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Anna Marchessi, actriz de ‘Lectura fácil’: “¿Por qué presupones que no soy capaz de hacer ciertas cosas?”

La intérprete y guionista, que nació con parálisis cerebral, actúa en la adaptación teatral de la novela por la que Cristina Morales ganó el Premio Nacional de Narrativa y también en la serie basada en el mismo libro

Anna Marchessi, guionista y actriz, fotografiada en la Academia de Cine. Foto: SANTI BURGOS
Raquel Vidales

Quien todavía no conozca el nombre de Anna Marchessi lo hará posiblemente en los próximos meses. Nació en Barcelona hace 30 años con parálisis cerebral, pero eso no le ha impedido estudiar dos carreras. Aparte de ser guionista de populares producciones televisivas como Amar es para siempre y Luimelia, también es actriz y este viernes estrena en el Centro Dramático Nacional la adaptación teatral de Lectura fácil, la novela por la que Cristina Morales ganó el Premio Nacional de Narrativa en 2019, protagonizada por cuatro mujeres con discapacidad que comparten un piso tutelado. Pero además también actúa en la serie basada en el mismo libro, Fácil, que llegará a Movistar Plus+ el 1 de diciembre. En paralelo está trabajando en el guion de una serie autobiográfica dentro del programa de residencias de la Academia de Cine.

Pregunta. Suponemos que a Cristina Morales le gusta la adaptación teatral de Lectura fácil que ha hecho Alberto San Juan porque ella misma participa como asesora de movimiento en el espectáculo. Por el contrario, la autora calificó de “nazi” la serie dirigida por Anna R. Costa. ¿Qué opina usted tras haber participado en las dos producciones?

Respuesta. Yo participo como actriz y el trabajo de adaptación escapa a mi control. Solo puedo decir que estamos hablando de medios muy diferentes y cada uno tiene su propio lenguaje. Cristina Morales tiene todo el derecho a defender su punto de vista, pero la directora de la serie también lo tiene para hacer su lectura personal.

P. Pero el calificativo de “nazi” es fuerte, ¿no?

R. Lo que reprocha a la serie es que se coloque del lado del sistema. Yo no creo que lo haga, sino que trata de humanizar a todos los personajes, incluidos los que trabajan dentro del sistema. Porque al final, cuando un actor tiene que darles vida, necesita defenderlos de alguna manera. Y eso no se puede hacer si son malos malísimos o buenos buenísimos. No pueden ser planos, tienen que ser poliédricos.

Pregunta. ¿Qué sensaciones tuvo al leer la novela? ¿Se sintió singularmente aludida?

Respuesta. No especialmente. Porque el libro no habla tanto de discapacidad como de la incapacidad de la sociedad para asimilar lo que no entra dentro de lo normativo. O sea, lo que se sale del rebaño. Ya sea una persona con discapacidad o cualquiera que no encaje en el estándar de “persona normal”. El sistema tiende a neutralizar la diferencia. Y de eso va esta obra: tiene una carga ideológica que trasciende las circunstancias personales de los personajes.

P. En todo caso, las personas con discapacidad siempre lo tienen más difícil.

R. Claro. Pero las protagonistas de la novela son solo ejemplos extremos de lo difícil que resulta romper las convenciones. No pone tanto el foco en su discapacidad como en el hecho de que son unas mujeres que viven constreñidas por las normas.

P. Entonces, ¿el mensaje es que hay que saltarse las normas?

R. No exactamente. Se trata de poner en cuestión el funcionamiento del sistema y preguntarse por el sentido de algunas normas.

Anna Marchessi fotografiada en Madrid, el día 11 de noviembre.
Anna Marchessi fotografiada en Madrid, el día 11 de noviembre. Santi Burgos

P. ¿Usted ha vivido muy constreñida por su discapacidad?

R. Los prejuicios existen, claro. Lo que pasa es que yo he tenido suerte porque para una persona con discapacidad es muy importante una cosa: el inconformismo. Tanto por su parte como por la de su familia. Digamos que si tú estás en el “sí” y tu entorno te apoya, pues no hay prejuicio o negativa que te pare. Y yo soy muy cabezota.

P. ¿Le han dicho muchas veces “no”?

R. ¡Claro! Le pongo un ejemplo. Cuando era pequeña, yo tenía dificultades para escribir porque no controlaba la fuerza de mis manos. Entonces, la respuesta del colegio fue: ‘Bueno, pues que aprenda a escribir con ordenador. Y yo, que tendría unos seis años, dije que no. ¿Por qué no me dejaban intentarlo? Ahora tengo una caligrafía perfectamente inteligible. Es lo que hablábamos antes del rebaño. O sea, que el ritmo de aprendizaje de cada uno es diferente y eso nos tiene que entrar a todos en la cabeza.

P. Después se sacó dos carreras.

R. Bueno, una no la he terminado del todo. Acabé Comunicación Audiovisual y cursé la mayoría de las asignaturas de Derecho. Eso fue porque en mi época universitaria tuve que someterme a una cirugía muy complicada y la rehabilitación me impedía ir a clase, así que mientras tanto me puse a estudiar Derecho a distancia como escape intelectual. Para no volverme loca.

P. ¡Menos mal que es usted cabezota!

R. Bueno, la trayectoria vital de cada uno es diferente. Tendemos a pensar que todas las todas las infancias son más o menos similares, pero en realidad no. Cada uno tiene que lidiar con sus propias batallas. Pero es verdad que influye mucho el carácter.

P. ¿Cuál es su principal batalla ahora?

R. Los prejuicios sobre la discapacidad. Es curioso, muchas veces me encuentro con personas que ven obstáculos donde no los hay. O sea, que en mi cabeza todo es más fácil de lo que la gente presupone. Me dan ganas de preguntar: ¿por qué das por hecho que no soy capaz de hacer ciertas cosas sin preguntarme?

P. Usted participa también como actriz en la obra teatral Supernormales, de Esther F. Carrodeguas, que fue muy aplaudida la temporada pasada en el Centro Dramático Nacional y volverá a la cartelera en abril del año que viene. Ahí se aborda a lo bestia el tabú del sexo en las personas con discapacidad. Esa batalla todavía está muy verde, ¿no?

R. Lo peor es el paternalismo. Y si juntas las palabras sexo, mujer y discapacidad, ni te cuento. Por eso es bueno que haya obras como Supernormales o Lectura fácil que ponen el foco sobre eso.

P. ¿Y cómo está el mundillo artístico en ese sentido?

R. Yo me siento muy cómoda. Lo que falta es que los actores con discapacidad seamos considerados profesionales sin más y que podamos interpretar papeles en los que la discapacidad no sea su característica principal. Por ejemplo, yo no hago el mismo personaje en la obra teatral que la serie, lo que demuestra que puedo hacer cualquiera. Pero la única crítica que he leído hasta ahora de la serie Fácil alaba mi papel por su naturalidad pero a la vez dice que eso se debe a mi condición. ¡No hay nada más insultante para un actor!

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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