La novela negra es inmune al virus
El género vuelve con fuerza a las librerías y combina grandes nombres con alguna sorpresa, espías con sicarios y asesinos en serie, todo aderezado con el regreso de varios clásicos
La pujanza del género negro en sus distintas versiones (thriller, novela negra social, policial, espionaje, detectivesca…) es tal que en ocasiones ha parecido que podía morir de éxito o que había iniciado la vía del suicidio. Pero es esa misma pujanza de autores, editoriales, colecciones y festivales que arrastran a una comunidad de lectores la que ha permitido que tras este parón los estantes de las librerías se hayan poblado o se vayan a poblar de apuestas por la literatura criminal. La publicación esta misma semana de El enigma de la habitación 622, de Joël Dicker (Alfaguara) mide por arriba la apuesta, con el verano cerca, por nombres que atraigan un público deseoso de evadirse en intrigas y conspiraciones. En ningún otro género se ha dado vía libre a estrenos de este nivel o del protagonizado por el noruego Jo Nesbø, que deja por un rato a su querido Harry Hole (de cuyas novelas ha vendido 400.000 ejemplares solo en España) para contar la vida y los problemas de un asesino a sueldo especialmente torpe y casi entrañable en Sangre en la nieve (Reservoir Books), una aproximación al género distinta, llena de homenajes a los clásicos y con cierto y saludable humor.
Clásicos contemporáneos. Si hablamos de nombres y de clásicos hay dos dentro de la novela negra mediterránea especialmente prolíficos y leídos. El primero nos dejó hace no tanto. Salamandra publica Tirar del hilo, el libro número 100 de Andrea Camilleri y el vigésimo noveno de las aventuras de Fabio Montalbano. Escrito cerca de su muerte, cuando ya no podía ver, Camilleri dictó el texto completo a su asistente Valentina Alferj, sin que por ello se resienta el tono reflexivo y la sabiduría de nuestro querido policía. El otro clásico contemporáneo del género es Petros Markaris, que En la hora de los hipócritas (Tusquets) nos trae al entrañable comisario Kostas Jaritos, abuelo ya de un niño pero con los mismos problemas de siempre. La muerte de un empresario a manos de un misterioso grupo sirve de excusa para mostrar las miserias de un mundo injusto, sacarle los colores a la política y a los poderosos y, de paso, desarrollar un policial impecable.
Queda un maestro por atender, aunque regresa de una manera peculiar. Navona publica el 22 de junio Solo para soñar, un caso de Phillip Marlowe en el que el escritor Lawrence Osborne continúa con las peripecias del personaje de Chandler. Nunca se sabe con estos experimentos, pero la solvencia, la oscuridad y la altura de la prosa de Osborne (en España Gatopardo está publicando algunas de sus más notables novelas) augura un buen resultado.
Pongan una serie (literaria) en su vida. La nómina de grandes figuras del género no se agota ahí, como tampoco la fuerza de algunos autores para seguir con las series que tanto éxito les han dado. Este mes llega de la mano de John Connolly La mujer del bosque (Tusquets), decimosexta entrega de la serie de Charlie Parker quien, a pesar de algún altibajo, es el protagonista de una de las más originales, violentas y complejas series del género en la actualidad. Grande es también, aunque su suerte en España ha sido dispar, Walter Mosley, a quien a raíz de la concesión del Premio RBA de novela negra en 2018, esta editorial está sacando de cierto olvido. En este caso publican Rubia peligrosa, la undécima entrega de la serie de Easy Rawlins, si bien cualquier lector que se acerque por primera vez disfrutará de un personaje original y reflexivo y de una literatura sólida y pegada a lo social de uno de los autores más peculiares del género (si tienen un rato, echen un ojo a su producción de ciencia ficción).
Una serie tradicional a la que dar una oportunidad es la del comisario Dupin, de Jean-Luc Bannalec, de la que Grijalbo está publicando regularmente cada entrega. La última, por ahora, Asesinato en Concarenau. En España Lorenzo Silva ha apostado por un clásico en las series: echar la vista atrás para contar el origen de su protagonista, el guardia civil Bevilacqua quien, como bien saben sus seguidores, tuvo su pasado de lucha contra ETA, poco más que descrito en la serie y en el que ahora se ahonda en El mal de Corcira (Destino, a partir del 16 de junio).
Espías y espectáculo. Pocos géneros se adaptan mejor a la idea de lectura veraniega, sea como sea este verano que nos espera, que la novela de espías. Dov Alfon fue miembro de una de las unidades de elite más prestigiosas y secretas del Mossad. Editor y periodista, ha escrito Una noche muy larga (Salamandra, a partir del 11 de junio) en la que despliega con habilidad una trama que nos lleva de París a distintos puntos de Israel y nos muestra, con un gran control de los resortes del género, los entresijos y rivalidades internas de uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo.
El verano es tiempo de thrillers y en ese sentido Mikel Santiago es un buen ejemplo de las virtudes de un género hecho para la diversión. A mediados de mes se publica El mentiroso (Ediciones B) en el que por primera vez el autor vasco, aficionado a los escenarios internacionales y misteriosos, ambienta la trama en su tierra. Ruth Ware ya mostró en La mujer del camarote 10 y en Juego de mentiras que sabe lo que quiere el público y ahora vuelve a la carga con Otra vuelta de llave (Salamandra). Hablando de público y de deseos, desde la pasada semana está en las librerías La nena, la tercera entrega de la serie protagonizada por Elena Blanco y escrita por la misteriosa Carmen Mola, thriller sin complejos y espectáculo garantizado. También es la tercera entrega de la trilogía de El cuarto mono, que J.D. Baker cierra con La sexta trampa (Destino), protagonizada por un psicópata nada convencional.
Apuestas que se salen del margen. El género tiene tanta variedad que se puede escoger según muchos criterios. Así tenemos Noche cerrada, de Chris Offut, el autor de Kentuky seco, publicada por Sajalín en su colección Al margen, uno de los mejores compendios de la literatura criminal de granujas, sheriffs, noir rural y mafiosos del tres al cuarto. Y si quieren algo distinto de verdad pásense por la literatura de Brian Panovich, un exbombero que ha renovado el country noir en Estados Unidos y del que Siruela publica ahora Como leones, su segunda novela. Este año el Premio Quiñones fue a parar a Juan Ramón Biedma quien en El sonido de tu cabello (Alianza) lleva al lector de las Tres mil viviendas en Sevilla a Ciudad Juárez. Las novelas de Graham Greene son tan buenas como difíciles de clasificar y quizás por eso están en este apartado. En El revés de la trama (Libros del Asteroide, a partir del 29 de junio) el comandante de policía Henry Scobie y su mujer Louise viven desde hace años junto a otros funcionarios británicos en una remota colonia de África Occidental. Un entorno asfixiante que todos están deseando abandonar y en un contexto, el de la II Guerra Mundial, especialmente complicado. Una novela que tiene todo lo bueno de una obra de Greene, que es mucho decir. Y cerramos con una autora que con solo dos novelas ha causado cierta impresión en Francia: Sandrine Destombes. Tras debutar con la inquietante, original y algo fallida al final El doble secreto de la familia Lessage, ahora llega con Las hermanas de Crest (Reservoir Books), un grupo de mujeres que se dedican, ya verán por qué, a matar hombres.
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