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Diego Ventura es un espectáculo

Logró su 18ª Puerta Grande al cortar tres orejas a dos excelentes toros de Carmen Lorenzo

Diego Ventura, a hombros, en su 18ª Puerta Grande en Las Ventas.
Diego Ventura, a hombros, en su 18ª Puerta Grande en Las Ventas.Daniel González Efe
Antonio Lorca

Hay que reconocer que Diego Ventura no es solo un rejoneador de época; es, también, quizá como consecuencia de lo anterior, un gran espectáculo.

Tras recibir la oreja del cuarto de la tarde (la bronca al presidente fue monumental por no conceder la segunda), el caballero pidió que le trajeran a Nazarí, uno de sus caballos estrella. Con él dio una clamorosa vuelta al ruedo. En lugar de mandar al equino torero al patio de caballos, le quitó la cabezada y la silla para que el público gozara con la belleza de su fiel colaborador. Y el caballo, consciente de que era objeto de todas las miradas, presumido y coqueto, se paseó por el ruedo entre el alborozo entusiasta de los tendidos.

Ese es Diego Ventura, un torero a caballo encaramado a lo más alto del arte del rejoneo actual, que conoce a la perfección los mecanismos para conectar con el público. Claro que le acompaña una cuadra de auténtica categoría y suele anunciarse con hierros de garantía. Como el de hoy, El Capea y Carmen Lorenzo, que amamantan toros para el triunfo de Ventura. Y si no es así, lo parece. Al menos, están diseñados y elegidos con inteligencia y mimo para que sean perfectos colaboradores del caballero.

Así ocurrió con el primer oponente de Ventura, que mereció la vuelta al ruedo, por su casta, tranco, nobleza y calidad. Y, claro, el espectáculo estaba servido.

Ventura lo paró en un palmo de terreno a lomos de Joselito; cautivó a los tendidos con Fabuloso, un caballo espectacular con el que templó a dos bandas, se lució con hermosinas y se dejó llegar el toro hasta los mismos pechos. Continuó en banderillas con otro torero, Bronce, al que le quitó la cabezada para clavar entre el entusiasmo general; y remató con Guadiana para dejar tres banderillas cortas al violín y un rejón de muerte efectivo pero trasero. El palco se hizo de rogar, pero concedió finalmente las dos orejas que con verdadero frenesí exigían los tendidos.

Recibió al cuarto con la garrocha en la puerta de chiqueros, en una preciosa estampa campera. Salió a continuación Nazarí, que templa, torea y burla al toro como si estuviera en un entrenamiento. Volvió Bronce para lucirse con piruetas en la cara del toro; el rejón cayó esta vez trasero, y el presidente aguantó una pitada general, pero el premio se quedó en una oreja.

Y salió a hombros. Ya se sabe que los triunfos de los rejoneadores están directamente relacionados con la efectividad del rejón de muerte, pero las 18 Puertas Grandes de Diego Ventura evidencian su altísima categoría como torero a caballo. Lo dicho: un espectáculo.

Le acompañaba Leonardo Hernández, otro extraordinario rejoneador, clásico, técnico y dominador de todas las suertes. Templó bien a su noble primero, clavó banderillas con eficacia y lucimiento, pero mató mal. Se encontró después con un manso de Los Espartales, que harto de estar en el ruedo intentó saltar al callejón para huir de la pelea. Hernández consiguió ‘meterlo en la muleta’, y destacó sobremanera a lomos de Calimocho en un brillante tercio de banderillas. Volvió a fallar en la suerte suprema y todo su premio se redujo en ambos casos a sendas ovaciones.

Confirmó la alternativa Duarte Fernandes, sobrino del también rejoneador portugués Rui Fernandes, que se mostró como un caballero conocedor del oficio y con proyección de futuro. Se las vio, primero, con un manso de libro que huía de su sombra, y muy apagado, con el que consiguió lucirse a pesar de la dificultad manifiesta del animal. Destacó ante el sexto con espectaculares quiebros montando a Engaño, un caballo de armoniosa elasticidad. Falló reiteradamente a la hora de la muerte y la campana lo salvó del tercer aviso. Su presentación, no obstante, fue muy digna.

Y por la Puerta Grande se llevaron a hombros a Diego Ventura por haber encandilado a Las Ventas. Su tarde ha sido, sin duda, un gran espectáculo.

El Capea/Ventura, Hernández, Fernandes

Toros despuntados para rejoneo: tres de Carmen Lorenzo, segundo, tercero y cuarto, de excelente clase, en especial el primero; dos de Los Espartales, primero y quinto, mansos y descastados, y el sexto de El Capea, noble.

Diego Ventura: rejón caído (dos orejas); rejón trasero (oreja y petición de la segunda). Salió a hombros por la Puerta Grande. 

Leonardo Hernández: pinchazo y rejón en dos tiempos (ovación); pinchazo hondo y bajo _aviso_ cuatro descabellos y el toro se echa (ovación). 

Duarte Fernandes, que confirmó la alternativa: dos pinchazos (ovación); tres pinchazos _aviso_ tres descabellos _2º aviso_ y cuatro descabellos (silencio).

Plaza de Las Ventas. 20 de mayo. Décimo festejo de la Feria de San Isidro. Lleno (22.464 espectadores, según la empresa).

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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