¿Se puede vivir de la poesía? Ana María Caballero, la autora que vendió un poema en Sotheby’s por 11.000 euros
La colombiana, recién afincada en Madrid, pretende que la sociedad valore lo poético (también económicamente) y para ello utiliza las estrategias propias del arte contemporáneo
La perspectiva de ganarse la vida escribiendo poesía es tan descabellada que no es común que poetas en su sano juicio reivindiquen su arte como medio de vida. Sí pasa en otras disciplinas. Por ejemplo, en el mundo de la interpretación existe un alto porcentaje de profesionales que necesitan trabajos alimenticios (el estereotípico actor-camarero) más allá de su vocación, y con frecuencia escuchamos sus reivindicaciones en la escena pública. Pero tan aceptado está que la poesía no da de comer, que es extremadamente improbable escuchar a un poeta poner este asunto sobre la mesa.
No es el caso de la poeta colombiana Ana María Caballero (Miami, 42 años), recién afincada en Madrid después de una larga temporada en Estados Unidos: “Quiero cambiar esa dinámica, dejar de pensar que un poeta no puede vivir de sus libros, que necesita un salario extra, aunque haya ganado un premio Nobel”, explica. “Quiero cuestionar la forma en la que la sociedad valora la poesía”. Suena bien, claro, pero ¿cómo? Caballero es directa en su estrategia: “Mi misión es presentar la poesía como una obra de arte”, dice, “si los poetas asumimos los medios del arte contemporáneo, podemos estar en igualdad de condiciones que cualquier otro artista”.
Entre esos medios está la tecnología. Por ejemplo, la venta de poemas en formato NFT (siglas de Non Fungible Token), el modo en el que en los últimos tiempos se comercia con el arte en el mundo digital. Una tecnología que produce objetos únicos en la época de la reproducibilidad técnica, que diría Walter Benjamin: genera algo así como originales de cosas que se pueden replicar infinitamente. De una imagen. De una canción. O de un poema. Para ello se utiliza la compleja tecnología blockchain. “No solemos entender cómo funcionan nuestras células o nuestro iPhone, así tampoco necesitamos entender el detalle de cómo funciona blockchain… basta con integrarlo en nuestra vida cotidiana”, dice Caballero. La colombiana es una de las fundadoras de la galería poética digital theVERSEverse.
Así, un poema se puede replicar infinitamente en internet, pero solo uno de todos ellos es la obra de arte original. Caballero vendió en Sotheby’s su poema Cord por 11.000 euros a un coleccionista brasileño que se lo llevó en subasta. El texto, en inglés, procedente de su poemario Mammal, explora las relaciones entre los fenómenos biológicos y los culturales, “entre la ecología y las narrativas que creamos para explicarla (y así contenerla)”, según la autora. Era la primera vez que se vendía en la célebre casa de subastas un texto de un poeta vivo, más allá de manuscritos de autores canónicos como Emily Dickinson o Walt Whitman. Es un buen comienzo: nunca la poesía fue tan valorada, al menos económicamente. “Con esto puedo tener la esperanza de vivir de mi práctica creativa”, dice la poeta-artista.
Caballero también ha transitado los cauces habituales del género, por ejemplo, con el poemario Entre domingo y domingo (Valparaíso ediciones), un libro en formato tradicional que juega a desdibujar la rutina de la vida en las ciudades, y con el que ganó el Premio Nacional de Poesía José Manuel Arango en Colombia. “En las ciudades pequeñas / deja de importar la velocidad / al nombrar la esquina / el taxi o la pizza”, escribe. Es autora de otros libros, en inglés y no traducidos al castellano, como Reverse Commute (2015), mid-life (2016) o A Petit Mal (2023), este último merecedor del Beverly International Prize. Su libro Mammal ganó el Steel Toe Books 2022 Poetry Prize. La videoperformance Waiting Room, basada en un poema de este último poemario, se presentó el pasado de 20 de mayo en el espacio madrileño Cupra City Garage.
La interpretación de la inteligencia artificial
La venta de Cord no es la única acción de Caballero en los límites de la poesía convencional. Otra es la exposición Being Borges, basada en El libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, un famoso compendio de seres mitológicos de diferentes tradiciones: la quimera, el dragón, el centauro, el ave fénix. Caballero investigó estos textos dándoselos a la inteligencia artificial para que generase imágenes. Así se comprobaba la diferencia inherente al idioma, pues las imágenes eran diferentes si el texto era el original en castellano o la traducción en inglés de Thomas di Giovanni. Sobre estos resultados la poeta escribió un nuevo poema que generó una panoplia adicional de imágenes. El trabajo se presentó en la Berlin Art Week 2023.
“Con la inteligencia artificial el lenguaje se convierte en visual. Por lo general, el lenguaje genera imágenes en la cabeza, pero no son imágenes fijas, como las que permite la IA. Es una inversión de la forma en la que comúnmente hemos interaccionado con las imágenes, describiéndolas con palabras y no al revés”, dice la artista. Otros de sus trabajos con inteligencia artificial generativa, basado en la performance, se llama Paperwork. Durante sus recitales en 2023, por numerosos lugares del mundo, Caballero invitó al público a escribir palabras en hojas de papel en respuesta a sus versos y reunió esas palabras para crear esculturas, algo así como poemas táctiles y tridimensionales. Los artifacts, realizados con Alex Estorick, son unos tokens, imágenes similares a monedas antiguas, realizados con inteligencia artificial cuyos grabados cuentan historias relacionados con la vida doméstica, el embarazo, la familia, pero desde un punto de vista contemporáneo que desafía la tradición y que contrasta con su aspecto de antigüedad.
El libro The Wish solo contiene un poema, homónimo, impreso 197 veces en sus páginas, y que solo se ha editado una vez: es un libro único y eso le da una cualidad más escultórica que libresca. “Se trata de que refleje el valor cultural de la poesía: se genera así cierta noción de escasez en la literatura, como si fuera una pieza única”, dice la artista. Los NTF, como los que propone Caballero, todavía se están ganando su lugar en el mundo del coleccionismo, en el típico proceso de asentamiento que necesitan las nuevas tecnologías. “Los coleccionistas que no incluyen NFT en sus colecciones se están perdiendo un momento histórico, un Renacimiento digital, una interacción en torno al arte que no existía. Hasta los museos están empezando a coleccionar NFT”, concluye.
Babelia
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