La inocencia de una niña gitana y otros cuentos para entender la inclusión
La editorial Altramuz apuesta por narrar en primera persona las historias que siempre han permanecido en los márgenes, como la migración o la diversidad física
A una niña le gritan por la calle: “¡Gitana!”. Ella ni se inmuta por la palabra, pero no entiende el tono agresivo, así que pregunta a su alrededor qué quiere decir. Alma (Altramuz Editorial) es el nombre de la protagonista y del cuento ilustrado para niños, publicado el 24 de marzo, que recoge la sensibilidad de esas conversaciones sobre la identidad. La autora y directora de la editorial, Sandra Carmona, lo sabe de primera mano: es gitana mestiza y cuenta en una llamada de teléfono que quiere apostar por estas historias desde la voz de los afectados. “Está basado en mi vida y lo escribí porque nadie mejor que una para representar la diversidad. Quiero mostrar la cotidianeidad en la vida de una niña en la que puede reflejarse cualquiera. Ella juega, le gusta estar con su familia, vive en un ambiente rural...”, describe la malagueña de 37 años, que incide en que ser romaní no significa mostrar una manera única de hablar, vestir o comportarse.
El cuento puede resumirse en la conversación que tiene Alma cuando se reencuentra con quien le ha gritado al inicio del libro: “¿Sabes lo que es ser gitana?”, pregunta. “No”, le responden. Ese desconocimiento de la palabra es el mensaje principal. Carmona, que hizo educación primaria y estudió ilustración en la Escuela de Arte de San Telmo, habla de cómo el uso del lenguaje hace que haya personas que crezcan cuestionándose a sí mismas: “Con el tiempo empiezas a entender qué es lo que está pasando, pero cuando eres joven no sabes por qué el resto te define despectivamente o se mete con tu familia. Piensas que hay algo malo en ser quien eres”. Ante los prejuicios adultos, Alma demuestra la inocencia pueril.
La idea de la editorial surgió a raíz de su trabajo en el proyecto EDYTA, un programa educativo de ámbito nacional destinado a mujeres en riesgo de exclusión, impulsado por la Fundación Orange, institución que le concedió el Premio Amazing Women en 2019 para financiar Altramuz. La pandemia ralentizó todo el proceso, pero finalmente ha podido ver la luz el proyecto, que tiene un único requisito: que los creadores pertenezcan al colectivo del que hablan. Por ejemplo, a finales de mayo se publicarán Samir y la lluvia de estrellas y Sarah y la lluvia de estrellas, escritos por Belén Sánchez, quien recoge la historia de una familia siria que parte de Alepo huyendo de la guerra y llega a las costas de Málaga. “Estos libros son los primeros de una colección que vamos a lanzar y han sido corregidos, cambiados y revisados por quien ha emprendido ese viaje: una madre siria, que es profesora, y su hija de 16 años”, cuenta la directora de la editorial.
La colección de libros juveniles Berlina Malaespina, programada para junio o julio, cuenta las peripecias de otra niña que estará rodeada de pluralidad, pero sin hablar específicamente sobre ello. “Belén, una mujer muy feminista cuya familia es bastante diversa, tuvo la idea de crear un personaje que incluya de manera natural aspectos como, por ejemplo, que un amigo tenga dos mamás”. Está enfocado para personas entre 9 y 12 años, y retrata las fases de la protagonista hasta la adolescencia. “Habrá interseccionalidad, otras culturas, diversidad física”, explica y añade su intención de dejar de utilizar la palabra “minoría”, porque parece que se refiere a algo “pequeñito” e insignificante.
Aunque Alma es el primer libro publicado en la editorial, el primer bosquejo fue Retales, que se publicará a finales de año o comienzo del que viene, y agrupa las vivencias de la abuela de Carmona. “La llamaban ‘Luisa, la gitana’, y era muy querida en el pueblo. Era de una zona rural y se dedicaba a vender telas en el paseo marítimo, en el Rincón de la Victoria (Málaga). Ella sabía leer, le interesaba la política y quería que todo el mundo votase al Partido Comunista, repartía los panfletos en el cuartel de la Guardia Civil. Imagínate qué mujer”, describe su nieta, que no pudo conocerla profundamente porque murió cuando ella era joven. Años después, se acerca a ella a través de conversaciones con familiares y ese ejercicio provoca que se plantee cosas sobre ella misma: “Me hace preguntarme qué significa ser una mujer gitana ahora”.
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