Málaga se hace por fin con el busto del emperador Antonino Pío
La estatua, robada en 2004, fue hallada en un hotel de Marbella en 2011 al aparecer por televisión durante la visita de Michelle Obama
Al emperador romano Antonino Pío, que llegó al poder en el año 138, se le recuerda por bajar los impuestos. También evitó abusos de poder, estableció un precio máximo para los juegos, reformó el culto a la diosa Cibeles e impulsó la obra pública. Atravesó 23 años de mandato con cierta paz interna y sin grandes conflictos bélicos en sus fronteras. “Fue una época de gran esplendor del imperio”, subraya Clelia Martínez, catedrática de Historia Antigua de la Universidad de Málaga. Una de sus provincias más ricas era la Bética —más o menos la actual Andalucía—, donde, sin embargo, apenas se hicieron retratos del emperador. Por eso se celebró el hallazgo en Málaga, en 1912, de un busto con el rostro de Antonino Pío. En manos privadas desde entonces, la Junta de Andalucía ha decidido adquirirlo ahora después de que la pieza haya vivido sorprendentes peripecias que incluyen un robo, una investigación de la Guardia Civil y su instalación en un hotel de lujo de Marbella, de donde, indirectamente, fue recuperado gracias a Michelle Obama.
Este busto de Antonino Pío es el único ligado a un emperador encontrado en Málaga y uno de los ocho existentes en España de los que se sabe su procedencia concreta. Su historia arranca en el siglo II, en una villa de recreo en el camino hacia Gades (Cádiz) propiedad de un oligarca de la Malaca romana, donde la imagen servía para mostrar lealtad, estima o veneración al emperador. El tiempo la enterró y hace un siglo unos jardineros la encontraron, en la finca San Guillermo, en la actual barriada de Huelin, en el oeste de la capital malagueña, aunque no fue presentada públicamente hasta los años sesenta.
La figura se encuentra en buen estado de conservación, aunque le falta una parte de los hombros y tiene golpes en nariz y orejas, como explica Eduardo García Alfonso, conservador del Museo de Málaga y encargado de realizar el expediente que sirvió a la Administración andaluza para declarar Bien de Interés Cultural la pieza. Es un retrato tardío del emperador —reconocible por su pelo ensortijado y su barba rizada— elaborado en la Bética con mármol blanco procedente, posiblemente, de Italia. De allí vino también el gobernante, nacido en Lanivium, al sureste de Roma, en el año 86, quien daría nombre a la dinastía antonina, eje de “la época más feliz de la humanidad”, como señaló el historiador británico Edward Gibbon, en sintonía con Maquiavelo.
Desde su descubrimiento la estatua estaba en manos de la familia malagueña Bolín, que se refería al busto como “el romano”. Ocupaba un lugar importante en su casa del paseo de Reding, pero en 2004 desapareció durante unas obras en la vivienda. La Guardia Civil investigó el robo sin suerte. Sí la tuvo en 2011 el abogado Adolfo Martos, ligado a los Bolín. La encontró donde menos se esperaba: en el telediario. El propietario del hotel de lujo Villa Padierna de Marbella, Ricardo Arranz, ofrecía una entrevista con motivo de la visita de la entonces primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama. Tras el hotelero estaba el busto, Martos lo reconoció y se quedó de piedra. Se le cayó la cuchara sobre el plato de sopa que tomaba, que se rompió. Descargó el informativo, imprimió el fotograma y lo confirmó: era “el romano”.
Los propietarios esperaron a que los Obama dejaran la Costa del Sol para visitar a Arranz con discreción. “Vinieron y me explicaron que la pieza era suya”, recuerda el hotelero, que la había adquirido con certificado y factura a un anticuario de Sevilla. “Supongo que desde el robo hasta que la adquirimos pasaría por 50 manos, pero lo más honrado era devolvérsela a sus propietarios. Y eso hice inmediatamente”, afirma Arranz. Apenas unos años después, la familia Bolín decidió vender. El empresario y coleccionista Vicente Ifergán no perdió la oportunidad y la compró por 80.000 euros, que debió repartir en 12 cheques para otros tantos herederos. En 2019 la expuso en una galería que posee en el centro de Málaga, Ifergan Collection, presentándola en un acto junto al alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre.
El busto volvió a la actualidad el pasado noviembre, cuando fue expuesto en la Feria de Arte y Antigüedades de Madrid, como ya había ocurrido otras veces. Le llegaron “ofertas astronómicas”, según cuenta el propio Ifergán, que prefirió ofrecerla a la Junta de Andalucía por el mismo dinero que él la había adquirido. “En la vida el dinero es importante, pero no lo es todo”, asegura el empresario. La Consejería de Cultura finalmente adquirió la pieza, que fue presentada a principios de enero por el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, en el Museo de Málaga. Allí se podrá contemplar muy pronto dentro de su colección de arqueología romana, “en cuanto se le construya una peana a medida”, asegura María Morente, directora del espacio cultural. Compartirá protagonismo con antecesores como Trajano y se ubicará en el contexto de las grandes villas romanas de las ciudades del entorno de la Malaca romana. En una de ellas alguien lo colocó hace casi dos milenios; y tras una larga aventura, Antonino Pío volverá a ser admirado en Málaga.
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