La historia de cine taurino español
La Real Maestranza de Sevilla edita la tesis doctoral de una investigadora italiana sobre los toros en la gran pantalla
Solo cinco meses después de que los hermanos Lumière presentaran su invento en el Gran Café de París, el aparato de cine se exhibió en un hotel de Madrid, proyectando una película de toros: Madrid, la llegada de los toreros, lo que fue el principio de una larga historia, como corrobora el estudio El cine taurino español: Una historia cultural.
Esta historia tiene como embrión la tesis doctoral —la primera sobre este tema— de su autora, Silvia Caramella, italiana nacida en un pueblo cercano a Milán, diplomada en Magisterio y licenciada en Teología, especialista en cine y enamorada del toro bravo y su cultura. Ahora, la Real Maestranza de Caballería de Sevilla ha editado este trabajo, que está prologado por la periodista, escritora y fotógrafa Muriel Feiner, quien ya contabilizó algo más de 600 filmes de toros, entre largometrajes, cortos, documentales, dibujos animados y películas que contenían secuencias taurinas, producidas en algo más de una docena de países a lo largo de la historia del cine.
En la introducción a esta edición, el historiador Carlos Martínez Shaw observa que si la historia de la fiesta de los toros “sólo muy recientemente ha sido admitido en el mundo académico” —cita tres tesis doctorales defendidas en la Complutense, en la Universidad de Valladolid y en la UNED—, el cine de tema taurino ha encontrado este reconocimiento en “un espacio inesperado”, la Universidad de Sunderland, en el Reino Unido.
Si Ortega y Gasset escribió: “Si quiere ver cómo va la sociedad española, asómese a la plaza de toros, porque allí verá una clara reflexión de cómo va el país”, del mismo modo, apunta Feiner, la historia del cine taurino es un termómetro de la evolución histórica, sociológica, política y cultural de España.
Silvia Caramella ha relacionado en su estudio 273 películas taurinas españolas, localizadas en siete filmotecas de España, México y Portugal, y otras en colecciones privadas o cuyas copias se han perdido o no ha podido localizar. En las conclusiones de su estudio, Caramella propone varias líneas de investigación para los estudiosos, como “la producción fílmica de determinados cineastas que destacan por su obra taurina, como José Buchs y Rafael Gil, y aconseja también abordar “con más hondura la originalidad con la que algunos autores, como Antoni Ribas o Juan Figueroa, han conseguido abordar la temática taurina”.
Según Caramella, estas películas guardan “una concordancia general” con los discursos hegemónicos de las más influyentes corrientes culturales del siglo XX, el étnico-nacionalista en las primeras décadas, el sociopolítico durante el periodo franquista y el de género e identidad sexual en la época contemporánea.
En el último capítulo, Caramella incluye un epígrafe, titulado Toreras en la arena, toreras en el cine, en el que menciona a la torera de hace casi cien años Juanita de la Cruz y el documental mexicano de 1940 Mujeres que torean, dedicado al éxito en los cosos americanos de esta torera y de Conchita Cintrón, respectivamente conocidas como “la reina del toreo” y “la diosa rubia del toreo”. El epígrafe Una torera por cada década: Desde ‘Antoñita Linares’ hasta Penélope Cruz aborda películas como El monosabio, de Ray Rivas; Matador y Hable con ella, de Pedro Almodóvar; Jamón, jamón, de Bigas Lunas; y Blancanieves, de Pablo Berger, que “presentan modelos de torera, literal o simbólica”.
Antonia Camón Dueñas, Antoñita Linares, coprotagonista de El monosabio, es la primera profesional española que actúa en una producción nacional como estrella de los ruedos, interpretándose a sí misma, como también hicieron otros toreros, como Manuel Benítez, El Cordobés, y Palomo Linares.
Babelia
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