Andrés Perea, un ciudadano de la arquitectura
La arquitectura española estaba comprometida con hibridar lo moderno con lo regional, pero él experimentó con la técnica, la materialidad y los procesos de construcción
La muerte del arquitecto Andrés Perea Ortega (Bogotá, 1940 - Madrid, 2023) deja huérfana a una parte importante de los arquitectos españoles, que encontramos en su posición ética e intelectual, en su obra, en las pedagogías que promovió y en su defensa de un acceso plural a la profesión la oportunidad de contribuir a que la arquitectura respondiera con creatividad y belleza a los retos climáticos y sociales contemporáneos. Nos unimos en el duelo a su compañera, la pianista Pilar Moreno; sus hijos, Luis, Pilar y Jesús; y sus cinco nietos.
Andrés Perea deja también una prolífera obra arquitectónica, que inició a finales de los sesenta con proyectos en los que el virtuosismo geométrico convivía con una confianza optimista en la invención -como los pisos que acompañaban con su movimiento el recorrido del sol, de su Móvil Habitable (1969), o los pilares de vidrio en su propuesta premiada en el concurso del Centro Pompidou (1971).
Mientras que durante los 80 y 90 la línea imperante en la arquitectura española estaba comprometida con el proyecto lingüístico de hibridar lo moderno con lo regional, el trabajo de Perea tomó un camino radicalmente diferente, para centrarse en la técnica, la materialidad y los procesos de construcción, como los espacios prioritarios de experimentación en arquitectura. Este empeño anticipó de manera visionaría los debates que marcan la arquitectura en la actualidad. No fue un proyecto contra-arquitectónico, sino todo lo contrario. Perea supo operar en la pragmática de la situación, la construcción, la forma y la tecnología -elementos específicos de las prácticas arquitectónicas- como los territorios desde los que empoderar lo social, lo ecológico y lo político. Proyectos como el Centro Parroquial Santa Teresa de Jesús en Tres Cantos (1984), la Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y Transporte de la Comunidad de Madrid (1987), la Biblioteca Rafael Alberti de Madrid (1998) o la Nueva Ciudad Administrativa Sejong, en Corea del Sur (2005), son solo algunos ejemplos en un extenso legado de obras que además de servir con naturalidad al bienestar de las comunidades que los usan, han contribuido a elevar la competitividad y la capacidad de innovación de las industrias que cada uno de ellos ha movilizado.
Durante 42 años fue profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. En ella, entre 2001 y 2011, formó el Grupo de Exploración Proyectual (GEP), en el que junto a Izaskun Chinchilla, Paula Montoya, Rafael Torrelo, José Luís Vallejo y yo mismo, promovió una pedagogía experimental; multiplicando los formatos de respuesta arquitectónica, favoreciendo la participación continuada de sociólogos, ecólogos, ingenieros, activistas y artistas en las clases de diseño, y desarrollando una enseñanza horizontal que fomentaba una relación desjerarquizada entre alumnos y profesores, en la que los alumnos llegaron incluso a autocalificarse. El GEP promovió un cambio de paradigma en el que calidad arquitectónica, ecología y justicia social eran inseparables. Con el GEP, Perea fue precursor de una amplia red de alianzas, con la Facultad de Sociología de la UNED, y entre talleres de proyectos de Madrid, Alicante, Barcelona, Granada, Bogotá, Medellín, Londres y Sevilla, entre otros.
Perea actuó como un ciudadano de la arquitectura, aceptando cada jurado de concurso al que era invitado, con el férreo propósito de promover la experimentación en la promoción de arquitectura pública. La lista de proyectos excepcionales que se han beneficiado de su capacidad de persuasión es interminable. Fue también cofundador de la Asociación Sostenibilidad y Arquitectura.
Hace unos años Peter Cook me asaltó con una pregunta que nunca habría esperado: “¿Quién es Andrés Perea? Los mejores arquitectos que he conocido en los últimos diez años coinciden en una cosa. Todos han sido alumnos de Andrés Perea.”
Hace sólo unos días Andrés Perea me escribió: “Yo sigo luchando y produciendo… es decir sigo vivo.” Sus alumnos, los edificios que Andrés Perea ha diseñado, las redes que creó, su pensamiento y ejemplo ético siguen luchando y produciendo.
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