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Maïwenn: “¿Problemas con Johnny Depp? En todos los rodajes he vivido tensiones”

La cineasta justifica, al estrenar ‘Jeanne du Barry’ en España, su agresión a un periodista porque violó su intimidad, y de la estrella de Hollywood explica: “Llena con su presencia el personaje”

Johhny Depp y Maïwenn, en 'Jeanne du Barry'.Foto: Stéphanie Branchu (Why Not Productions)
Gregorio Belinchón

Cuando Maïwenn (Les Lilas, Francia, 47 años) conoció a Luc Besson, ella tenía 12 años y él, 29. No empezaron a salir juntos hasta que ella cumplió los 15 años y, según ha contado otras veces, salía de una dolorosa relación con sus padres, quienes, divorciados, habían abusado de ella psicológicamente, cada uno por su lado. Cuando cumplió los 16 ya había sido madre y vivía con Besson en Los Ángeles, abandonando su carrera incipiente de actriz. A pesar de estos datos, Maïwenn Aurélia Nedjma Le Besco, su nombre completo, siempre ha afirmado que ha tenido control de su vida, que en la medida de lo posible ha hecho lo que ha querido. “León, el profesional [dirigida por Besson en 1994] se basaba en parte en la relación entre Luc y yo”, ha contado, para dar a entender que no se sentía tan niña en aquellos años. Tras su divorcio, retornó a Francia, empezó con monólogos de humor, volvió al cine como actriz y empezó una carrera como directora que la llevó hasta el pasado Cannes, cuando inauguró la 76ª edición con su sexto largo como realizadora, Jeanne du Barry, que ella misma protagoniza junto a Johnny Depp, y que se estrena en España el próximo viernes.

El pasado lunes, cuando Maïwenn se conectó a videollamada para esta entrevista, había pasado tiempo desde aquel mayo, en que la tormenta mediática y en redes sociales arreció contra ella por contar con Depp para el papel de Luis XV. El actor aún arrastra el eco de los escabrosos escándalos de su tóxico matrimonio con Amber Heard y sus coletillas judiciales. Y por ella misma: tras agredir en febrero en un restaurante parisiense al redactor jefe de la web Mediapart, que está destapando en Francia las agresiones sexuales en la industria audiovisual, después de que publicase supuestos abusos, entre ellos una violación, de Besson a varias actrices. Entre mayo (cuando se celebra el festival de Cannes) y esta entrevista, los tribunales han absuelto a Besson por tercera y definitiva vez. El cineasta fue a Venecia a presentar su nuevo trabajo, Dogman, y antes de la videollamada, Maïwenn confirma que no vetará ningún tema: habrá tiempo para hablar de todo.

Empezamos por lo cinematográfico, por el reto de llevar a la pantalla un personaje devenido en icono feminista ante la visión desde el siglo XXI de su lucha por empoderarse en la corte de Luis XV, bisnieto y heredero del rey Sol. “En realidad”, arranca la cineasta, “yo no sabía nada de su existencia. Al ver María Antonieta, la película de Sofia Coppola, me picó el gusanillo, y leí una biografía fascinante sobre la condesa de Barry”. En aquel drama de 2006, a Luis XV le daba vida Rip Torn, y a Barry, la última amante del monarca, Asia Argento: el reparto mantenía en apariencia la diferencia de edad —33 años— entre la pareja, ya que Jeanne du Barry entró en sus aposentos de Versalles con 26 años. “En principio yo no iba a encarnar a Jeanne. Siempre estuvo ahí el deseo de hacerla, desde aquel 2006, pero encaré otros proyectos [Mi amor (2015), en el que a través de una relación de pareja refleja la parte más siniestra de su matrimonio con Besson, y ADN (2020), en el que explora sus raíces argelinas] y los años pasaron. En cualquier caso, nunca lo olvidé, palpitaba el deseo lejano, y guardé documentación sobre la época. En aquel momento no me sentía preparada como realizadora, aunque hojeaba y hojeaba el libro y...”, recuerda.

Maïwenn, en la película.
Maïwenn, en la película.stephanie branchu

La cineasta confiesa un miedo: no quería hacer un drama acartonado. “He visto muchas películas de época, algunas me gustaban, otras no. Y cuando comencé a escribir el guion, descubrí que las que me gustaban no eran polvorientas, que rehuían diálogos encorsetados. Se nota mucho cuando el director de un filme histórico ha intentado contentar a los historiadores. Yo espero que mi película guste a los historiadores, pero no es para ellos, la Historia no podía ser mi brújula. Así que cogí confianza, sentí que, como siempre, harían falta trabajo y pasión”.

Ecos de su vida en la de su personaje

¿Hay ecos del empoderamiento de Barry en su devenir vital? “Desde luego, Barry es una mujer con impulsos actuales, el filme habla de lo que sienten en este siglo XXI muchas mujeres. De hecho, si piensas en el juicio al que somete la sociedad a las parejas con gran diferencia de edad o de condición social, el resultado es que solo hablan del interés y nunca del amor”. Maïwenn volvió a Francia tras su divorcio con Besson, y le costó retomar su carrera. ¿Encuentra similitud con Barry, a la que asfixió la sombra de Luis XV? “Probablemente, y por ese capítulo de mi vida entendí a Jeanne. En mi caso, yo volví a Versalles, con mucha gente juzgándome de manera arrogante. Creo que no podemos valorar épocas lejanas desde nuestro punto de vista. Con todo, Jeanne no proponía nada, solo quería estar junto al rey. Y yo caí en un error parecido a mi vuelta a Francia: se me cerraron las puertas porque yo no propuse. Empecé a hacer monólogos, a crear mi material, y así fui aceptada, revalorizada”.

Luc Besson y Maïwenn, en el estreno en París de 'León, el profesional' en septiembre de 1994.
Luc Besson y Maïwenn, en el estreno en París de 'León, el profesional' en septiembre de 1994.Stephane Cardinale (Corbis / Getty)

Si cuando empezó el proyecto no tenía pensado encarnar a Barry, ¿qué pasó para que cambiara de idea? Maïwenn, que está comiendo durante la charla, se echa a reír con cierto atragantamiento: “Pensé en otra actriz, pero ella me decepcionó humanamente mucho. Decidí no contratarla. A la vez, cuanto más escribía, más sentía que yo podía hacerla. Pensé en la posibilidad de que me acusaran de falsa modestia, pero decidí que yo era como otros artistas, Chaplin, Nanni Moretti, a los que les obsesiona tanto una fantasía que al convertirla en realidad la protagonizan. Fue un rodaje complicado con el salto de un lado al otro de la cámara, incluso no me gustaba mi voz. Sin embargo, el resultado mereció la pena”.

Así llegamos a Johnny Depp. En Cannes, los medios franceses relataron historias de enfrentamientos entre ellos en el rodaje, hasta el punto de que Maïween directora separó los rodajes de Maïwenn actriz y Depp. “Toda filmación tiene sus tensiones, y si alguien dice que no las hay, miente. ¿Problemas con Johnny Depp? En todos los rodajes hay, insisto, tensiones. Entre actores entre sí, entre actores y directores, entre directores y técnicos. Estamos muchas horas juntos durante mucho tiempo”. ¿No le dio miedo que lo extracinematográfico que acarrea Depp fuera a marcar lo intracinematográfico? “No, porque lo que importaba es lo que yo deseaba para la película. Y si el deseo se desvanece, desconecto creativamente. Por eso hay que mantener esa llama. Del resto no te puedes preocupar, ni por polémicas ni por comentarios externos. Quería a Johnny Depp, él llena con su presencia el personaje”.

Depp y Maïwenn, en el rodaje de 'Jeanne du Barry'.
Depp y Maïwenn, en el rodaje de 'Jeanne du Barry'.stephanie branchu

Como cineasta, Maïwenn no siente que haya diferencias entre las obras de hombres y mujeres. “Estoy convencida de que si organizamos una proyección sin que se sepa quién ha dirigido el filme, un poco como el concurso La voz, casi nadie adivinará si es director o directora. Creo que las mujeres debemos proponer todo tipo de historias, no autocensurarnos previamente. Yo he afrontado un thriller sobre una brigada policial de menores en Polisse o este drama histórico y los he sacado adelante. Las películas no son sobre hombres y mujeres, sino sobre seres humanos. Estamos evolucionando en el cine hacia temas menos genéricos y más humanos”, explica.

Las mujeres debemos proponer todo tipo de historias, no autocensurarnos previamente”

La última pregunta tiene que ver con Edwy Plenel, el redactor jefe de Mediapart, al que Maïwenn agredió en febrero. La cineasta responde en francés, se va emocionando y, acabada la respuesta, antes de la traducción, se levanta y desaparece. El zoom se corta. Resuelto el problema, meramente técnico, Maïween saluda muy cordial y pide revisar la traducción de su respuesta, que llegará un día después por escrito, “por la emoción del momento”.

Los cambios entre lo dicho y lo recibido son mínimos, solo de matiz. Así que en la respuesta recibida desmenuza su enfrentamiento con Plenel: “No es fácil responder brevemente a esta pregunta. No niego haberle dado un ligero tirón del pelo y haber fingido escupirle. Y no me disculpo por ello; en ese momento quise responder a la agresión de la que fui objeto hace ahora más de dos años y que aún no he superado. No reprocho a Mediapart haber investigado a Luc Besson, pero sí lo que me hicieron. Todo empezó en 2018, cuando una periodista de Mediapart vino a mi casa para interesarse por mi punto de vista, pero, desde el principio, dejé claro que era confidencial. Charlamos durante dos horas en las que me habló del respeto a la verdad, de que siempre comprobaban los hechos y no enjuiciaban a nadie. El artículo se publicó a finales de noviembre de 2018 y no tengo nada que reprochar a la periodista. El 15 de junio de 2020, me llamaron de la policía judicial para realizar una declaración obligatoria, que duró cinco horas, y en la que tuve que contar toda mi vida con Besson, incluso momentos íntimos. En enero de 2021 Paris-Match publicó un artículo de varias páginas sobre Besson con parte de mi declaración; en marzo de 2021, Mediapart también incluyó parte de mi declaración en otro artículo. Para mí fue una violación moral. Llevé a Paris-Match a juicio, lo perdí por el derecho ‘a la legítima información de todos’. Renuncié a hacer lo propio con Mediapart. Le propuse a Plenel que habláramos, pero él quería una disculpa. Estoy dispuesta a explicar, no a disculparme. Nada justifica que se viole la intimidad de una mujer, que se abuse de su confianza”.

Y acaba: “Plenel considera que representa el Me Too en Francia, pero más bien utiliza el movimiento como escudo. Ni inventó el movimiento ni lo encarna. Debería aplicarse la frase ‘no es no’. Dije que no quería hablar del tema, y no respetaron mi voluntad. Tampoco creo que Edwy Plenel pueda opinar sobre mi relación con Luc Besson y menos aún decidir quién me agredió. Esto solo puedo decidirlo yo. Y considero que mis agresores son Paris-Match y Mediapart”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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