasea y Ojea’ de Clara Nubiola (Libros del K.O) retrata una ciudad real desde sus múltiples ángulos y barrios que se vende al mejor postor pero necesita todas sus contradicciones para definirse y ser
Pasea y ojea es un libro, pero se presenta como una revista, como un monográfico dedicado a Barcelona que se titula Se vende ciudad. Su autora, Clara Nubiola lo hace todo en él: dibujar, escribir, investigar, ironizar, y reírse de sí misma. El volumen comienza con un monumento de Barcelona al Turista: un double decker colocado, como un capitel, sobre una columna. A partir de ahí todo es a la vez doliente verdad y fantástica interpretación. Nubiola explica que su libro no contiene verdades absolutas ni artículos sesudos. Sin embargo, el objetivo de su escrito es necesario y social: interpelar la ciudad de postal, esto es, la turistificación que vacía las urbes de ciudadanos y las llena de turistas. Esto implica la desaparición del pequeño comercio y de la vida urbana para transformar las ciudades en nostálgicos escenarios de lo que fueron. Así, desde la ironía, la subjetividad y el autoconocimiento: “todos los turistas son de pacotilla menos yo, que soy el Dios viajero”, Nubiola retrata su ciudad.
Salvo contadas intervenciones —como las del arquitecto Santiago de Molina, que contesta una entrevista, o la de la urbanista Zaida Muxí que responde las preguntas de los niños— la propia Nubiola, con biografía y retrato, es todas y cada una de las autoras de los reportajes. Así su trasunta Prudencia Faroles defiende un periodismo independiente desde su supuesto libro Barcelona es fantástica, Barcelona es la mejor. Su heterónimo Aparicio Alarcón investiga la extraña desaparición del paisaje barcelonés de locales como el bar Tauro, la librería Urquinaona a manos de sospechosos como el diseñador gráfico Genis Trificación, creador del libro Paisajes perdidos.
Nubiola no da puntada sin hilo y, en clave irónica, de un humor doloroso, Hipóteco Sánchez resume a Barcelona en una hoja de Excel. Y es ahí, en los números, dónde uno se topa con lo que muchos no parecen querer ver: Barcelona está en venta. El porcentaje de viviendas de alquiler social en la ciudad es hoy del 1,9%. Y el porcentaje de viviendas de alquiler que gestionan grandes empresas del 22,4%. El número de Airbnb es de 15.655 legales y 4.813 ilegales (El Ayuntamiento acaba de anunciar la prohibición de pisos para alquiler turístico). Y, a la vez, nunca hubo tantos hoteles: 51,8 plazas por cada mil habitantes. Los vuelos que llegan al aeropuerto: 283.394 al año traen a más de 41 millones de pasajeros. Pero el porcentaje del PIB de Barcelona que depende del turismo es del 12%, en cambio, la huella de carbono de un turista dobla la de un residente.
Lo que lleva años sucediendo en Barcelona es el mal de tantas ciudades europeas que, poco a poco, se alejan de la vida para convertirse en escenarios. Es el resultado de poner al mercado por encima de las personas. A pocos les molesta hasta que empieza a afectarles. Y no pueden seguir pagando el alquiler o circular por su ciudad —hablo de caminar por Las Ramblas, por ejemplo—.
Este es un libro que solo puede escribir alguien de Barcelona, como Nubiola. Y alguien con tanta capacidad de observación como de ironía. Así, su heterónimo Mireia Murillo-Paredes consigue que las paredes hablen. A veces denuncian que no tienen vistas más que a un muro de hormigón. Y luego, cuando llegan los cambios, el miedo no es a la falta de sol, sino a la subida de los precios.
Como libro de su tiempo, en Pasea y ojea también hay participación ciudadana. Nubiola pregunta a los vecinos por la peor esquina de Barcelona. Y las respuestas van de quien no ve problemas: “Barcelona m´agrada tota” al arquitecto Gustau Gili, que se queja de las autopistas urbanas (Aragón-Casanova) y describe esa esquina como afilada como un cuchillo.
Así, tras demostrar que desconocemos lo que creemos conocer, Nubiola extiende esa idea al mundo: ¿Cuánto tiempo estuviste en Londres? ¿En Ámsterdam? ¿En Delhi? ¿Qué se puede ver en Madrid en medio día? Y, convertida en Florencio Verdaguer, aborda otro tema candente en las ciudades occidentales: su verdificación. Fiebre matojera es un capítulo dedicado a las hierbas que surgen en las “grietas de la esperanza”. “Un cambio de época: el adoquín verde”. “El matojo es el desorden necesario en una ciudad cuadriculada”.
Puede que el culmen del humor llegue cuando Nubiola se convierte en María Victoria Segura Topicazos y enfrenta, en un diálogo, a dos mujeres distintas que habitan la misma ciudad. ¿O no es la misma? La mujer de la zona alta llama familia a los dueños de su hotel favorito. La costurera de un barrio cualquiera prefiere dormir en su cama que elegir su hotel favorito.
El libro se cierra con un análisis lúdico urbano de los diversos usuarios de las terrazas. Así, la terraza estilo Croissäntole es un café “con corazones dibujados en la espuma y con zumo de naranja recién exprimido al mismo precio que tu menú en tu tasca de siempre”. La Murösvick, protegida por muros tan altos que es complicado ver lo que hay dentro “son espacios 100% seguros, barricadas para quien nunca se pondría detrás de una barricada”. La Schorradöv sirve kombuchas y smoothies “No podemos con esto, no es imposible describirlo”. Y la Kapuschönen se reconoce porque los usuarios jóvenes acumulan botellas de cerveza en una mesa metálica, dejando pasar la tarde en largas jornadas de socialización, sin quitarse la capucha de la sudadera.
Pasea y ojea es así, en imperativo, un termómetro urbano de la ciudad. Una autocrítica irónica y sin embargo implicada. Una visión descarnada pero cercana, amable pero incisiva, observadora y capaz de diagnosticar. ¿Qué hacer con una ciudad que nos permite ver tanto y nos preocupa tanto?
Babelia
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