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La pinturería, el mando, el valor… y la indulgencia

Manuel Perera, valeroso y arrollador, cortó una oreja en cada novillo gracias a la generosidad del público

Manuel Perera, de rodillas ante su primer novillo.
Manuel Perera, de rodillas ante su primer novillo.Pagés
Antonio Lorca

El novillero que abrió plaza se apellida Vázquez y es nieto del recordado maestro Manolo Vázquez; con lo que le gustan a Sevilla los ilustres apellidos toreros, esa era razón suficiente para que fuera acogido con cariñosa benevolencia. Además, venía precedido el chaval de buena prensa, aunque bien es cierto que demostró gracia en algunos pasajes de su intervención.

Él fue el autor de la pinturería; el mando lo puso González-Ecija, con recursos impropios de su corta trayectoria; el valor, Perera, que llegó dispuesto a comerse el mundo y paseó dos orejas… Y la indulgencia la mostró a borbotones el público, generoso en exceso con los novilleros, prueba de que la afición está necesitada de triunfos para dejar atrás la mala racha de la pandemia.

Y no hay que olvidar a los novillos, muy nobles y sosones que, mal que bien, ofrecieron posibilidades para que los chavales triunfaran si no fallan tanto en la suerte suprema.

El Parralejo/Vázquez, González-Ecija, Perera

Novillos de El Parralejo, correctos de presentación, a excepción del primero; cumplidores en los caballos, blandos, nobles y sosos.

Manolo Vázquez: pinchazo y media atravesada _aviso_ (ovación); cuatro pinchazos y estocada _aviso_ (ovación).

Jaime González-Ecija: dos pinchazos _aviso_, estocada atravesada y un descabello (ovación); dos pinchazos y estocada (ovación).

Manuel Perera: media estocada (oreja); estocada (oreja).

Plaza de La Maestranza. 21 de septiembre. Tercera de feria. Media entrada sobre un aforo del 60 por ciento.

 

Perera es un torero arrollador, valiente y comprometido; no le sobra hondura ni le adornan ribetes artísticos, pero sus carencias las suple con un compromiso encomiable.

Brindó al respetable su primero, y se echó de rodillas para iniciar una tanda de meritorios redondos. Ese novillo tercero era descastado y sin celo, pero el torero se arrimó como un condenado y trazó naturales de buena factura que fueron la antesala del primer trofeo. Esperó al sexto de hinojos en los medios; de igual modo inició la faena de muleta y el poco tiempo que duró el animal lo aprovechó para demostrar que quiere ser torero. Alargó la faena con el novillo ya exhausto y, a pesar del aburrimiento final, cortó otra oreja.

Llamó la atención la madurez del joven González-Ecija, su serenidad, seguridad y dominio de la situación en ambos novillos. Molestado por rachas de viento en su primero, superó la prueba ante un animal arisco y de feo estilo, aunque se pasó de faena y mató mal. Confirmó en el otro que mantiene las ideas claras y maneja los engaños con soltura. También falló con la espada ante este novillo molesto.

Y la gracia pinturera la mostró Manolo Vázquez, quien se encontró primero con un novillete sin estampa de tal, tan bonancible como soso, ante el que dibujó algunos derechazos henchidos de naturalidad y bella factura. Más codicioso era el cuarto, y trazó un manojo de hondos naturales y otros detalles de familia pinturera.

Mató mal a los dos novillos; y después de que pinchara cuatro veces antes de cobrar una estocada en el cuarto, el público lo sacó a saludar. Generosidad, por un lado, y afecto al apellido ilustre, por otro.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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