La inquietante mirada del otro
Eva Yerbabuena presenta una intensa obra dirigida por Juan Kruz en la XXII Bienal de Flamenco de Sevilla
“El ojo que ves, no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve”. El viejo proverbio de Antonio Machado se puede encontrar entre las citas que ilustran esta creación y no por casualidad. Una mirada inquietante preside la sala desde antes del comienzo del espectáculo. Luego, los mismos ojos, los de Juan Kruz, se centrarán en las evoluciones de Eva, la seguirán y la escrutarán desde la distancia, mientras ella interpreta en silencio un proceso aparentemente introspectivo, de transida búsqueda. Entregándose a él o ante el espejo, puede que persiga el despojamiento. La guitarra entra suavemente poniendo fin a ese silencio y llamando a un baile que romperá la gravedad para crecer hasta convertirse en aparente catarsis. La soleá ha sido un estilo emblemático en Yerbabuena, pero sigue sorprendiendo su capacidad para hacer una creación igual y distinta en cada ocasión. Atrapa su sobriedad inicial y el tono creciente que va adquiriendo la danza hasta llegar a la apoteosis final, plena de nervio y transmisión.
Pero todo es un espejismo, apenas una broma ante esa mirada externa que prosigue su proceso de dominio, la búsqueda de una sumisión total expresada en la coreografía de la nana, en la que Eva es tratada como un títere y llamada a girar cual derviche exigido hasta el desfallecimiento. Tan solo una vez el personaje se rebela: calla ante una supuesta entrevista, pero no se deja peinar y busca en la sala quién lo haga: encontraría, por cierto, a la maestra Merche Esmeralda, a la que, sin duda, quiso rendir homenaje. La voz de Pilar Amalé, con su viola de gamba y su antiquísima nana, pondría un final delicado a un cuadro que elevaba la inquietud. Tras el baile de los tangos, pareció imponerse un grado mayor, el de la tiranía. Imágenes de equívoca simbología en una extraña marcha fúnebre que ralentizaba la acción. Ante la anulación del ser, el baile de la seguiriya pareció ser la respuesta. Una forma de rebelión. Una danza de fuerza, concentrada e intensa, que se rompió, sin embargo, de forma abrupta, dejando quizás una duda de tono tan sombrío como el que había inundado toda la obra.
La trayectoria de Eva Yerbabuena y su compañía, que presentó justamente en esta Bienal en 1998, esta presidida por la inagotable inquietud de la bailaora. Una búsqueda permanente que la ha conducido a la creación de docena y media de espectáculos de la más diversa factura e inspiración. Su asociación con el polifacético Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola, siempre recordado aquí por la dirección de Romances (Estévez&Paños, 2012), supone una nueva asunción de riesgo, traspasar un nuevo umbral, en tanto se ha dejado dirigir, por más que los dos firmantes de la obra califiquen la experiencia como diálogo o encuentro. Puede ser verosímil: el baile de Eva pervive y compensa cualquier experiencia. La historia esta vez es de otro, que no es cualquiera: la participación y presencia de Kruz es fundamental, abrumadora por momentos. Pero la bailaora nunca pierde la referencia flamenca, que es su marco y su ser. Como lo es la guitarra de Paco Jarana, compositor una vez más sorprendente de una música que se intuye exigente en esta ocasión. El cante, como es costumbre de la casa, sigue estando cuidado y juega con el contraste de distintos metales. Pero, sobre todo, está su baile, que resulta redentor y el asidero al que agarrarse ante cualquier zozobra.
Compañía Eva Yerbabuena. Re-fracción (desde mis ojos)
Dirección escénica: Juan Kruz.
Coreografía: Eva Yerbabuena.
Composición y creación musical: Paco Jarana
Dirección musical: Paco Jarana y Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola.
Dirección escénica y concepto: Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola.
Diseño de escenografía: Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola.
Coreografía de la nana: Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola.
Asistente a la dirección: Martí Corbera.
Asistente personal y coreográfico de Eva Yerbabuena: Cristian Lozano.
Video, imágenes, film: Greg Blakey.
Diseño de luces: Fernando Martín y Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola.
Intérpretes: Eva Yerbabuena y Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola. Guitarra: Paco Jarana. Cante: Miguel Ortega, Alfredo Tejada y Antonio Gómez “el Turry” Viola de gamba: Pilar Almalé. Baile y percusión: José Manuel Oruco. Percusión: Dani Suárez
Sábado 10 de septiembre 2022. Teatro de la Maestranza. 20:00 h.
Más de 60 espectáculos para 24 días de celebración
La XXII edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla, creada en 1980, arrancó el pasado 8 de agosto con la entrega, de manos de Su Majestad el Rey Felipe VI, del I Giraldillo Internacional de Flamenco Ciudad de Sevilla a la bailaora Eva Yerbabuena. Al día siguiente, Laura García Lorca, sobrina del poeta, se encargó del pregón de esta edición dando paso ayer sábado a los primeros espectáculos. Hasta el próximo 1 de octubre, cuando tendrá lugar el Concierto de Clausura en Los Tinglaos del Puerto de Sevilla, quedan por delante casi tres semanas de celebración. Más de 65 espectáculos, de los que 28 son estrenos absolutos, en una programación que quiere convertir a la Bienal en un “un espacio de libre creación”, en palabras de su director Chema Blanco.
Los espectáculos se repartirán por hasta 10 espacios escénicos de la ciudad para convocar a los aficionados a casi cualquier hora del mediodía, de la tarde o de la noche: de la hora del Ángelus de los domingos (Ciclo Gratia Plena en la Iglesia de San Luis de los Franceses, 12:00) a las 23 horas del Teatro Alameda o del Hotel Triana, según que días, se pueden encontrar citas a las 19:00 (Espacio Turina, Ciclo Guitarra desnuda), a las 20: 00 (Teatros Maestranza y Lope de Vega), a las 20:30 (Cartuja Center) o a las 22:00 (Teatro Central).
Babelia
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