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Universos paralelos
Columna
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Cuando Willie Nelson actuó sin marihuana

El rescate de un concierto de 1984 muestra al cantante en un estado insólito: sobrio

Willie Nelson
El músico Willie Nelson en una imagen promocional sin datar.
Diego A. Manrique

Vamos a decirlo alto y claro: durante las últimas décadas, Willie Nelson ha sido el porreta más conspicuo de la música popular. Una reputación conquistada con hazañas como fumar unos petardos en la azotea de la Casa Blanca, cuando Jimmy Carter era presidente (una ocurrencia que el mismo Willie reveló en uno de sus libros biográficos). Su fama como consumidor está tan difundida que, la última vez que le detuvieron, el policía responsable fue ridiculizado por sus compañeros. Hasta se atrevió a competir con el porrero mayor del hip-hop, Snoop Dogg, en un recorrido por las coffee shops de Ámsterdam, que terminó con la rendición del rapero.

Según Willie, ha dejado recientemente de fumar por insistencia de sus doctores (tiene actualmente 89 años). Pero continúa argumentando —¡con razonamientos teológicos!— a favor de la legalización total de la “hierba” (de hecho, en los Estados más tolerantes, está abriendo una cadena de tiendas cannábicas, Willlie’s Reserve).

En contra del tópico, Nelson es un artista muy activo, tanto en giras como en discos (en algún año, llegó a publicar siete álbumes). Cierto, ha bajado el ritmo en los últimos tiempos pero acaba de rescatar una grabación de 1984, Willie Nelson live at the Budokan (Sony Legacy), anteriormente solo disponible en Japón en formato de —¿recuerdan?— LaserDisc. Ahora se publica como doble CD con DVD y merece su escucha.

Abundan los directos de Willie pero At the Budokan suena diferente. De principio, hay constancia de que ninguno de los músicos consumió maría. Cuatro años antes, Paul McCartney había sido atrapado con contrabando en Narita, el aeropuerto internacional de Tokio, y pasó nueve días encarcelado en condiciones rigurosas, bajo la amenaza de ser condenado a siete años de prisión por “narcotráfico”. Nelson sugirió que nadie se arriesgara.

Lejos del ruidoso entusiasmo con que le reciben sus fans estadounidenses y europeos, Willie se topó con la circunspección de los nipones. Y supongo que, por sugerencia de la discográfica local, prescindió de profundizar en su primer cancionero, cuando era un pulcro vocalista country, sin barba ni coletas, que componía para Patsy Cline, Ray Price, Faron Young y otras figuras de Nashville. A cambio, tenemos tres temas del LP dedicado al repertorio de Kris Kristofferson, cuatro standards extraídos del sublime Stardust, canciones de la película (Honeysuckle Rose) que protagonizó en 1980, ecos de su etapa outlaw y material reciente.

Portada de 'Willie Nelson live at the  Budokan'.
Portada de 'Willie Nelson live at the Budokan'.Sony

Con la ausencia del combustible acostumbrado, aquello pudo resultar un desastre (y es cierto que se notan algunos patinazos instrumentales). Pero los ingenieros de Sony estaban habituados a grabar en el Nippon Budokan y consiguieron un sonido insospechadamente cálido a partir de una formación atípica, donde puntualmente requieren protagonismo tanto la armónica como el piano. Siempre en el centro la voz de Willie y su no menos cascada guitarra Trigger.

Otro punto a favor de At the Budokan: no incluye su mayor éxito pop, también registrado en 1984, To All the Girls I’ve Loved Before, bochornoso pavoneo de playboy, destinado al LP de lanzamiento a lo grande de Julio Iglesias en Estados Unidos. La discográfica, CBS, rogó a Willie que su gente evitara los porros durante la visita de la estrella. Y Nelson ordenó abstención total a su equipo. Se cumplió… al menos hasta que los tejanos descubrieron que el tal Yulio no tenía prejuicios contra las drogas.

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