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CRÍTICA TEATRAL | MATILDA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El musical ‘Matilda’ maravilla a los niños y emociona a los adultos

La adaptación española de la producción de la Royal Shakespeare Company mantiene el espíritu y la grandeza del original

Escena del musical 'Matilda'.
Raquel Vidales

Por fin se ha estrenado Matilda en España. El musical creado por Dennis Kelly (libreto) y Tim Minchin (música) hace 12 años para la Royal Shakespeare Company llega envuelto en un aura de excelencia y críticas extraordinarias. “Es el musical más satisfactorio y subversivo que jamás haya salido de Gran Bretaña”, escribió el legendario Ben Brantley en el New York Times cuando se presentó en Broadway. “Inteligente”, “estimulante”, “sorprendente”, “gloriosa”. Con tan altas expectativas, se corre el riesgo de decepcionar. Pero no. Matilda es brillante desde el principio hasta el final. Maravilla a los niños y emociona a los adultos. La partitura, las letras de las canciones, la dramaturgia… todo encaja de manera natural en la narración escénica. ¡Y eso es lo más difícil de conseguir en un musical! No son pocas las producciones del género que fallan en ese aspecto: las canciones y los bailes a menudo no fluyen con los diálogos, sino que se sienten como una pausa o incluso una interrupción en la acción; viceversa, también puede pasar que todo se base en unos cuantos éxitos musicales y las escenas habladas parezcan puro relleno.

No es el caso. De entrada, porque la materia prima de la que parte es la novela del mismo título de Roald Dahl, autor célebres libros infantiles adaptados con gran éxito al cine como Los gremlins, Charlie y la fábrica de chocolate o la propia Matilda. Esta es la historia por una niña superdotada y aficionada a la lectura que sufre la incomprensión de sus padres y los abusos de la malvada directora de su colegio. Con su inteligencia, sensibilidad y poderes telequinésicos, la protagonista lidera en su escuela una revuelta contra la directora que no solo llevará a la liberación de sus compañeros sino a la suya propia dentro de su familia. El argumento es sencillo, un cuento para niños, claro, pero el espíritu rebelde que empapa la narración y sus carismáticos personajes la hacen especial, poética y conmovedora. Ese mismo espíritu impregna el musical y por eso también es especial.

La clave está en la partitura, las letras de las canciones y las coreografías. No solo se incrustan perfectamente en la narración y la potencian, sino que además refuerzan el tono mágico del musical. Y no nos referimos a los poderes telequinésicos de Matilda, que de hecho quedan en segundo plano y no aparecen casi hasta el final, sino a la magia escénica. Por ejemplo, el tema con el que arranca el espectáculo nos pone en situación en un pispás a la vez que nos traslada a un mundo infantil del que ya no saldremos hasta el final de la función. “Mi mamá dice que soy un milagro / mi papá dice que soy su pequeño chico especial”, reza el estribillo. En contraste aparece enseguida la odiosa familia de Matilda. Otro número emocionante es el que da inicio a la segunda parte con los niños cantando mientras se balancean en columpios gigantes: “Cuando eres mayor / tienes respuestas para responder / preguntas que hoy no entiendes bien. / Cuando eres mayor / comes chuches sin parar / y a dormir nunca te vas / hasta que el reloj marca las diez”.

Una obra que llegaba con tan altas expectativas corría el riesgo de decepcionar. Pero no. Es brillante desde el principio hasta el final

La versión que acaba de estrenarse en España, dirigida por David Serrano y producida por Som, el mismo equipo responsable, por cierto, que adaptó recientemente con éxito otro musical británico, Billy Elliot, traslada con grandeza la puesta en escena original y respeta sus principales apuestas: desde la escenografía hasta la decisión de poner a un hombre en el papel de la directora. Un puntazo. El personaje es estrafalario como todos los malvados que aparecen en la obra, pero lo bueno es que no son parodias. Son malos de cuento y el elenco español los interpreta con imaginación y profesionalidad. Se alternan varios repartos, pero suponemos que el nivel será siempre similar.

Pero, claro, lo que más destaca es el trabajo sobresaliente de los nueve niños del reparto, sobre todo en los números musicales, teniendo en cuenta la complejidad de la partitura y que las letras de las canciones están cargadísimas de palabras en su traducción al español (bien resuelta por el propio David Serrano y su hermano Alejandro). Esto hace que a veces no se entienda todo lo que dicen, quizá también porque todavía les falta rodaje. Se nota más en Matilda, que tiene muchas escenas en solitario en las que se ve algo rígida. Son detalles que seguramente se irán afinando con el tiempo.

Por cierto, el mismo equipo creativo de esta Matilda es responsable de la nueva versión de Mamma Mia! que acaba de estrenarse también en Madrid. Es un espectáculo diferente, concebido alrededor de los grandes éxitos de Abba, pero ¡qué subidón! En buena parte se debe a un casting impecable en el que brilla especialmente Verónica Ronda. Una estrellaza.

Matilda

Libreto: Dennis Kelly. Música y canciones: Tim Minchin. Adaptación y dirección: David Serrano. Nuevo Teatro Alcalá. Madrid. Hasta el 18 de diciembre.
 

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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