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LIBROS

“Saramago era un gran escritor, no un superhéroe”

José Luís Peixoto convierte al Nobel portugués en protagonista de su nueva novela, 'Autobiografía'. Un homenaje a un autor que, 10 años después de su muerte, sigue levantando pasiones encontradas en su país

Javier Rodríguez Marcos
José Luís Peixoto, retratado en Madrid en 2017.
José Luís Peixoto, retratado en Madrid en 2017.Álvaro García

José Luís Peixoto debería estar camino de la Feria del Libro de Lima, pero está en su casa de Oeiras, a 15 minutos de Lisboa, en la costa atlántica. Allí ha pasado el confinamiento, un tiempo “claustrofóbico” que le desconcentró tanto que aparcó la novela en la que trabajaba y le empujó a escribir poesía. Pasado lo peor, sigue inquieto: “Aquí las playas están llenas, pero es preocupante que en un país con la dimensión de Portugal mueran ocho o nueve personas en un día”. Según el escritor (Galveias, 45 años) su bloqueo narrativo se debió a “la imposibilidad de imaginar el futuro”. Pero, ¿no es ese precisamente el trabajo de un narrador? “Sí, pero esta pandemia tendrá todavía desarrollos imprevisibles”, responde por videoconferencia. “El último, que Bolsonaro se haya contagiado, un giro que parece de mal novelista. La literatura necesita tiempo para conseguir una mirada general sobre las cosas. En eso se distingue del periodismo, que siempre tiene los datos suficientes porque trabaja con el presente”.

Él ha esperado 10 años para convertir en personaje de ficción a una persona decisiva en su vida: José Saramago, fallecido en junio de 2010. El Nobel de 1998 es uno de los dos protagonistas de Autobiografía, recién publicado en España en traducción de Antonio Sáez Delgado. El otro es un joven escritor que recibe el encargo de escribir una biografía del autor de Ensayo sobre la ceguera. Peixoto tenía 26 años y no era más que el autor de un libro autopublicado -Te me moriste (Minúscula)- cuando ganó con su primera novela -Nadie nos mira (El Aleph)- el prestigioso premio José Saramago. Su ilustre colega lo señaló como una de las grandes revelaciones de las letras portuguesas y él pudo dejar de dar clase en un instituto para vivir de la literatura.

“Diecinueve años después, todavía hablan de él cuando me presentan”, añade Peixoto. Lo dice sin queja, sin subrayados, solo para demostrar lo que el galardón supuso en su trayectoria. También sin subrayados dice que Autobiografía es “un homenaje” a su mentor. Un homenaje, no una hagiografía: “Saramago es solo un gran escritor, no un superhéroe. Presentarlo como tal sería quitarle una dimensión humana que conlleva imperfecciones y cierta complejidad”. Por eso la novela no elude aspectos que todavía son polémicos en Portugal como la estrecha vinculación de Saramago con el Partido Comunista –“que pidió una revolución más radical que la de los Claveles e incluso la creación de un Estado socialista”- o el papel que jugó en la difusión de su literatura su segunda esposa, la escritora y periodista Isabel de Nóbrega –“mi opinión es que se ha sobredimensionado: su obra se defiende sola”-.

“Estaría bien que le dieran el Nobel a un autor o autora del idioma portugués que no fuera portugués. Hay literaturas de gran valor en Brasil y en África. Sería importante reconocerlas”

José Luís Peixoto sabía antes de sentarse a escribir que el protagonista de su libro es un símbolo en su país, alguien con defensores incondicionales y enemigos acérrimos. También sabía que no iba a contentar a nadie. “Ese peligro me atrajo”, reconoce. La solución fue pensar en “la verdad de la novela y en nada más”. ¿Ni siquiera en lo que pudiera pensar Pilar del Río, viuda de Saramago? “¡Ni siquiera!”, responde entre risas. “Cuando empecé a escribir la tenía presente todo el rato. Los escritores siempre tenemos en la cabeza a un lector implícito, pero mi lectora era muy explícita: ella. Me liberé cuando dejó de importarme lo que pudiera pensar. Lo importante era ser justo con el relato. Eso sí, fue la primera persona en leer el original”. ¿Y qué le dijo? “Entendió que se trata de un juego literario”.

De hecho, Pilar del Río ha escrito elogiosamente de Autobiografía, a la que relaciona con la novela en la que Saramago hace coincidir a Fernando Pessoa con uno de sus heterónimos: El año de la muerte de Ricardo Reis. “Tiene razón”, concede Peixoto. “Hice muchos guiños a esa novela, empezando por el retrato de Lisboa. Fue la única suya que releí antes de escribir la mía”. También alguien la lee en Autobiografía. En castellano. “Eso lo hice para provocar”, explica. “La relación de Saramago con España es algo que muchos no acaban de asumir en Portugal. Tenemos un trauma histórico con ustedes”.

El paralelismo termina ahí, insiste Peixoto. Su trayectoria y la de su “personaje” no se parecen. A él no le faltan editores, Saramago no encontró ninguno para su segunda novela, Claraboya, escrita en 1953 pero publicada solo después de su muerte. El futuro Nobel pasó casi tres décadas en el dique seco de la narrativa, a la que volvió en 1977 con Manual de pintura y caligrafía. Luego vendría Alzado del suelo (1980), su primer éxito. De todos los libros de Saramago, ese es el que prefiere Peixoto: “Dio una visión distinta, nada folclórica, de mi región, el Alentejo. Y está maravillosamente bien escrito. Contiene algunas de las mejores páginas del estilo de Saramago”. El mundo rural atraviesa la obra de Peixoto pero él no reclama la exclusiva. “Antes que yo hubo escritores que hablaron de los pueblos -Miguel Torga entre otros- y hoy los sigue habiendo: en las Azores, en el norte de Portugal, en el mismo Alentejo”, aclara. “Conozco el libro La España vacía y diría que aquí estamos peor aún. El mundo rural en Portugal está abandonado, se desertiza, la población envejece. Hay gente que solo ha salido de Lisboa para ir a Oporto y dice que ya no existe el Portugal rural. Pero existe. Con el coronavirus se está incentivando que los propios portugueses conozcan el país ¡y lo presentan como un lugar exótico!”.

Los primeros libros de José Luís Peixoto abrían caminos a la fantasía que él se resiste a cerrar en Autobiografía. “¿Por qué tengo que elegir? Hay quien lee un libro que habla de ricos y pobres y dice: neorrealismo. No, es la realidad. A mí me interesan el neorrealismo y el nouveau roman. Soy ecléctico”. Tanto que se declara a la vez devoto de Saramago y de Lobo Antunes, algo que en su país tiene algo de anatema. “Entre ellos hay un conflicto que sigue incluso tras la muerte de Saramago. Yo tengo mi opinión respecto a lo que cada uno decía del otro, pero también las tengo respecto a sus novelas, y me cuesta encontrar autores o autoras que se excluyan. La literatura no se caracteriza por la exclusión. La historia lo incluye todo. Y cuando excluye es porque alguien la está manipulando”. También le parecen excluyentes algunas etiquetas. Autoficción, por ejemplo. “Me irrita. Me parece un concepto inútil y desajustado. Muchas veces autobiografía y ficción se sobreponen como paradojas. Pero nuestra manera de entender el mundo y la lógica racional del pensamiento occidental nos obliga a desdeñar esas paradojas. Pero se dan mucho. Y no solo en la literatura. La memoria, que es la narrativa que todos arrastramos, está hecha de autobiografía y ficción. Y nadie niega que la memoria es fundamental para que nos estructuremos como personas”.

Saramago fue el primer Nobel de la lengua portuguesa y Peixoto no tiene candidato de repuesto: “Ahora estaría bien que se lo dieran a un autor o autora del idioma portugués que no fuera portugués. Hay literaturas de gran valor en Brasil o en África. Sería importante reconocerlas”. Él vivió en Cabo Verde pero hasta ahora le ha podido “el pudor” de escribir sobre una realidad en la que se sentía “un extranjero”. Reconoce, sin embargo, que “ser portugués es tener una identidad con temas por resolver. Las antiguas colonias, por ejemplo. No hay que olvidar que Portugal mantuvo durante 13 años una guerra en tres puntos [Angola, Guinea y Mozambique]. No es desdeñable porque la gente se estaba matando. Y luego está toda la relación colonial, una relación de desigualdad que deja cicatrices. Tal vez la literatura ayude a procesar ese pasado”.

Autobiografía. José Luís Peixoto. Traducción de Antonio Sáez Delgado. Literatura Random House. 288 páginas. 20,90 euros (papel). 8,99 (digital).

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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