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Feria de San Isidro
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cornada grave a Ginés Marín, pundonor torero

El diestro extremeño sufrió una herida en el muslo derecho; Álvaro Lorenzo y Curro Díaz cortaron sendas orejas de poco peso ante tres toros de nota de El Parralejo

Momento en que el tercer toro hiere a Ginés Marín en el muslo derecho.
Momento en que el tercer toro hiere a Ginés Marín en el muslo derecho.Alfredo Arévalo
Antonio Lorca

El pitón derecho del tercer toro había atravesado el muslo de Ginés Marín y la sangre le chorreaba por toda la pierna, pero no hizo el torero ni un mal gesto ni de desagrado ni dolor. Por el contario, volvió a tomar la muleta y, muy decidido, con la mirada fija en su oponente, se dirigió hacia el animal con la firme intención de acabar la faena, como así sucedió. Estaban los ánimos encogidos, pero no el suyo; con la cara y el traje manchados de sangre propia y del toro, mantuvo impávido el semblante y continuó su labor como si no hubiera pasado nada. Mató al toro, y esperó en el burladero el veredicto del público, impacientes los tendidos ante la serenidad del herido, mientras al padre, picador de su cuadrilla, se lo comían los nervios en la puerta de la enfermería. Solo cuando saludó la ovación marchó andando por el callejón, sin prisas, hacia la enfermería. Y llevaba abierto el muslo derecho…

Todo había sucedido en el inicio de faena a su primer toro. Tras un par de pases con la pierna flexionada y un remate de pecho, Marín tomó la mano derecha y trató de ahormar la embestida desigual del animal. Al sexto muletazo, el toro vio el muslo del torero y lo tuvo claro: le clavó el astifino pitón en la carne, lo levantó por los aires y se lo echó a los lomos.

Y es en ese momento cuando surge el pundonor del torero. Hace caso omiso de la herida, no muestra mueca de sufrimiento alguno, y tiene claro que su obligación es matar al toro y a ello se dispone, sin prestar atención a los buenos consejos de sus hombres.

Son gente rara los toreros, que demuestran cada tarde una vergüenza que solo está al alcance de unos pocos. En la enfermería lo intervinieron con anestesia general, confirmaron los médicos que la herida era grave y esta noche duerme en un hospital. O sea, que el asunto no era baladí. Así se comportó este Ginés Marín, que cantó sin abrir la boca la grandeza humana que acompaña a su torería.

El festejo lo había abierto el mejor toro de la tarde, precioso de hechuras, muy serio, que rajó de arriba abajo el capote de Curro Díaz en el recibo con unas garbosas verónicas. Fue bravo en el caballo, y embistió con clase, fijeza y ritmo en el tercio final. Díaz se gustó en los primeros compases, lo lució de lejos, y el animal confirmó su calidad ante unos muletazos desmayados y escaso mando del torero. La faena fue larga, hubo tandas cortas y apocadas, una vistosa tanda con la zurda, con un par de naturales hermosos y un buen remate, pero aquello no rompió. Hubo detalles sueltos, pero no una labor conjuntada. Curro dio la impresión de no estar metido en la faena ni dio pie a la emoción.

Pocas opciones le ofreció el deslucido cuarto, con el que estuvo firme, y le cortó la oreja al que lidió por cogida de Marín, un animal con clase con el que lució en momentos puntuales en otra labor larga y desigual. Mostró su innata elegancia, pero sin rematar la obra que merecía su oponente. Mató de una buena estocada y paseó una oreja que bien pudo haberse quedado en vuelta al ruedo.

Es el mismo caso de Álvaro Lorenzo, que estuvo muy por debajo del noble sobrero de José Vázquez, correcto y frío, y lució algo más con el buen toro quinto, que repitió con movilidad, fijeza hondura. Muchos pases dio el torero, despegado en ocasiones, y mejor en una buena tanda con la derecha y en los de pecho finales. Unas ajustadas bernadinas calentaron la frialdad que no había roto el toreo fundamental y tras una estocada trasera paseó otro trofeo sin verdadero peso de una feria como San Isidro.

El Parralejo/Díaz, Lorenzo, Marín

Toros de El Parralejo, -el segundo, devuelto- bien presentados, serios, astifinos y mansurrones; bravo y con clase el primero; noble y encastado el quinto, y con calidad el sexto; tercero y cuarto, deslucidos. Sobrero de José Vázquez, bien presentado, manso y noble.  

Curro Díaz: media atravesada (ovación); estocada baja (silencio); estocada (oreja).

Álvaro Lorenzo: pinchazo y estocada _aviso_ y un descabello (silencio); _aviso_ estocada trasera (oreja).

Ginés Marín: casi entera (ovación). Fue cogido por el tercer toro. Parte médico: Herida en 1/3 medio del muslo derecho con dos trayectorias, una ascendente de 25 cms. que contusiona la arteria femoral, y otra transversal de 20 cms. que lesiona el recto anterior y presenta orificio de salida en la cara lateral del muslo. Pronóstico grave.

Plaza de Las Ventas. 15 de mayo. Octava corrida de la Feria de San Isidro. Casi lleno (18.496 espectadores, según la empresa).

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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