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Hiba Abouk: “La foto en el yate con C. Tangana no estaba pensada”

La actriz, gran aficionada al flamenco, recuerda que en París hay más afición al cante jondo que en Madrid

La actriz Hiba Abouk, en Madrid.
La actriz Hiba Abouk, en Madrid.Olmo Calvo
Raquel Peláez

Cuando Hiba Abouk (Madrid, 34 años) lea esta entrevista estará a bordo de un avión para llevar a su hijo a la guardería en París, ciudad donde trabaja su pareja, el futbolista del Paris Saint-Germain Achraf-Hakimi, y donde ella planea estrenar una serie a finales de año. Apasionada del baile, aunque su vínculo con el país galo es fuerte, ella sigue disfrutando de Madrid, “donde se hacen muy buenas fiestas flamencas” y donde ha estado rodando un corto dirigido por Kike Maíllo que estrenará en el Festival de San Sebastián y la tercera temporada de Madres, una ficción que de alguna forma ahora protagoniza en la vida real.

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Pregunta. Estudió en el Liceo Francés, ¿era usted una niña bien?

Respuesta. Yo vengo de una familia de origen tunecino y para ellos lo más normal, dado que Túnez fue colonia francesa, era darme una educación francesa. Mi padre era broker y le iba muy bien en la vida por lo que se pudo permitir mandarnos a mí a mis cuatro hermanos mayores al Liceo. Luego él se arruinó y por el recorrido familiar, pero sobre todo porque yo era muy buena alumna, los últimos tres años tuve una beca.

P. Se empeñó usted en estudiar Filología Árabe, ¿qué salida profesional pensó que podría encontrar con esa carrera?

R. No estudié Filología Árabe pensando en el trabajo, sino por pura curiosidad personal, porque quería saber más sobre mi cultura de origen, descubrir autores y hablar y escribir mejor en árabe, pero en realidad siempre supe que quería ser actriz.

P. ¿Y en qué momento lo vio totalmente claro?

R. Con 14 interpreté un Cid en el que yo hacía de Jimena y con 17 a una Antígona que me hizo pensar: “Yo no quiero esto como hobby. Lo quiero como profesión”.

P. Con 16 años su madre la llevó casi contra su voluntad a un tablao y se enamoró locamente del flamenco. ¿Cómo mantuvo vivo ese amor?

R. Pues primero me escuché entera la discografía de Camarón de la Isla y de Paco Lucía y luego, cuando mis amigas iban a discotecas y a bares de copas, a mí lo que me gustaba era ir a tablaos y a jam sessions, porque siempre ha habido en Madrid muy buenos músicos flamencos que se fusionan con lo latino. Por ejemplo, la saga de los Porrina que trabajan con pianistas cubanos. Yo era muy fan de esto. Si bailaba Farruquito iba a verlos, si tocaba Paco de Lucía allá que iba.

P. Y si sus amigas se quedaban en discotecas, ¿Con quién iba?

R. Iba sola porque nadie del Liceo, que era el único entorno que yo había conocido hasta ese momento, quería ir al teatro o a un concierto del flamenco.

P. ¿Recuerda la noche que le cambió la vida?

R. Sí. Fui a una sala que se llama Cardamomo en la calle Echegaray a una entrega de premios en la que iba a haber un concierto después y tal. Te estoy hablando de 2003, aproximadamente, imagínate: yo tenía diecisiete años. Y ahí conocí a un jovencísimo y gordito, porque pesaba como cuarenta kilos más, Javier Limón, que se acababa de producir un disco solo. Nos hicimos muy amigos y hasta hoy. Seguimos siendo íntimos.

P. He visto en una entrevista con Farruca que se declara usted muy purista y dice que le cuesta entender las nuevas fusiones del flamenco

R. No, me cuesta que llamen flamenco a lo que no lo es. Y depende además de quién lo haga. Si lo hace Montse Cortés, por ejemplo, que es una cantaora intrínsecamente flamenca o si lo hace Diego El Cigala, que aunque ahora haga discos de bolero, es flamenco puro, es diferente que si lo hacen otros artistas. El flamenco es el alma, es la persona, es el músico. Pero vamos, cuando Camarón sacó un disco con la Filarmónica de Londres fue muy incomprendido y se lo reprochaban. Esos sí que eran puristas y no yo.

P. ¿Cree que en algún momento se ha sido injusto con Rosalía?

R. Rosalía ha hecho temas que pueden sonar a flamenco y otros temas que no. No se la puede considerar una artista universalmente flamenca.

P. Y ahora que vive a caballo entre Madrid y París, ¿cómo sacia esa sed gitana en Francia?

R. En París casi hay más afición que en Madrid por el flamenco. Los madrileños de a pie no son flamencos, pero los parisinos se vuelven locos. Hay siempre muy buena cartelera y dos veces por semana va un gitano del Rastro, que llama José Maya, a dar clases allí.

P. Su pareja es marroquí. ¿Es más fácil relacionarse con alguien si se tiene el mismo bagaje cultural?

R. No, eso no importa en absoluto. De hecho, cuanto más diferentes son las culturas mejor. La proximidad está en el alma, en otras cosas que no se ven.

P. ¿Qué ha de tener una pareja para que usted confíe en ella?

R. Tiene que haber algo de nobleza en la persona, pero la elección de confiar no tiene nada que ver con el otro. Es una decisión individual. ¿Que me son leales? De puta madre. ¿Que me son desleales? Pues no pasa nada, me dolerá y eso, pero ellos son los que han fallado. Yo he confiado.

P. Ahora con el regreso a la actualidad de Afganistán, ¿cuál dirías que es el peor prejuicio al que se enfrentan las mujeres árabes que viven en Occidente?

R. Es que Afganistán no tiene nada que ver con lo árabe. Países árabes hay 14 en los cuales el idioma oficial es el árabe. Afganistán no tiene nada que ver con el mundo árabe. Lo que no puede ser es que se confunda árabe con musulmán porque no tiene nada que ver, porque musulmán es perteneciente una religión y árabe es de un país de lengua árabe. Punto. Tú puedes ser musulmán y de Nueva York.

P. ¿Y alguna vez se ha planteado ponerse un velo?

R. Es como si me preguntas si me planteo ponerme un piercing o un tatuaje, si me peino de una forma o de otra. Son decisiones muy personales. ¿Que si me he planteado ponerme un velo? Por supuesto que no, ¿a santo de qué me voy a poner un velo yo ahora? O sea, yo soy actriz. Hay una cosa que es mi cara que no se puede tocar.

P. Era usted una de las invitadas al yate de C. Tangana. ¿Qué le pareció el escándalo que se montó con aquello?

R. Ridículo, la verdad. Éramos un grupo de amigos y estábamos celebrando que a un buen compañero le va de puta madre. La foto no estaba pensada, surgió: ‘venga chicas vamos a hacernos una foto aquí todas’. Y así fue. Totalmente natural. ¿Qué querían? ¿Que nos pusiéramos un burka para posar?

P. ¿El champán estaba helado?

R. No lo sé porque no bebo. Te puedo decir que había agua bien fresquita [risas].


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Sobre la firma

Raquel Peláez
Licenciada en periodismo por la USC y Master en marketing por el London College of Communication, está especializada en temas de consumo, cultura de masas y antropología urbana. Subdirectora de S Moda, ha sido redactora jefa de la web de Vanity Fair. Comenzó en cabeceras regionales como Diario de León o La Voz de Galicia.

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