Danza para sanar el dolor de las víctimas del terrorismo
Los prestigiosos coreógrafos Iratxe Ansa e Igor Bacovich estrenan en Vitoria una pieza sobre el duelo producida por el Centro Memorial
“Un momentito, estoy bajando del escenario”. Habla la bailarina y coreógrafa Iratxe Ansa (Rentería, 46 años), ganadora del Premio Nacional de Danza 2020 en la modalidad de interpretación, al otro lado del teléfono. Está en plenos ensayos y pruebas de su nuevo trabajo, Prisma, que ha coreografiado junto a Igor Bacovich, con quien dirige la compañía Metamorphosis Dance. “Estaba dando algunas correcciones”, se disculpa. La obra que tiene entre manos está rodeada de un particular halo de emoción y afecto, pues se trata de una producción realizada por encargo de la Fundación Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo (FCMVT), entidad adscrita al Ministerio del Interior, conocida también como Centro Memorial, en homenaje a los damnificados por este tipo de violencia. Se estrena este jueves en el Teatro Principal de Vitoria y tuvo un preestreno el martes en el Museo Universidad de Navarra.
El proyecto fue iniciativa del fallecido exministro José Guirao cuando dirigía la Fundación Montemadrid. “Me llamó hace dos años por teléfono y fue una conversación muy larga y bonita. Me explicó la idea y le dije que me lo iba a pensar, es un tema delicado y cercano para mí, pero finalmente acepté y hemos dado lo mejor que tenemos”, cuenta la bailarina vasca. Florencio Domínguez, director de la Fundación, también recuerda a Guirao en los orígenes de este encargo, en un principio ideado para que coincidiera con la inauguración del museo del Centro Memorial en junio de 2021, pero retrasado hasta ahora por diferentes agendas. “Nos unía una bonita relación con Guirao y nos dejábamos aconsejar. La idea de rendir homenaje a las víctimas del terrorismo internacional a través de la danza nos pareció preciosa”, explica.
Duro proceso de investigación
Prisma es una obra para seis bailarines que recorre algunas de las etapas por las que transita el dolor frente a una pérdida. Negación, incredulidad, rabia, tristeza, superación… En este último aspecto han querido poner el acento Iratxe Ansa e Igor Bacovich para concebir la coreografía. “Nos parecía importante transmitir el mensaje de ‘sigue caminando’. No tiene que ver con el perdón, ni con olvidar, sino con transformarse, de alguna manera, y continuar”, declara Ansa.
Para abordar el trabajo, la bailarina reconoce que han pasado horas de documentación muy duras. Visionado de testimonios de personas afectadas, conversaciones con psicólogas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo y un amplio y complejo marco por delante: el de un tema tan vasto como delicado. “Hubo una investigación previa muy grande para encontrar el lugar desde donde enfocarnos. Finalmente optamos por esa parte de sanación y recuperación, pero sin olvidar el dolor que la precede. Lo consultamos con las psicólogas y nos dijeron que tenía mucho sentido”.
Un elemento escenográfico del que la coreógrafa no ha querido desvelar casi nada, “que se va transformando, como se transforman los bailarines”, marca la narrativa y estructura de Prisma, que vuelve a contar con iluminación de Nicolás Fischtel, premiado con un Max por CreAcción, trabajo anterior de Ansa y Bacovich que se verá el 29 y 30 de octubre en los Teatros del Canal de Madrid y que también se hizo con el Max a la mejor coreografía. El rigor, la técnica y la cuidada puesta en escena alrededor de los intérpretes y la pieza misma, constantes en el trabajo de Ansa y Bacovich, terminan de equiparar una obra que rinde tributo al dolor y la superación, a partes iguales. “Nos gustaría que al público que asista al estreno le llegue un mensaje de comprensión del sufrimiento de las víctimas del terrorismo internacional y la idea de que es posible superar esa violencia”, cuenta Florencio Domínguez, que se confiesa admirador del trabajo y esfuerzo que conlleva la danza. Prisma también se verá en la localidad madrileña de Alcorcón, donde es residente Metamorphosis Dance, el próximo 22 de octubre.
La danza y el horror
Como cualquier otro arte, la danza también ha radiografiado la barbarie a lo largo de los años. A través de esta disciplina se han revivido acontecimientos, universales o concretos alrededor de la violencia y el terror. Seguramente, el caso más obvio se encuentre en el nacimiento de la danza butoh, la danza contemporánea japonesa, también llamada danza de la oscuridad, surgida en la década de los 50 del siglo pasado, como respuesta existencial a los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. “La danza puede hablar de todo, de cualquier cosa, grande o pequeña”, dice Iratxe Ansa. “Se trata de que esté más presente en la sociedad y que la gente la conozca para poder enamorarse de ella”.
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