María Palma, de la natación sincronizada a bailar en un tanque de cinco mil litros de agua
La artista combina circo, danza y apnea en el espectáculo ‘La voz sumergida’, que presenta este fin de semana en Madrid en pleno embarazo
Parecía solo cuestión de tiempo que María Palma (Barcelona, 37 años) llevara su amor y afición por el agua al escenario. De pequeña ya soñaba con experimentar cómo sería vivir un rato sumergida y aguantar la respiración, “soñarlo de verdad, una noche mientras dormía”, cuenta por videoconferencia. Porque en el agua ha pasado buena parte de su vida. Primero, con clases de natación en el colegio. Después, entre los 10 y los 16 años, practicando natación sincronizada en el club deportivo de su barrio (“mi madre me enseñó una cinta de VHS donde se veía a un grupo de nadadoras y me dijo ‘¿te gusta?’. Le dije que sí”). Ahora, en el escenario con el espectáculo La voz sumergida, que se verá este fin de semana en los Teatros del Canal, dentro de la primera edición de Riesgo, festival de circo organizado por la Comunidad de Madrid.
Pero ¿cómo se pasa del deporte a lo escénico? “Ya muy joven elegí el bachillerato artístico. Me interesaba la música y la fotografía, pero también el deporte y me licencié en Ciencias de la Actividad Física. Conocí a gente que hacía acrobacias y a los 24 años descubrí el circo, una disciplina que combina lo físico y lo artístico. Y me dije: ¡ah!, pues se puede hacer”.
Estrenado en 2023, este espectáculo contiene varias “primeras veces”. Por ejemplo, se trata de su primera creación en solitario tras fundar el colectivo Madame Gaüc en Róterdam, ciudad donde se formó en artes circenses además de Barcelona. También se trata de la primera vez que la creadora lleva el agua al escenario. Cinco mil litros en un tanque (al que ella se refiere como “pecera”) de un metro y medio en cada lado por 20 metros de altura. Además, hay un par de centímetros de agua en el suelo, cubriendo el linóleo con los bordes levantados.
A todo ello se suma este fin de semana una novedad que tiene que ver con su propio estado vital: María Palma está embarazada de tres meses y medio y este sábado será la primera vez que represente esta obra en su estado. “Tengo muchas ganas de ver cómo me siento. Será una especie de embarazo dentro de un embarazo”, comenta. ¿Como nadar en líquido amniótico? “Eso es. Llevaba tiempo pensando en tener un hijo, así que pensar en la pecera de agua para el espectáculo también me permitía seguir creando y actuando, incluso si me quedaba embarazada”. ¿Y existe algún tipo de riesgo? “No. En ningún momento fuerzo la apnea. Mi récord en aguantar bajo el agua está en 4 minutos y 20 segundos. En reposo y sin moverme. En el espectáculo solo estoy 1 minuto sumergida, que desde fuera mirando la escena puede ser mucho, pero no lo es. Hay gente que dice que en ese momento lo pasa mal, viéndome, que se agobia, pero para mí es un estado de paz y relajación”, explica. Añade, además, que en cualquier caso hay un protocolo de actuación, “muy sencillo”, por si pasara algo. “No estoy en peligro en ningún momento. No es el circo que me interesa”.
La pecera como un refugio: la obra versa sobre el viaje identitario y emocional de una mujer que, en ocasiones, necesita aislarse para reencontrarse. “Se trata de un espacio seguro de introspección y transformación”, cuenta. Explica que tras un tiempo con su compañía y como colaboradora de otras (formó parte del elenco del exitoso montaje Corps extrêmes, de Rachid Ouramdane, visto en España en 2023 en los Teatros del Canal y el Mercat de les Flors), necesitaba iniciar un proyecto en solitario diferente a todo lo que había hecho anteriormente. “El deseo de que el agua estuviera presente en la creación fue bastante inmediato. Porque cuando me pregunté qué puedo aportar, desde dónde puedo hablar y qué quiero contar, vino a mí de manera natural. Tampoco es fácil ni habitual llevar el agua a escena”.
La singularidad de esta proeza comenzó con la búsqueda de alguien que le fabricara un tanque de esas dimensiones y que soportara los cinco mil litros de agua, pero también su propio movimiento dentro de él y, en otro sentido, los desplazamientos de teatro en teatro. En cuanto al agua, es una empresa local de cada ciudad o comunidad la que se encarga de llenar el tanque y posteriormente recogerla para reutilizarla. “No se tira nada. De todos modos, aunque cinco mil litros de agua suenen muy fuerte, son los que se necesitan para construir la batería de un ordenador”, detalla. “He aprendido mucho sobre el ‘agua invisible’ con esta pieza. Toda esa que se usa sin que nos demos cuenta”.
La voz sumergida se verá en el marco de un nuevo festival de la Comunidad de Madrid, que se llama Riesgo, dedicado al circo contemporáneo y en el que el “más difícil todavía” no vertebra la creación. Destaca, en su lugar, en los espectáculos que se presentan, una dramaturgia más acorde con lo escénico y la mezcla de disciplinas. “Se trata de generar experiencias sensoriales a todos los niveles que conecten con el público más allá del puro entretenimiento”, declara la artista.
En este sentido, la música en directo de Lluís Casahuga, que va recogiendo los sonidos que emite María Palma dentro y fuera del agua para crear en directo el espacio sonoro (en escena hay tres micrófonos instalados, dos de ellos subacuáticos), y las luces de Manoly Rubio colaboran en el enriquecimiento del montaje como lugar escénico y para la experimentación. “Respirar debajo del agua es como volar. Al final, se trata de un cuerpo en suspensión”, concluye.
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