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Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 23)

‘Babelia’ recomienda los mejores libros, discos, películas, series, cómics y videojuegos para disfrutar en casa

Babelia propone un libro, un disco, una película, una serie, un cómic y un videojuego cada día, mientras dure el confinamiento en los hogares y la parálisis del sector del ocio, para poder disfrutar de la cultura desde casa.

Sharon Horgan y Rob Delaney, en 'Catastrophe'.
Sharon Horgan y Rob Delaney, en 'Catastrophe'.

UN LIBRO: Antología del cuento triste, de Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs

En 1981, durante un viaje de Estados Unidos a México, Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs entretuvieron el vuelo haciendo una lista de los cuentos tristes que recordaban. Seis años más tarde, el autor guatemalteco consignó ese episodio en La letra e, sus impagables diarios. El editor Mario Muchnik, amigo de la pareja, los leyó y les pidió que convirtieran la lista en libro. Lo hicieron y el resultado, publicado originalmente por Edhasa en 1992, fue una antología que, más allá de su tema, reúne 24 de los grandes relatos de la historia de la literatura. Los únicos autores que repiten son Thomas Mann y William Faulkner.

La selección empieza con Bartleby el escribiente, de Herman Melville, y termina con Carencias, de Grace Paley. En medio, obras maestras de la tristeza animal como Un alma de Dios, de Flaubert, y ¡Adiós, cordera!, de Clarín. También, piezas pulidas de Katherine Mansfield y Dorothy Parker. Los únicos autores en español son el propio Clarín, Leopoldo Lugones, Juan Rulfo, René Marqués y, la carne es débil, el mismo Monterroso. Tanto él como Bárbara Jacobs daban mucha importancia al autor de Pedro Páramo. No en vano, había sido el detonante para el recuento de miserias escritas. De ahí la inclusión de Luvina, un cuento sobre un pueblo donde nadie sonríe –“como si a todos les hubieran entablado la cara”- cuya lectura deja la boca reseca. Existe una grabación de Rulfo leyéndolo y a él parece pasarle lo mismo. “En esa época tenía yo mis fuerzas”, leemos en un momento. “Estaba cargado de ideas… Usted sabe que a todos nosotros nos infunden ideas. Y uno va con esa plasta encima para plasmarla en todas partes. Pero en Luvina no cuajó eso. Hice el experimento y se deshizo”. A Monterroso y Jacobs el experimento les salió fenomenal. Felizmente. Javier Rodríguez Marcos

Antología del cuento triste. Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs. Alfaguara, 1992. Disponible en edición impresa en Todos tus libros y Amazon.

UN DISCO: Songs in the Key of Life, de Stevie Wonder

Asociamos a Stevie Wonder con un perfil afable y bondadoso, y eso quizá nos haga perder perspectiva sobre su figura, una de las más asombrosas en la historia de la música popular. Más aún durante la década de los setenta, donde encadenó al menos cinco discos (desde Music of my mind, en 1972, hasta este que nos ocupa) merecedores de genuflexión. Stevland Morris apenas acababa de cumplir 26 añitos cuando publicó estas Canciones en clave de vida, pero era ya, cosas de los genios precoces, su vigésimo trabajo. Y no le bastó con un álbum sencillo: en plena efervescencia creativa, se sacó de la manga un disco doble con un EP adicional de cuatro canciones en las primeras tiradas. Todo, para acertar con una de las obras más inspiradas, fecundas y hermosas que ha concebido el género humano.

La apertura, Love’s in need of love, son siete minutos de inspiración góspel y una de las canciones de amor recíproco (eso que tanto necesitamos ahora) más emocionantes de todos los tiempos. La temática amorosa se prolonga en Joy Inside My Tears o la celebérrima Isn’t She Lovely, con los balbuceos de su hija como invitada especial. Pero hay también mucha conciencia social (Pastime Paradise, que 19 años después le sirvió a Coolio para Gangsta’s Paradise), un precioso tributo a Duke Ellington (Sir Duke), las remembranzas infantiles en I Wish. Incluso una incursión en un castellano torpe pero adorable, Es una historia. Songs in the Key of Life es un álbum enorme para reconciliarse con la existencia. Ese mismo año, Stevie compondría a medias con James Taylor otro himno de esperanza, Don’t Be Sad Cause Your Sun is Down, que el cantautor de Boston incluyó en su álbum In The Pocket. También merece la pena recuperarlo como bálsamo sonoro en estos tiempos horrendos. Fernando Neira

Songs in the Key of Life. Stevie Wonder. 1976. El disco se puede escuchar en Spotify y Apple Music.

UNA PELÍCULA: La carta final, de David Hugh Jones

Antes del email, el whatsapp e incluso los sms, existían las cartas (youtubers, buscad un tutorial que os lo explique). Las relaciones se construían a través de las epístolas escritas y reescritas –algunas veces ni siquiera enviadas– que dejaban constancia del esfuerzo que suponía juntar unas letras… y que incluso podían desarrollarse en hojas y hojas, algo chocante en estos momentos actuales de abreviaturas y brevedad. Y en las que no se sabía a veces cómo era el destinatario ni si iba a responder. Eran tiempos de paciencia. De esas correspondencias epistolares han nacido grandes obras literarias, que después han pasado al cine, como Drácula o Las amistades peligrosas. Hoy nos detendremos en La carta final, el título en español de 84 Charing Cross Road, un libro autobiográfico que después se convirtió en obra de teatro y película. En 1949 una joven lectora, Helene Hanff, empezó a escribirse con los empleados de la librería londinense Marks & Co. No encontraba en Nueva York los libros que buscaba y los halló al otro lado del Atlántico, gracias a uno de los libreros, Frank P. Doel.

Durante dos décadas crearon una amistad especial, que se truncó con la muerte de Doel en diciembre de 1968. De aquellas misivas nació 84 Charing Cross Road (la dirección de la tienda), una novela de 1970 que cautivó a Mel Brooks, quien compró sus derechos fílmicos y se los regaló a su esposa, Anne Bancroft, en un cumpleaños. Así fue cómo a Hanff le dio vida Bancroft, y a Doel, Anthony Hopkins, quienes, obviamente, nunca comparten plano en la película de 1987 (¡el mismo año que Atracción fatal!). Delicada, subyugante, una película distinta para estas extrañas jornadas. Por cierto, Hanff acabó viajando a Londres en 1971, aunque esa historia la contaría en otro libro. Y no vayan al número 84 de Charing Cross Road: hoy hay allí un McDonald’s. Gregorio Belinchón

La carta final. David Hugh Jones. 1987. La película está disponible en Netflix.

UNA SERIE: Catastrophe

La catástrofe que da título a esta comedia británica nada tiene que ver con una pandemia. Es una catástrofe mucho más cotidiana: la que se produce con el encuentro de dos personas normales y corrientes, seres imperfectos que, tras una noche de sexo ocasional, quedarán unidos para siempre por un embarazo. En lugar de hacer un drama de ello, estos dos desconocidos deciden tirar para adelante, ir improvisando sobre la marcha y descubrir poco a poco a dónde les lleva todo eso. Ellos, los protagonistas, son Sharon y Rob. Y Sharon Horgan y Rob Delaney son los creadores, guionistas y protagonistas de esta comedia británica con diálogos naturales, irónicos y llenos de referencias culturales para personajes tan imperfectos que hay que quererlos. Aunque lo pueda parecer, porque su química es maravillosa, Horgan y Delaney no son pareja en la vida real. Ella es una guionista y actriz que, tras Catastrophe, creó Divorce, protagonizada por Sarah Jessica Parker. Él es un humorista, actor y guionista que se había hecho muy popular en Twitter por sus divertidos comentarios. La serie que cocrearon fue rechazada por la BBC, pero Channel 4 le vio posibilidades. Y vaya si las tenía. Se emitió en 133 países, su guion ganó un Bafta y estuvo nominada a dos premios Emmy.

Catastrophe es una serie sobre el amor real en la vida real, con sus problemas, sus virtudes, sus amarguras y sus alegrías. Sus personajes reaccionan ante las adversidades con un humor bestia que forzosamente arranca la carcajada. Y lo más probable es que minutos antes, o después, el espectador tenga la lágrima en el ojo. Porque la emoción y la angustia también spm parte de la vida. Incluso la muerte, como la de Carrie Fisher, que en esta serie tuvo su último trabajo antes de fallecer. Natalia Marcos

Catastrophe. Sharon Horgan y Rob Delaney. Channel 4, 2015. Las tres temporadas de la serie se pueden ver en Movistar +.

UN CÓMIC: Bezimena, de Nina Bunjevac

Hay obras que se clavan en las retinas. Obras que, tras su lectura, dejan imágenes de una belleza extraterrena fijadas en nuestra memoria. Pero, también, muchas veces esos anclajes son heridas abiertas que obligan a la reflexión. Tras la aclamada Patria, Nina Bunjevac se embarcó en un proyecto tan complejo y provocador como arriesgado: ver a través de los ojos de un violador. Meterse en su mente y seguir la mecánica de sus pensamientos perturbados, de su lógica trastornada. El resultado es una obra de una belleza dolorosa: Bezimena. Bunjevac apuesta por un salto sin red y opta por representar la retorcida línea de reflexión de su protagonista como si fuera un cuento infantil. Uno de esos maravillosos cuentos que acompañaron nuestra niñez con grandes ilustraciones a toda página, con apenas un pequeño texto que servía de guía.

Tomando la mitología como referente, aprovecha la historia de Artemisa y Sipretes para lanzarse a la terrible descripción de la violación, pero contada con una cándida ingenuidad, casi infantil. Una estrategia que podría pensarse dulcificadora, incluso justificativa, pero que resulta demoledora: la inocencia del cuento infantil deja al descubierto el horror absoluto de la visión dislocada del violador. Lo que para Benny es un cuento mágico, es una realidad oscura y repulsiva. Pero lo peor está por llegar: Bunjevac nos ha dirigido en todo momento para aceptar a Benny como un pobre hombre, casi con condescendencia, para de golpe dejar caer la cortina que cubría la verdad. Y, entonces, somos conscientes de que lo sabíamos, que formamos parte de una sociedad que cierra los ojos ante un problema que estaba ahí, ante nuestra vista, simplemente maquillado como un cuento de hadas inocente. Descubrimos con espanto que no hay excusa, que no hay justificación ante una violencia que la sociedad ha asimilado. Una obra extraordinaria. Álvaro Pons

Bezimena. Nina Bunjevac. Reservoir Books, 2018. El cómic se puede comprar en formato digital en la web de la editorial.

UN VIDEOJUEGO: The Legend of Zelda: A Link To The Past

En el mundo del videojuego está claro que el marco técnico define la producción. En 1991, cuando salió A Link To the Past (el primer juego de The Legend of Zelda para la Súper Nintendo), era ridículo buscar imágenes fotorrealistas como las que podemos encontrar hoy en cualquier juego, por lo que el ingenio se destinaba a hacer lucir las mecánicas disponibles, los puzles y las historias. En ese sentido, este juego fue un parteaguas que revolucionó el género de la aventura.

Con una vista cenital inimitable y un mapa inmenso lleno de mazmorras, A Link to the Past sigue siendo, a día de hoy, uno de los mejores juegos de la historia: una gozada perpetrada por Nintendo en el que se sigue notando el mimo con el que crearon sus personajes y su sistema de movimiento y combate. Además, dio en el clavo con dos de las obsesiones de los juegos hoy: la duración (alta) y la dificultad (ajustada), para conseguir una experiencia tan satisfactoria como imperecedera. Jorge Morla

The Legend of Zela: A Link to the Past. Nintendo, 1991. El juego está disponible para Nintendo 3DS y Nintendo Switch.

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