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Alemania devolverá a Nigeria los bronces de Benín saqueados a fines del XIX por soldados ingleses

Las 530 esculturas que están en Berlín iban a ser expuestas en una sala del Foro Humboldt, pero el museo ha informado de que los repatriarán probablemente en septiembre

El director de Museos y Colecciones especiales de la Universidad de Aberdeen, Neil Curtis, posa junto a una escultura de bronce de Benín el pasado 17 de marzo.
El director de Museos y Colecciones especiales de la Universidad de Aberdeen, Neil Curtis, posa junto a una escultura de bronce de Benín el pasado 17 de marzo.KALYAN VEERA (AFP)

El gobierno alemán se prepara, en un giro inesperado e histórico, para devolver a Nigeria los famosos bronces de Benín, que fueron saqueados por soldados ingleses en las guerras coloniales en 1897. De la parte adquirida por Alemania a comienzos del siglo pasado, las 530 esculturas en posesión de Berlín se iban a exponer en una sala del Foro Humboldt. El director del museo, Harmut Dorgeloch, confirmó el lunes pasado al portal Artnet que serán devueltas posiblemente en septiembre porque “fueron adquiridas en gran parte de forma ilegal”.

Según el ministerio de Asuntos Exteriores, el responsable de cultural del ministerio, Andreas Görgen, visitó Nigeria la semana pasada. Su objetivo era formalizar la colaboración con el futuro museo de arte africano que se construirá en Ciudad de Benín, e iniciar las negociaciones sobre la devolución de los bronces.

El primer miembro del gobierno en pronunciarse lo hizo el miércoles. El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, defendió que “un enfoque sincero de la historia colonial incluye también la cuestión de la restitución de los bienes culturales”. “Es pura justicia”, aseguró. Añadió que trabajan con las partes interesadas tanto en Nigeria como en Alemania “para acordar un marco común”. Ese mismo día, el patronato de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, formado por representantes federales y estatales, allanó el camino al señalar en un comunicado que consideraban como una opción la devolución de los bronces.

Aunque la peripecia de este conjunto no era un secreto y estuvo durante años en el Museo Etnológico de Dahlem, el tesoro cultural se convirtió en una pesada carga histórica cuando se supo que sería exhibido en forma permanente en una sala del flamante Foro Humboldt, construido en el mismo lugar donde estaba el Palacio Imperial prusiano, en el corazón de Berlín. Este espacio, calificado en su momento por la ministra de Estado para la Cultura, Monika Grütters, como el “mayor proyecto cultural de Europa”, se inauguró de forma virtual a causa de la pandemia en 16 de diciembre pasado.

Estaba concebido para albergar las colecciones del Museo de Arte Asiático y del Museo Etnológico, ambas con piezas de orígenes controvertidos. Los bronces se convirtieron en dinamita cultural-política. Provienen del Reino de Benín, una monarquía precolonial y muy desarrollada cuya capital estaba situada en el suroeste de lo que hoy es Nigeria. En 1897, el Imperio de Benin se había vuelto demasiado poderoso para el poder colonial británico, y fue reducido literalmente a escombros con una expedición punitiva; antes de eso, los soldados ingleses saquearon los palacios.

El traslado de los bronces de Benín al Foro de Humbolt revivió en Alemania el oscuro pasado colonialista del país y la prensa se preguntó si era correcto que se exhibiera el tesoro africano expoliado. En una entrevista publicada el viernes en Der Spiegel, la historiadora del Collège de France Bénédicte Savoy, que criticó al consejo asesor del Foro Humboldt en 2017, arremetió contra la decisión. “Cada vez es menos probable que se puedan mostrar esos bronces sin avergonzarse”.

Esta devolución no es el primer gesto que tienen los alemanes de repatriar elementos artísicos. Otro caso fue el del busto de Nefertiti, que estuvo a punto de ser devuelto a Egipto durante la dictadura del Tercer Reich. Su permanencia en Berlín estuvo marcada por a una intervención directa de Hitler, que echó por tierra, en 1933, una iniciativa del mariscal Hermann Göring, en aquella época primer ministro de Prusia, de devolver el famoso busto como una prueba de la amistad del Reich hacia el país árabe.

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