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Autobiografías de España

A Nina Berberova, la autora del libro ‘El subrayado es mío’, le gustaba diferenciar: “En una autobiografía se habla de uno mismo, en las memorias se habla de los demás”

Estrella de Diego
La escritora rusa Nina Berberova en su casa en enero de 1988 en Princeton (Nueva Jersey).
La escritora rusa Nina Berberova en su casa en enero de 1988 en Princeton (Nueva Jersey).Ulf Andersen (Getty)

“Este no es un libro de recuerdos. Es la historia de mi vida, un intento de reconstruirla por escrito siguiendo un orden cronológico y de descifrar su sentido”. Con esta frase empezaba uno de los más famosos libros de memorias. O habría que hablar más bien de una autobiografía, pues a Nina Berberova, la autora del libro El subrayado es mío, le gustaba diferenciar entre unas y otra. “En una autobiografía se habla de uno mismo, en las memorias se habla de los demás”, escribe. Pese a sus palabras, personalmente creo que ambos géneros se mezclan caprichosos: hablando de los demás, se acaba por hablar de uno mismo. Y todo lo contrario: hablar de uno mismo es hablar de los demás.

En un país poco dado al género autobiográfico como este, estamos de enhorabuena. En los últimos meses se han publicado dos libros esenciales de dos autores muy distintos, con historias de vida muy diferentes, como diferente su aproximación al propio género, si bien en ambos casos con unas existencias sumergidas en los acontecimientos nacionales. Valeriano Bozal (Crónica de una década y cambios de lugar, Visor, 2020) y Gregorio Marañón (Memorias de luz y niebla, Galaxia Gutenberg, 2020) —en riguroso orden alfabético— han escrito sus memorias o hasta su autobiografía, aunque, en el fondo, han escrito mucho más.

Cada uno a su modo da una vuelta al género literario y eso hace más excitante aún la lectura que, en el caso de Bozal, se acota en el tiempo y se viste de cierto giro estético, casi historias fragmentarias en las cuales el autor trata de mantener cierta cautela que se quiebra a ratos. Entonces, el texto vuela —muy alto— y las memorias se sumergen en esa historia personal con la cual empieza el relato y que habla de los amigos, de las aventuras vividas con los amigos y, sobre todo, de la historia del arte en España de muy primera mano, historia de la cual Bozal es uno de los protagonistas.

Por su parte, el texto de Gregorio Marañón propone el esquema temporal para narrar una historia riquísima, la del autor, entretejida con nombres y hechos de la vida pública de nuestro país: Marañón ha estado desde siempre unido a las principales vicisitudes nacionales. No obstante, la cronología acaba por ser una simple apariencia, una estrategia de camuflaje para su autor. Al cabo de las páginas, los lectores se sienten atrapados en lo que para mí es el mayor regalo de este volumen: unas reflexiones profundas de aprendizaje, el que ofrece la vida y que van encontrando a lo largo de la vida quienes, como el autor, deciden profundizar en la existencia.

Se trata, pues, de dos libros que fluyen veloces a través de relatos familiares —y no tan familiares— y terminan por ofrecer un paseo privilegiado por algunas de las historias de España. Son, así, dos autobiografías de España contadas por sus protagonistas.

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