¿QUÉ MUSICAL VOY A VER?

GUÍA DEFINITIVA PARA NO PERDERSE EN EL BROADWAY DE MADRID

Flecha

¿Qué musical voy a ver? Guía definitiva para no perderse en el Broadway de Madrid

Títulos clásicos, basados en películas, para ir con niños, con la madre, el marido o el amante: los hemos visto todos y estas son las claves para no equivocarse en la elección

Raquel Vidales

¿Qué musical de Madrid me recomiendas para llevar a mis hijos? ¿Cuál le regalo a mi madre por su cumpleaños? ¿Alguno para invitar a mi novio? Preguntas como estas ametrallan a la crítica teatral en los inicios de cada temporada y se intensifican en vísperas del puente de diciembre y las Navidades. Es comprensible. En las últimas dos décadas la capital española se ha convertido en la tercera ciudad del mundo donde más musicales se estrenan ―solo por detrás de Nueva York y Londres― hasta el punto de que se la considera el Broadway en lengua castellana y lugar de peregrinaje para los amantes del género. Y no es fácil elegir entre tanta oferta. Entre otras cosas, porque las entradas no son baratas: dependiendo del día de la semana o la magnitud de la producción, los precios van desde 20 euros en butacas de visibilidad reducida que pueden hacer de la experiencia una penuria ―no vale la pena― hasta los 150 por cabeza en zonas VIP. De ahí que responder a esas preguntas no sea sencillo ―¡qué responsabilidad!― y depende mucho del perfil de quien interroga. ¿A sus niños les va el mundo fantástico de Disney o son roncanroleros? ¿Su madre se sabe todos los ganadores de Eurovisión desde los sesenta? ¿Su novio es de los que sueltan chistes de los Monty Python sin venir a cuento?

Lo que sigue es una valoración de la oferta actual de musicales madrileña después de haberlos visto todos, atendiendo a su excelencia artística pero también teniendo en cuenta esos perfiles. Un aviso: cuando decimos todos nos referimos a los títulos que cumplen los patrones básicos del género; es decir, un argumento con desarrollo, orquesta y voces en directo, buenos números coreográficos y una producción de calidad. Se excluyen shows de variedades o gastronómicos y espectáculos de pequeño formato o de corta duración en la cartelera.

Este recorrido por los musicales madrileños se ha realizado en compañía de una niña de 10 años (hija de quien firma) cuya opinión puede servir de guía para los espectadores más pequeños. Los ha visto todos excepto The Book of Mormon y Malinche por razones que comprenderán durante la lectura. Abajo está su clasificación con un breve comentario.

Clásicos

The Book of Mormon

Imagen del musical 'The Book of Mormon'.
Imagen del musical 'The Book of Mormon'. Rodrigo Jiménez (EFE)

Empezamos con la apuesta más osada de la temporada: The Book of Mormon. Es el musical más sorprendente y original de Broadway del siglo XXI, convertido ya en un clásico tras 12 temporadas ininterrumpidas de éxito desde su estreno en 2011. En primer lugar, porque el libreto es de Trey Parker y Matt Stone, creadores de la serie de animación satírica South Park, comparados con frecuencia con los Monty Python por su irreverencia e incorrección política. The Book of Mormon no defrauda en este sentido: la historia de dos cándidos misioneros mormones enviados a predicar a Uganda no es un ataque a la religión, sino que sirve a Parker y Stone para disparar dardos a derecha e izquierda. Una burrada que te pone los ojos como platos y libera carcajadas. Reírse sin tabúes puede ser catártico. Además, la partitura es fantástica. La firma Robert Lopez, compositor de Avenue Q de las canciones de las películas Frozen y Coco. La producción española no es una réplica exacta de la de Broadway, pero está a la altura. Buenas traducciones, potentes coreografías, mucho ritmo, excelentes intérpretes y la mano experimentada de uno de los mejores directores del género en España: David Serrano. Una buena muestra de la madurez de la industria de los musicales madrileña.

El fantasma de la ópera

El fantasma de la ópera

El fantasma de la ópera estrenado esta temporada en Madrid no tiene la espectacularidad de la producción original que se convirtió en el musical más longevo de Broadway con 35 temporadas ininterrumpidas en cartel, representado por última vez el 18 de febrero de este año. ¡Pero esa música arrebatadora! ¡Ese argumento tan profundamente trágico que hunde sus raíces en el mito de la bella y la bestia! ¡Esa máscara icónica del protagonista! La poderosa partitura de Andrew Lloyd Webber y el libreto del propio compositor con Richard Stilgoe, basado en la novela homónima de Gaston Leroux, se mantienen intactos en esta versión, que cuenta con las bendiciones de Lloyd Webber. Recuerden que él también compuso Jesucristo Superstar, Cats y Evita, entre otros títulos. Cambian solo las dimensiones: orquesta reducida, escenografía más austera y efectos especiales más discretos aunque eficaces. También se han introducido algunos matices para actualizar la lectura de una historia que no suena ya tan romántica: el fantasma es un tipo destructivo que manipula y secuestra a la chica de la que está enamorado. Otro aliciente es que lo encarna Gerónimo Rauch, que ya lo hizo en el West End de Londres.

Chicago

Información sobre Chicago, el musical en Madrid
© Chicago, el musical

Chicago es la simbiosis perfecta de libreto, partitura y coreografía. Una especie de cómic ambientado en el Chicago criminal de los años veinte, pero protagonizado por mujeres asesinas. Aunque la historia es casi lo de menos. Lo que más se disfruta aquí es cómo se cuenta: cada nota, palabra o movimiento está al servicio del argumento. Poco más se puede añadir sobre este musical que lleva 25 años seguidos en cartel en Broadway y que se ha convertido en el más longevo tras bajar el telón El fantasma de la ópera. La producción estrenada este año en Madrid es intachable: réplica exacta, intérpretes eficaces y traducción solvente.

Con niños

Matilda

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dasffasfsdfJavier Naval

Atención: este no es un musical solo para niños. Ellos lo disfrutan, por supuesto: ¿a qué niño no le gustan las historias de Roald Dahl? Pero es que además la partitura y los números coreográficos son una maravilla (algunos muy emocionantes) y encajan perfectamente en la narración: no la interrumpen como ocurre en algunos musicales, sino que se ponen a su servicio y la hacen avanzar. Se nota que detrás de esta creación está nada menos que la Royal Shakespeare Company. La producción española está dirigida por David Serrano (el mismo de The Book of Mormon) y es impecable. Por los revuelos que se montan en el patio de butacas durante las funciones se hace evidente cuál es el personaje que más les gusta a los espectadores más pequeños: la malvada directora de la escuela. Les chifla y a la vez les da miedito. Da gusto también ver cómo cantan y bailan los niños que conforman el reparto.

School of Rock

school of rock

School of Rock es otro musical de Andrew Lloyd Weber, aunque este es mucho más reciente (2015) y está basado en la exitosa película homónima de Richard Linklater (2003). Quienes la hayan visto sabrán que la historia es una especie de El club de los poetas muertos, pero en burdo: un músico de rock con pocas luces se hace pasar por profesor en un colegio pijo tras ser expulsado de su grupo y convierte las aburridas clases de su antecesor en divertidas lecciones de historia del rock y sesiones de ensayo para competir en un concurso. De la noche a la mañana, los niños dejan de ser repipis y se convierten en Mick Jagger. Vale, la historia es increíble y todavía hoy sorprende el éxito de la película. Quizá la clave es precisamente su falta de pretensiones: el tema clásico y solemne del “maestro inspirador” pasado por el pasapuré y convertido en divertimento ligero y oda al rock. Al musical le pasa lo mismo: no hay quien se trague la historia, pero la música es lo suficientemente vigorosa para irse con un chute de energía a casa. Empieza lento, con demasiadas escenas explicativas protagonizadas por el falso profesor, pero mejora a medida que avanza y los niños (y el rock) toman las riendas. La partitura no es que sea una maravilla (tiene toques líricos al estilo Lloyd Weber), pero es enérgica y festiva. La producción madrileña pierde en ese sentido porque se representa en una carpa y suena más a concierto que a musical. Además, acentúa demasiado las pocas luces del protagonista (al estilo Torrente) y sobre todo en la primera parte resulta desquiciante. Mucho mejor las escenas de los niños: cada uno con su puntito de personalidad, cantan, bailan y tocan sus instrumentos de maravilla.

Del cine a los escenarios

Una rubia muy legal

una rubia muy legal musical

A este musical hay que ir sin prejuicios: el argumento parece una bobada, pero tiene un nosequé que cautiva. Le pasa como al filme homónimo en el que se basa. Cuando se estrenó en 2001 lo criticaron por frívolo y fomentar el estereotipo de la rubia guapa tonta, pero resulta con el tiempo se ha dado la vuelta a la tortilla: se ha convertido en una película de culto (tiene una secuela y se prepara otra más para 2024) precisamente porque rompe ese estereotipo como quien no quiere la cosa. La rubia tonta por fuera (el personaje lo es) resulta que no era tan tonta y se hace la reina de Harvard. Tampoco nos engañemos: esto es feminismo amable para todos los públicos al estilo Barbie. También es verdad que el personaje posiblemente habría fracasado si no hubiera caído en manos de la actriz Reese Whiterspoon: en realidad, ella es el nosequé. Lo mismo le pasa a la producción que puede verse ahora en Madrid, réplica de la estrenada en Broadway en 2007: funciona en buena parte por el encanto que despliega en escena la intérprete Lucía Ambrosini. Buenas coreografías, canciones pop pegadizas y sororidad a raudales. Te vas a casa con ganas de vestirte de rosa.

Pretty Woman

pretty woman musical

Otro musical basado en una película de éxito. Es una fórmula fácil y frecuente en la industria de los musicales porque de entrada ya cuenta con un público cautivo: los fans del filme. Y Pretty Woman es sin duda uno de los más rentables de todos los tiempos. Después de su estreno en cines en 1990, solo en España se ha emitido 38 veces por televisión y siempre ha logrado altísimas cuotas de audiencia. Esos son los espectadores que están acudiendo al musical que se representa ahora en la Gran Vía madrileña y que se vio en Barcelona la temporada pasada: adictos a la película. Pero por lo visto en el patio de butacas durante una función entre semana, parece que no todos se van satisfechos. De entrada, porque lo esperable es que el tema principal de la producción sea el de la película, el Oh, Pretty Woman de Roy Orbison, pero apenas suenan unos acordes en la famosa escena en la que la protagonista se funde la tarjeta de crédito del putero (sí, señoras, Richard Gere en esta película es un putero) y solo se escucha entero una vez que ha terminado el musical. Cosas de derechos de autor, suponemos. En su lugar, canciones estandarizadas, funcionales y poco pegadizas. Las escenas habladas son demasiado estáticas y se hacen largas. En general, poco ritmo.

Disney

El rey león

rey leon

¿Qué más puede decirse sobre El rey león? Una puesta en escena opulenta y deslumbrante que lleva 12 temporadas llenando el teatro Lope de Vega de Madrid y desde 1997 en Broadway. Basado en la película de Disney de igual título y producido por la misma casa madre, la historia en realidad importa poco en el musical: el público viene aquí a maravillarse con las máscaras, los colores, la atmósfera, las canciones y las coreografías. Es como meterse en un sueño. Por eso sigue funcionando. La producción española es réplica exacta supervisada por Disney: todo es como tiene que ser.

Aladdín

aladdin musical

En 2011, Disney se propuso repetir el éxito de El rey león con otro musical basado en otra de sus películas, Aladdín, estrenada en 1992. De nuevo una producción de lujo cuyo principal reclamo es su fastuosidad, exotismo y brilli-brilli. Como El rey león, entra sobre todo por los ojos. También por algunos números musicales y coreográficos realmente explosivos, sobre todo los protagonizados por el genio: personaje carismático, guasón y magnético. La producción madrileña es también impecable. Voces estupendas, bailarines eficaces y ejecución técnica perfecta.

Para canturrear con amigos

Mamma Mia!

mamma mia musical

Entramos en el terreno de los musicales jukebox; es decir, basados en canciones de bandas o cantantes célebres. Ojo, no confundir con los espectáculos-tributo: estos son conciertos en los que se interpreta el repertorio de un artista, un grupo, un estilo, una década, bandas sonoras… Hablamos de producciones teatrales con un desarrollo argumental, que puede ser biográfico (como la Tina que se estrenó hace dos temporadas en Madrid) o simplemente un aglutinador de temas de éxito hilados a través de una historia en la que tienen que encajar las letras de las canciones sin que chirríen demasiado. El genio aquí tiene que ser el libretista. En el caso de Mamma Mia!, el argumento tiene su gracia. Su mayor virtud es que es tan ligero, festivo y chisposo como las canciones de Abba. Estrenado en 1999 en Londres, la historia se llevó luego al cine y la versión madrileña lleva ya dos temporadas haciendo felices a los fans de Abba. El patio de butacas es una fiesta durante las funciones: siempre hay alguien que empieza a tararear y removerse en el asiento en cuanto suenan los primeros acordes de cada tema. Apoteosis de lentejuelas en los números finales y todos los espectadores de pie en plan karaoke. ¿Qué más se puede pedir a un musical de este tipo?

Bailo Bailo

bailo bailo

Este es para fans de Raffaella Carrà. Empieza muy bien, como si los espectadores fuéramos el público de un programa de televisión como aquellos que presentaba la Carrà, pero la trama se desarrolla de manera tan esquemática que apenas puede llamarse “argumento”. Son diálogos cortos metidos con calzador entre canción y canción. La trama no es biográfica pero, eso sí, la estética es plenamente raffaelliana y los temas están bien interpretados. Natalia Millán en el papel de diva de la televisión es también un aliciente. Se disfruta como un karaoke.

We Will Rock You

we will rock you musical

Otro musical jukebox, en este caso dirigido a seguidores de Queen y Freddie Mercury. Siempre es un aliciente escuchar las canciones de esta banda, pero a Mercury no se le puede replicar fácilmente: temas como Bohemian Rapsody están interpretados por varios cantantes para abarcar todos sus tonos y matices. La historia, además, es de un futurismo un tanto delirante y cuesta seguirla. Se intenta compensar todo con la música a todo volumen. Para pasar el rato sin más.

Con sabor hispano

Malinche

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El musical de Nacho Cano cuenta con muy buenos intérpretes, excelentes coreografías y temas pegadizos de estilo Mecano, pero el libreto es un desatino que convierte la conquista de México en una historia de amor entre Hernán Cortés y la indígena Malinche, desarrollada en tono de sainete de diálogos burdos. Una producción grandilocuente con vocación de epatar al público con una gran carpa, una gran pirámide de fondo, una piscina con agua… Pero quienes hayan asistido alguna vez a algún musical en Broadway saben que grande y ampuloso no equivale a bueno. Los teatros de la Gran Manzana son recogidos y acogedores: así se escucha mejor la música.

La clasificación de la niña

1. Mamma Mia!

¡Fenomenal! Las canciones de Abba son muy divertidas y las cantan muy bien.

2. El fantasma de la ópera

Los efectos especiales son chulísimos. La música y la historia molan.

3. Chicago

Los bailes y la música son espectaculares. Las historias que cuentan las chicas me encantan.

4. Matilda

La directora del colegio es mi personaje favorito. ¡Es malísima! 

5. El rey león

Superespectacular. La historia un poco floja.

6. Una rubia muy legal

La actriz es buenísima. Es todo muy gracioso y rosa.

7. Bailo Bailo

Me esperaba algo más de la historia. Pero las canciones son muy alegres.

8. School of Rock

¡Ojalá yo tuviera un profe como este! Los niños tocan muy bien los instrumentos.

9. Aladdín

El genio es genial. Pero cuando no está él es un poco aburrido.

10. Pretty Woman

¡Qué turbio! Las canciones… ¡bah! Se me hizo larga.

11. We Will Rock You

No cantan como Freddie. No entendí la historia.

Créditos

Formato: Guiomar del Ser
Diseño: Ruth Benito
Dirección de arte: Fernando Hernández 
Desarrollo: Carlos Muñoz

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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