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El Sert privado se abre al ojo público

La Fundación Juan March reúne dos conjuntos de pinturas del artista catalán, ‘Los recuerdos maravillosos’ y ‘Evocaciones españolas’, realizados para las residencias de sir Saxton Noble y Juan March Ordinas

Andrea Aguilar
Biombo de la serie 'Evocaciones españolas' (1942), de Josep M. Sert, expuesto en la Fundación Juan March.
Biombo de la serie 'Evocaciones españolas' (1942), de Josep M. Sert, expuesto en la Fundación Juan March.

Los encargos privados fueron el pilar fundamental de su carrera. Josep M. Sert (Barcelona, 1874-1945) sedujo a un notable grupo de clientes a ambas orillas del Atlántico. Contar con una de sus obras diseñadas específicamente para el lugar donde sería mostrada fue, durante la primera mitad del siglo XX, un símbolo de estatus internacional solo al alcance de las élites. Antes de ser finalmente instalados, las pinturas o los trabajos preparatorios se exhibían en prestigiosas ferias de París, y esto permitía que la fama de Sert, casado primero con la sofisticada pianista rusa Maria Zofia Olga Zenajda Godebska, conocida como Misia, y más adelante con la princesa Roussadana Mdivani (Roussy), no parase de crecer.

Si la dimensión eminentemente privada de su arte puede hacer pensar en su trabajo como un exclusivo secreto, una parte del mismo ha quedado desvelado en la Fundación Juan March, en Madrid, que hasta el 31 de julio muestra Josep M. Sert. Recuerdos y evocaciones. La sala reúne dos montajes apenas conocidos del cosmopolita artista, descendiente de una familia de industriales del sector textil en Cataluña, que contó en su círculo de íntimos con Coco Chanel, André Gide o el empresario Serguéi Diáguilev.

'El tiovivo', de la serie 'Los recuerdos maravillosos' (1916), de Josep M. Sert, expuesto en la Fundación Juan March.
'El tiovivo', de la serie 'Los recuerdos maravillosos' (1916), de Josep M. Sert, expuesto en la Fundación Juan March.

Los recuerdos maravillosos (1916) está compuesto por 15 coloridos paneles pintados al óleo. Fue un encargo que le llegó al pintor antes del estallido de la I Guerra Mundial de sir Saxton Noble para el salón comedor de su mansión Wretham Hall, en Inglaterra. El conflicto que tiñó de sangre Europa puso freno al plan original, pero Sert siguió adelante. “No espera y acomete la pintura porque prepara una exposición para la que necesita incluir alguna obra grande. Está seguro de poder colocarla después, ya sea en casa de Noble o en otra parte”, explica en el texto del catálogo Pilar Sáez Lacave. Los paneles se mostraron finalmente en la Galerie Seligmann de París en 1916 y en Londres en 1920, y finalmente acabaron en casa de Saxton. Sert diseñó la sala entera, creando el “marco” que recubre las paredes, pintadas de verde turquesa. El artista había hasta ese momento fijado sus lienzos a las paredes de la sala donde se expondrían, pero esta vez concibió el conjunto del espacio. El comedor tal y como lo diseñó Sert se reproduce ahora en la sala de la Fundación Juan March, incluidos los cortinajes de la estancia original, hoy desaparecidos como el resto de Wretham Hall. Las pinturas fueron vendidas a un coleccionista privado y en su más de un siglo de existencia apenas han sido expuestas públicamente.

Pagodas, aves exóticas, plumas, turbantes, elefantes y dálmatas llenan de exotismo los coloristas paneles de Los recuerdos con figuras dinámicas y joviales, muchas de ellas en escorzo, aprovechando el efecto visual que tendrían al ser vistas desde abajo. “Inaugura una serie de obras fastuosas de temas sugestivos en las que priman el color y el artificio”, subraya Sáez Lacave.

Vista de la sala de exposiciones de la Fundación Juan March donde se expone la serie 'Los recuerdos maravillosos' (1916) de Josep M. Sert
Vista de la sala de exposiciones de la Fundación Juan March donde se expone la serie 'Los recuerdos maravillosos' (1916) de Josep M. SertFundación Juan March

Despojados de los vivos colores de los paneles de 1916, los imponentes biombos Evocaciones españolas emplean solo el oro y el negro. Esta obra, expuesta en la planta inferior de la sala de exposiciones, es de 1942 y fue un encargo del empresario y financiero Juan March Ordinas para la sala de música de su residencia en Madrid, nunca mostrada al público. Sobre las 27 tablas de maderas, a modo de trampantojo, unas telas se extienden y es en ellas donde se recrean las escenas con amplias perspectivas, un pueblo imaginario con monumentos, personas, animales y paisajes. Hay cinco escenas y el biombo más grande tiene 11 hojas. El pan de oro recubre toda la superficie y sobre él surgen las figuras y paisajes en negro. Y así la representación sofisticada de temas populares, la mezcla imaginaria de motivos y monumentos reales, aleja del costumbrismo a Sert, que partía de la fotografía para elaborar su obra, del realismo de otros pintores del siglo XIX español. Sert concluyó este trabajo en su estudio de París durante la ocupación nazi. Apenas tres años después murió.

Entre Los recuerdos y Evocaciones habían transcurrido casi tres décadas. A los muchos encargos privados se sumaron las pinturas del Palacio de las Naciones en Ginebra (1935) y el hall del Rockefeller Center de Nueva York (1933-1940), además de las obras de la catedral de Vic, que diseñó dos veces, puesto que las originales fueron destruidas durante la Guerra Civil y el pintor volvió a ejecutar un nuevo proyecto en la posguerra. Pero sin duda fue en los salones exquisitos del siglo pasado donde Sert se movió con más soltura y donde aún reside gran parte de su secreto, apenas desvelado al ojo público.

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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