Roca Rey escucha los tres avisos en el reestreno de una abarrotada Plaza México
Algo más de un centenar de antitaurinos protestaron fuera del recinto y agredieron a los aficionados
Las corridas de toros se reactivaron ayer domingo en la Plaza México, considerado el mayor recinto para albergar espectáculos taurinos, tras más de un año y medio inactiva por una orden judicial, en medio de un ambiente de júbilo de los aficionados y protestas de animalistas, informa Borja Ilián.
En la primera corrida del Serial de Reapertura en la Ciudad de México, los mexicanos Joselito Adame y Diego Silveti, más el peruano Andrés Roca Rey, no obtuvieron trofeos.
Roca Rey dejó ir un toro vivo tras recibir los tres avisos. Las reses de Tequisquiapan fueron descastadas y justas de trapío en general. Más de 40.000 aficionados llenaron los tendidos de la Plaza México.
La denominada por algunos gran figura actual se rajó sin paliativos en uno de los días más importantes de la historia del toreo y ante unos tendidos llenos de nuevos aficionados. De un encierro descastado, falto de trapío, sin emoción y noblote, en el mejor de los casos, salió de ejemplar postrero un toro algo más hecho y con cierta complicación por su ligeramente bronca embestida. A pesar de ello acudió franco a los engaños, desplazándose sin recortar y dejándose castigar con nobleza en el peto. Ni su nombre ‘Mar de nubes’ atemorizaba.
A pesar de ello, Roca Rey fue derrotado en su peor tarde en el peor día posible. El diestro andino había gustado con el capote por chicuelinas. Con la muleta, a su habitual toreo de perfil sin cargar la suerte, sumó muchas carreritas entre pases y siempre citó en paralelo. Roca Rey agarró el estoque pronto, tras una tanda por pitón. Pinchó con la espada y el descabello, hasta que con desdén renunció y recibió el último aviso. Con su primer rival también abrevió, en este caso porque el animal apenas se movía.
Joselito Adame estuvo cerca de cortar alguna oreja. Su mala tarde matando lo evitó. Al noblote primero, muy de la casa De la Mora, el diestro de Aguascalientes le inició la faena con el pico y se acopló correctamente a la embestida trotona del animal. Al natural dejó una buena tanda para luego realizar el toreo en redondo mareando al bovino que perseguía la muleta sin nunca entrar en ella. Antes de matar ofreció otra ronda de noria acelerada con dos circulares. Pinchó en repetidas ocasiones.
Con el cuarto del sorteo, escaso de trapío, Joselito aceptó tomar las banderillas ejecutando la suerte a la carrera. Continuó Adame el tono populista iniciando de rodillas con la muleta. Siguieron pases sueltos de mucho gesto y de escaso recorrido, pues el toro, muy frágil de patas delanteras, se caía a la menor exigencia. El espada apostó por el tremendismo con arrimones ante el mustio y débil bovino. Abundaron los circulares, bernardinas y pases por la espalda. Un repertorio para plazas y fechas menores. De nuevo erró con los aceros y dejó ir las orejas.
Para Diego Silveti primero fue un ejemplar de peso bien repartido, pero justas hechuras. Se empleó con bravura en el peto. El espada lo toreó con las zapatillas quietas alternando pico con algún pase ceñido, marcando un segmento amplio entre zapatillas. El astado se desentendió de la muleta. Los circulares sin pausa no ayudaron. Mató recibiendo. Silveti con el quinto estuvo muy prevenido citando aliviado y escondiendo con celo la contraria. De nuevo ejecutó recibiendo, en este caso al segundo intento.
Protestas
Antes del paseíllo, fuera de la plaza, algo más de un centenar de antitaurinos agredieron a aficionados que acudieron a la corrida. Los inconformes pasaron de los gritos de “¡Asesinos!” y “¡El toro quiere vivir!” a arrojar objetos a los taurinos e intentar ingresar a la fuerza a la Plaza México, al tiempo que hicieron pintas con pintura roja emulando la sangre. Otros manifestantes ocuparon piedras y tubos para dañar el inmueble, y otros más arrojaron piedras hacia el interior del recinto.
“Son asesinos que se merecen eso y más. Estas escorias necrófagas que vienen a divertirse con el sufrimiento de animales inocentes, a burlarse”, dijo a Efe uno de los manifestantes. Los antitaurinos exigen terminar con las corridas, mientras que los defensores de las corridas celebraron que la Plaza México, la mayor del mundo, abriera de nuevo sus puertas. “Soy abogado y conozco las características de este tipo de procedimientos y tengo la esperanza de que va a resolverse a favor de la continuación de la fiesta taurina”, expresó Marco Antonio Sosa, aficionado a la fiesta brava. El litigante confió en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emita más adelante una sentencia que proteja a la fiesta taurina.
Babelia
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