Erasmo Carlos, el rockero detrás de las baladas de Roberto Carlos
La leyenda de la música brasileña fallece a los 81 años y deja un cancionero de más de 600 títulos, entre ellos ‘Lady Laura’ o ‘Un millón de amigos’
Coincidiendo con el fallecimiento de Pablo Milanés, llegó el de otra de las leyendas de la música latinoamericana: el brasileño Erasmo Carlos, muerto el pasado 22 de noviembre cuando acababa de cumplir 81 años. El cantante y compositor, que recientemente recibía su sexto premio en los recientes Grammys Latinos (al mejor álbum de rock en portugués por O futuro pertenece á… Jovem Guarda), había ingresado de urgencia en un hospital de Río de Janeiro, tras una recaída con complicaciones de la enfermedad que venía padeciendo durante los últimos años, el síndrome edematoso.
Erasmo Carlos deja una veintena de discos grabados en solitario con su nombre y un cancionero que sobrepasa los 600 títulos, muchos de ellos grandes éxitos en todo el mundo de habla hispana y portuguesa, fundamentalmente por su parcería junto al cantante Roberto Carlos, sin duda la voz que más lejos hará volar su inspiración, con canciones tan célebres como El progreso, Amigo, Lady Laura, La distancia, Amante a la antigua o Un millón de amigos.
No fue, sin embargo, la música romántica ligera la que Erasmo abrazaría con más pasión en sus discos propios, sino el rock, por el que, como muchos otros artistas brasileños crecidos en plena invasión de la música anglosajona de los sesenta, se dejaría seducir con profunda devoción. Tras formar parte de varias bandas juveniles, consiguió junto a Roberto Carlos y la cantante Wanderlea un contrato televisivo con el que difundiría los hallazgos creativos de la Jovem Guardia, un movimiento que conectaría precisamente el rock and roll más urgente y primitivo con las distintas fuentes inagotables de la música brasileña, en busca de una banda sonora con singularidades y peculiaridades propias.
Artistas tan respetados como Chico Buarque, Djavan, Caetano Veloso, Marisa Monte o Milton Nascimento fueron también con el tiempo algunos de los músicos que se sumaron en distintos periodos de su vida al barco de una trayectoria que continuaría flirteando con la cultura hippy y la música soul, y que poco a poco se iría sofisticando y diversificando en busca de nuevas formas de expresión cada vez más alternativas y osadas tanto musical como literariamente, reflejadas en discos tan admirables como Pelas Esquinas de Ipanema, Mulher, A pesar do Templo Claro, Santa Música o el atrevido Sexo. Trabajos inquietos, tan sugerentes como complejos y siempre sorprendentes.
Con este equipaje Erasmo Carlos fue conformando un perfil artístico genuino, inconfundible y muy singular, tan reconocido en Brasil como inadvertido en España, en el que merece la pena adentrarse en busca de ese universo comprometido con aspectos como la ecología o el feminismo. Trabajos, en cualquier caso, complementarios a los que ofrecía en sus colaboraciones mucho más convencionales como compositor de esas canciones tan universales que servía su socio Roberto Carlos.
Esa dicotomía tan presente en su trabajo como músico alientó sus últimas palabras públicas, las que dirigió a sus fans con ocasión de su agradecimiento a su último premio Grammy: “Es tan importante entender el concepto, en cuanto a oír la música… Existen varias formas de amor y yo necesito todas”, escribía en su último tuit.
Babelia
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