No lo mereces, Vero, mi vida

El año pasado fue la Sardà, este año la Forqué, dos inmensas mujeres, tesoros que la vida me ha regalado y ya no están (la actriz Verónica Forqué falleció este lunes en Madrid a los 66 años). ¿Cómo vivir sus ausencias? Es imposible. Con Vero empecé, mi primer trabajo como guionista y años después como director. También fue la Chusa de Bajarse al moro, la Gloria de ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? Fue muchas y fue mucho: la amiga, la gamberra, la de las cenas, los viajes, la risa, la de Sai Baba, la compañera de yoga, la de las tortillas de Gabino, la de su padre, la de su madre, la de su chico y su hija, fue la de Trueba, la de Colomo, la de Pereira, la de Almodóvar... Fue la de todos y nunca dejó de ser ella misma.

Exigida, exigente, frágil y fuerte, intuitiva, inteligente, con el oficio heredado en las venas. Se ha ido y me quedo con el dolor de no haber sabido estar cerca cuando debía de estar. Se dirán demasiadas cosas de ella, quedarán en el recuerdo sus últimos meses, su crisis, su soledad, su luchar pese a todo, su no dejarse ir hasta que por fin sí, se ha dejado ir. No lo merece. Respeto, profundo amor, agradecimiento, eso y un poco de incienso es lo que te mereces Vero, mi vida. Hasta siempre cariño, voy a lavarme la cara, porque no puedo parar de llorar.