‘Caza de brujas’: ni siquiera Julia Roberts se salva del naufragio
Luca Guadagnino juega a la intriga, pretendiendo ser inquietante, pero todo se queda en pretencioso

Hay sobredosis de estrenos en esta golosa época cuando se supone que el desnutrido público tiene ganas de volver al cine. Y todo dios se empeña lógicamente en colocar a sus criaturas en las salas al mismo tiempo.
Excepto la arrogante y todopoderosa Netflix, que pasa cantidad de colocar a sus productos en los cines, o lo hace durante unos días en salas escasísimas y periféricas para ofrecerlas a las dos semanas en su babilónica y masiva plataforma. Su fastuoso negocio está seguro. Malos tiempos para ese ritual tan antiguo e hipnótico de ir al cine, de ver las películas en su lugar natural, en una gran pantalla, en silencio, rodeados de oscuridad.
Y entre tantas películas con cierto gancho inicial, me toca acercarme a la menos atractiva. Para mis gustos, por supuesto, ya que su creador, Luca Guadagnino, goza de fervores críticos, y Hollywood, siempre a la caza de talentos europeos que le otorguen prestigio artístico, se ha colocado a sus pies desde hace tiempo.

A mí, su estilo expresivo y sus temáticas me provocan mucho tedio. Con la excepción de una maravillosa conversación sobre la vida entre un padre humanista y su adolescente y desconcertado hijo en Call Me By Your Name. El resto de su cine me mosquea o me irrita. El único atractivo inicial de Caza de brujas es que la protagoniza Julia Roberts, a la que siempre me gusta observar y escuchar. Además de estrella, es una actriz convincente, siempre me la creo. Posee imán, belleza y personalidad. Sin embargo, aquí me resulta indiferente, aunque cuentan que puede aspirar al Oscar. Va de intensa y misteriosa. Le han teñido el pelo de un color extraño, pretenden hacer inútiles cambios en su privilegiada fisionomía. Y esas cosas, junto a lo de interpretar a gente con enfermedades físicas o mentales, siempre enamoran en los Oscar de interpretación. La de Julia Roberts aquí no me conmueve lo más mínimo. Al igual que el resto de la trama y de los personajes.
Guadagnino intenta dotar de suspense y plantear interrogantes sobre las relaciones sexuales consentidas o forzadas en la universidad de Yale, entre una chica negra e hija de un millonario y un profesor relativamente joven. Y se supone que ocurren muchas cosas morbosas en lugar tan selecto, sabio y caro, con el poder que se puede adquirir logrando el cargo de profesor titular. El director juega a la intriga, pretendiendo ser inquietante, pero todo se queda en pretencioso. Rodada con un estilo visual tan sofisticado como ineficaz. Sin contagiarme el menor interés hacia las continuas sombras, contradicciones y paradojas que pretenden inyectar a la turbia historia. No existe ni un solo personaje del que me preocupe su presente o su futuro, algo imperdonable en un cine que pretende ser psicológico, complejo, retorcido, con aristas, lleno de dudas.
Cita Guadagnino que el cine de Woody Allen es su eterno referente. No veo yo muy claro el parecido. Entiendo que la genial Delitos y faltas le deslumbrara y que pensara en ella al rodar Caza de brujas. También en las acusaciones que recibió Allen por parte de Mia Farrow. Y de las que fue declarado inocente en dos investigaciones. Pero los parecidos se acaban ahí. También dice Guadagnino admirar el cine de Almodóvar. Eso sí me lo creo. No tengo ninguna duda.
Caza de brujas
Dirección: Luca Guadagnino.
Intérpretes: Julia Roberts, Ayo Edebiri, Andrew Garfield, Michael Stuhlbarg, Chloë Sevigny.
Género: drama. EE UU, 2025.
Duración: 139 minutos.
Estreno: 17 de octubre.
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