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Lejía para curar la covid, vacunas que matan y otros bulos que dejó la pandemia

El seminario de la lengua celebrado en San Millán de la Cogolla aborda mentiras y equivocaciones propagadas con el coronavirus

Trump, en una reunión con sus asesores en la Casa Blanca, en mayo de 2020.
Trump, en una reunión con sus asesores en la Casa Blanca, en mayo de 2020.GETTY IMAGES (The Washington Post via Getty Im)
Manuel Morales

La de la covid ha sido la primera pandemia de la historia retransmitida al segundo por los medios de comunicación. Desde las ediciones en internet de los grandes medios hasta las redes sociales, pasando por radios y televisiones, la información ha resultado desbordante. También por ello ha sido profusa en bulos, difundidos a veces por personas con responsabilidades públicas. “Que con la vacuna nos implantan un chip, o nos meten grafeno” son dos ejemplos que cita en declaraciones a EL PAÍS el virólogo Luis Enjuanes, director del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), dependiente del CSIC, donde se desarrolla una vacuna contra esta enfermedad. Enjuanes, que lleva 35 años estudiando coronavirus, también menciona como noticia falsa que científicos chinos fabricaron el virus en un laboratorio, como aseguró Donald Trump cuando era presidente de Estados Unidos. “Los coronavirus están en los murciélagos, de ahí saltan a algún animal cercano al hombre y finalmente a la especie humana, así que su origen es natural”, añade Enjuanes, que subraya otros infundios propalados por el mandatario estadounidense: la efectividad de su automedicación con hidroxicloroquina y también sus declaraciones “causaron ingresos por intoxicación con lejía en EE UU”.

Enjuanes fue, el martes, el encargado de abrir la XV edición del Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, en el Centro Internacional de Investigación de la Lengua (Cilengua), en San Millán de la Cogolla (La Rioja), que en esta ocasión se ha ocupado de los bulos de la pandemia y cómo han luchado el periodismo y la lengua contra ellos. Esta cita ha sido clausurada este miércoles por la reina Letizia con unas palabras en las que destacó las reflexiones expresadas en todo el seminario por los participantes. “Con ello, marcáis un camino de progreso. Lo que habéis hecho es importante y valioso, útil, aunque ahora no lo parezca, pero es un pensamiento que permanecerá”.

El director del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología, Luis Enjuanes, el martes en el seminario.
El director del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología, Luis Enjuanes, el martes en el seminario.RAQUEL MANZANARES (EFE)

Pablo Linde, periodista de EL PAÍS que ha seguido la información sanitaria sobre el coronavirus, con unos 500 artículos escritos, confirma que uno de los mayores bulos conspiratorios ha sido que el virus nació en un laboratorio chino. “La ciencia no puede descartar al 100% que el virus podría haberse escapado de una instalación, pero lo que sí se sabe es que no se ha creado adrede”, añade Linde, que participó en uno de los tres debates del seminario, organizado por la FundéuRAE, que vela por el buen uso de la lengua, y la Fundación San Millán de la Cogolla, que realiza investigaciones sobre el español. Acerca del papel de las redes sociales, sostiene que “en ellas hay muchos negacionistas, y aunque es un ecosistema pequeño, genera ruido”.

Los expertos que han acudido a la localidad riojana considerada cuna del español por las glosas emilianenses han repasado supercherías vertidas estos meses, algunas de un peligro incalculable, como la que citó en su intervención la presidenta de la Agencia Efe y vicepresidenta de FundéuRAE, Gabriela Cañas. La herramienta web NewsGuard, que comprueba la veracidad de textos, descubrió “que en la red social de vídeos TikTok, cuando niños a partir de nueve años se creaban una cuenta, recibían comunicaciones sobre la covid con mentiras, como que las vacunas matan”.

El problema ha sido querer explicar todo, y en la pandemia no se puede porque se está en proceso de descubrimiento
María Blasco

Las mascarillas también han sido objetivo de las mentiras, “como que podían causar hipoxia, déficit de oxígeno”, ha apuntado Desirée García, periodista de Efe Verifica, servicio que intenta contrarrestar falsedades con información y datos. “El hueco entre los medios de comunicación y los expertos lo aprovechan los desinformadores”.

Pero ¿por qué personas con formación se creen a pies juntillas lo que propagan los charlatanes? “Hay mucha gente con problemas psicológicos, pueden ser inteligentes, pero como sucede con la religión, es un acto de fe, no quieren aceptar la realidad”, explica el doctor Enjuanes.

La reina Letizia (centro) a su llegada a la clausura del XV Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, en San Millán de la Cogolla (La Rioja).
La reina Letizia (centro) a su llegada a la clausura del XV Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, en San Millán de la Cogolla (La Rioja).Alberto Ruiz (Europa Press)

Desde su aparición hasta ahora, la covid-19 ha infectado a casi 236 millones de personas en todo el mundo, con 4,8 millones de muertos según la Universidad Johns Hopkins. Es un virus que causa 50 patologías, según Enjuanes. Sin embargo, en ocasiones los datos oficiales han ocasionado errores por una interpretación equivocada. “Como periodista es lo que me preocupa más”, apunta Linde, que recuerda un reciente caso: a raíz de una información de la Agencia Española del Medicamento hubo medios que publicaron que en España habían muerto 300 personas por la vacuna, “cuando lo que se decía es que la agencia había recibido 300 notificaciones de fallecimientos entre personas con efectos adversos tras la vacuna, pero que no podían relacionarse con ella por el hecho de notificarse”. No obstante, Enjuanes cree que “el papel de los medios ha sido positivo, a veces la abundancia y repetición de información les ha hecho perder originalidad”. Los científicos, periodistas y divulgadores reunidos han coincidido en que para contar con rigor y precisión la terminología y conceptos generados por la covid, primero debe entenderlo bien el profesional de la información.

Los virus se reinventan constantemente. Son los mejores estrategas del mundo
Luis Enjuanes

Sobre las palabras empleadas y su significado disertó Cristina González, filóloga de la Unidad de Terminología Médica de la Academia de Medicina: “Tenemos un diccionario en línea, gratuito, con 50.000 términos, que ha habido que actualizar con esta pandemia”. Un ejemplo es la palabra confinamiento. “Hasta hace no mucho se usaba para referirse al ingreso no voluntario de una persona en un centro, normalmente un psiquiátrico. Hoy ya no es así”. González cuenta que este diccionario ha asesorado a médicos y periodistas especializados, para evitar errores como “confundir cepa, que es cuando el virus se ha convertido en otro, con variante; o usar antídoto, que es un medicamento contra un veneno, como sinónimo de vacuna”. Asimismo, anunció que trabajan en un diccionario panhispánico con 11 academias latinoamericanas de medicina, previsto para 2023. “Aportan sus variantes, se ha visto con las formas de llamar a la mascarilla: barbijo, nasobuco, tapaboca…”.

En ese tira y afloja entre científicos y periodistas, la bióloga María Blasco subrayó que “el problema ha sido querer explicar todo, y en la pandemia no se puede porque se está en proceso de descubrimiento; la ciencia no es un conocimiento absoluto”. Lo seguro, según Enjuanes, es que “vendrán más pandemias como esta”, favorecidas, entre otros factores, por otra cuestión que muchos niegan, “el calentamiento por el cambio climático”. “Los virus se reinventan constantemente y son los mejores estrategas del mundo. ¿Por qué hay quien dice que este virus no existe? También hay quien cree que el hombre no pisó la Luna, o que la Tierra es plana”, concluye Enjuanes. O que Elvis está vivo, como cantaba Andrés Calamaro.

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Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.

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