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Emocionante, peligroso y masivo tercer encierro de los temibles toros de Cebada Gago

Un herido por asta de toro y cuatro contusionados en un recorrido que ha durado 2,53 minutos

Los corredores entonaban el cántico ante la hornacina a San Fermín de la cuesta de Santo Domingo de Pamplona, antes del segundo encierro de los sanfermines, el sábado. Foto: Villar López (EFE) | Vídeo: EPV
Antonio Lorca

Los toros gaditanos de Cebada Gago hicieron honor a su fama de temibles en un tercer encierro con el cartel de “no hay billetes” en el que los corredores abarrotaron el recorrido, impidieron el paso de la manada y propiciaron numerosas caídas, atropellos y momentos de extrema tensión.

Las imágenes ofrecieron la impresión de que el balance de heridos de este domingo sería abultado, pero, un vez más, el capotillo de San Fermín ha hecho el quite oportuno, de modo que el primer parte médico señala que solo ha habido un corneado en el brazo y cuatro contusionados —uno de ellos con un traumatismo maxilofacial—, muy pocos corredores afectados a tenor de las numerosas circunstancias peligrosas que se han vivido durante los 2 minutos y 53 segundos que ha durado el encierro.

Otra mañana más, los expertos cabestros lideraron la carrera en la inicial cuesta de Santo Domingo, y a velocidad de vértigo, compacta la manada, llegaron hasta la plaza del Ayuntamiento.

Ahí, el único toro castaño, el llamado Chillón, de 595 kilos de peso, se olvidó de sus hermanos, hizo acopio de fuerzas, y demostró que era el más rápido de la dehesa. Rebasó al cabestro que abría paso, aceleró y llegó en solitario hasta los tablones de la curva de Estafeta, aunque dribló con eficacia de veterano el topetazo contra la madera.

Como si conociera el recorrido, enfiló la larga calle, atestada de corredores, hizo caso omiso de quienes lo molestaban y, seguido por el cabestro que le disputaba la cabeza, llegó al tramo de Telefónica con el corazón en la boca y las fuerzas mermadas.

Para entonces, la manada estaba rota: dos cabestros por delante de los rezagados, y cinco toros que, poco a poco, se fueron disgregando por la fuerza de la multitud que impedía sus movimientos. Se produjeron entonces emocionantes carreras, pero también atropellos, golpes, caídas y sustos por doquier.

El más grave e intenso, quizá, fue el que se produjo en el vallado de Telefónica, muy cerca de la bajada del callejón, en el que un pequeño montón de seis o siete corredores se vio sorprendido por un toro de capa negra que tiró cornadas en su intento de zafarse de los intrusos más que de acometer contra ellos. Cada cual se fue zafando como pudo, y el último que quedó a merced del animal se vio auxiliado por otro corredor que coleó al toro con tal ímpetu que, con seguridad, lo salvó de lo que parecía una inevitable cornada.

Un cabestro, también en solitario, arrolló a otros corredores apostados junto al vallado de enfrente, y aún un toro burraco asustó de lo lindo, aunque sin aparentes consecuencias, a quienes pretendían llegar al túnel de entrada al ruedo.

El castaño líder de la carrera fue el primero en entrar a los corrales, y, después, poco a poco, disgregados todos, hasta que el reloj marcó los 2 minutos y 53 segundos que duró la emocionante y peligrosa carrera de los veteranos Cebada Gago.

Esta es la participación número 33 de la ganadería gaditana, y a lo largo de los años se han ganado la fama de toros complicados y los que más cornadas han provocado. En las 32 comparecencias anteriores mandaron al hospital a 59 mozos, lo que supone 1,87 heridos por encierro.

Ya descansan en los corrales de la plaza Delantero (580 kilos), Formalito (550 kilos), Caminero (565 kilos), Perezoso (610 kilos), Cantarero (575 kilos) y Chillón (595 kilos), que serán lidiados esta tarde por una joven terna formada por dos debutantes, Adrián Torres e Isaac Fonseca —que hizo el paseíllo como novillero en 2022—, y el valenciano Román, que ya lidió astados de este mismo hierro el año pasado y que acude a esta feria de manera continuada desde 2017.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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