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Las rutas secundarias de Víctor Coyote

El excomponente de Los Coyotes, que ha pasado el confinamiento haciendo un diario en viñetas, presenta el último vídeo de su nuevo disco ‘Las comarcales’

Víctor Coyote, el pasado 19 de febrero en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Víctor Coyote, el pasado 19 de febrero en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.VICTOR SAINZ

Tras casi dos meses de un confinamiento que ha atrincherado en casa a media población mundial abrumada por las noticias de decenas de miles de muertos a causa de un virus, la letra de Cumbia de Milagro, la canción que abre el último disco de Víctor Coyote, Las comarcales, lanzado a finales de febrero pasado, parece premonitoria: “Vivo de milagro, vivo de milagro. Voy tachando fechas de mi calendario. Tan solo la muerte tiene el camino fácil”. Pero, según su autor, todo ha sido una casualidad. “No era mi intención parecer adivino”, explica el polifacético artista por teléfono, “es una canción de amor, aunque ese tema tiene más un aire despechado; nunca hago una canción de amor pura, quizá porque me disperso mucho, y tachar fechas en el calendario tiene más que ver con tirar para adelante”.

Víctor Coyote (Tui, Pontevedra, 1958) atiende al teléfono para completar una entrevista que arrancó a finales de febrero, aquella sí presencial y a menos de los dos metros de distancia que dicta la nueva normalidad. Tenía intención de empezar entonces una gira para presentar en directo su nuevo álbum. Pero todo quedó en el aire, congelado. Y así sigue. Víctor Abundancia, como también se conoce al exmiembro de Los Coyotes, ya no sabe cómo serán sus recitales cuando en un futuro, quién sabe cómo de lejano, se puedan hacer. Pero con el tiempo, asegura, todo llegará a la normalidad: “Cuando se han producido pestes o gripes mortales también hubo periodos de terror, pero la gente no ha dejado de acercarse. Cuando haya vacunas y la cosa esté estabilizada no vamos a mantenernos a dos metros por si viene otro virus”.

Dejando a un lado el tema de la pandemia, su nuevo álbum tiene otra canción que quizá defina mejor cómo ve el músico gallego los tiempos que corren. Se titula Nadie se va a quejar, y su letra kilométrica —“es bastante larga, como le gusta hacer a veces a Rubén Blades”, reconoce el autor— habla de olvidarse de ingresar el IVA, de constantes tertulias sobre nacionalismo, de revueltas sociales en Chile, del derroche de las luces navideñas… Pero nada, sin causar ninguna reacción. “Yo, que estaba esperando a que el señor me lleve, yo, que estaba en modo en que la vida duele, no dije ni pío, ni este culo es mío”, repite la canción.

Eso, que él por lo menos no se va a quejar. Habrá quien diga que por conformismo, y otros que hablen de civismo. “Sí, uno se puede quejar, pero en tu situación no vas a hacerlo”, reconoce con una sonrisa un artista multidisciplinar que, en este disco que recorre las vías secundarias de la música, ya se reivindica suficientemente en otro tema con ciertas dosis de compromiso social, Soy un trabajador, soy un autónomo, soy un artista.

"No me dedico solo a la música porque no da para vivir... A mí no me da para vivir"

“Yo trabajo en varias cosas; no me dedico solo a la música porque no da para vivir... A mí no me da para vivir”, insistía este coyote solitario, con sus tradicionales gafas de pasta y tocado con un elegante sombrero, durante aquella entrevista en una de las majestuosas salas del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Pero añadía: “Y aunque la música me diera, trabajaría en varias cosas, porque soy ilustrador, hago cosas de diseño gráfico, hago cosas de atrezo gráfico para el cine…”.

También escribe. Ya publicó un libro de relatos (Cruce de perras, Visual Loop, 2006), o más recientemente se lanzó con un cómic (Tío Budo, Fulgencio Pimentel, 2014). Y también ha sido actor —“hacer directo en el teatro está bien, pero en el cine, esperar es un poco más coñazo”—, aunque últimamente se limitaba a unas piezas cortas de microteatro en el Espacio Fundación Telefónica. Y además hace ilustraciones. Y guiones de cómic. “Cuando antes era mejor ‘zapatero a tus zapatos’ ahora conviene poner los huevos en diferentes cestas”, explica este gallego autónomo y artista.

Y con todo eso sumaba suficiente para pagar las facturas. Quién se va a quejar. Total, “eso de la vida bohemia, de vivir solo de una cosa, es un invento moderno”. Por eso, como le ha pasado a miles de ciudadanos, estas semanas han sido bastante duras para él. Se han reducido los encargos y también ha dudado.

Pero antes que preocuparse, de tachar solo fechas en el calendario, ha preferido ocuparse a lo largo de estas semanas, en este caso con un proyecto de diario a base de viñetas en Instagram. Una mezcla de reflexiones personales con cosas que “suceden fuera”, todo filtrado por su peculiar manera de ver las cosas. Y por sus dibujos pasan desde la “doméstica del confinamiento” hasta sueños que ha tenido, y desde las fiestas de su pueblo hasta noticias de la tele. “Ser autónomo, estar desocupado y tener mucho tiempo libre no hubiera sido muy tranquilizador: la inacción te puede llevar a pensar demasiado en el futuro”, se justifica.

No obstante, como el gusanillo de la música, nada. “No me gusta la palabra mágico, porque soy poco exotérico”, argumenta, “pero sí que es verdad que decir ‘uno, dos, tres’ y empezar todos a la vez una canción es una cosa que da una gran satisfacción”. Y, hasta que lleguen mejores tiempos, se conforma con presentar su último vídeo, el correspondiente a la canción La Maravilla.

El músico gallego, precursor del rock latino en España, llegó a Madrid en 1975 para estudiar Bellas Artes. Y se vio inmerso en una revolución musical en la que se hizo punk-a-billy por los Stray Cats y se pasó a lo latino y a la ranchera por Los Lobos. Vivió la Movida, pero es escéptico con su significado. “En la Movida ha habido una historia y una contrahistoria y, en estos casos, lo más probable es que no haya pasado ni la historia ni la contrahistoria”, rememora filosófico, “se ha contado que no había música pop hasta la Movida y ya nos gustaría a los que estábamos allí haber tenido el éxito que tuvieron Los Bravos con Black Is Black”.

Como debilidad personal, en su fase prepunk, oía a Santana, a los Allman Brothers, y cosas de Quilapayún o de Víctor Jara. Pero a él, que se define como un autor entre Tom Waits y Marc Anthony (dos de sus mayores referentes), lo que más le acercó a la música latina fue la que encontraba en el Rastro. Por motivos económicos: “Los discos de Peret valían un duro [menos de cinco céntimos de euro], los de Las Grecas lo mismo. Los condicionamientos económicos también influyen”, comenta divertido.

De aquellas influencias, y con cuatro décadas de experiencia sobre los escenarios, Víctor Coyote se ha labrado una carrera inconfundible a base de unos ritmos que lleva “incorporados” de fábrica, da igual que su rock tire unas veces más hacia el bolero, otras a la cumbia, e incluso cojan aires de flamenco o de música electrónica.

En su nueva aventura, Las comarcales, un título que ya anuncia un alejamiento de las vías más transitadas, ha buscado una continuidad con su anterior álbum, De pueblo y de río (2014), un disco de crooner rural bastante orquestado y lleno de versiones, aunque a la hora de defender en directo su nuevo álbum tendrá que hacerlo funcionar a base de contrabajo, guitarra y batería.

"Decir que el reguetón es machista... El rock and roll sí que ha sido muy machista"

En cuanto a la música que le gusta escuchar cuando no compone, además de a los Beatles, Roberto Carlos o las orquestas de Haití de los cincuenta, menciona a la brasileña Bruna Viola, representante de la música sertaneja, o al nigeriano J. S. Ondara, una mezcla entre Bob Dylan y la música africana. No obstante, Víctor Coyote oye de todo y para él no hay géneros que no le gusten; hasta defiende el reguetón. “Cuando la gente oye reguetón y dice que el ritmo es todo igual, pues yo digo que el cuatro por cuatro de los Rolling Stones también”, argumenta. “Al reguetón se le achacan unas cosas que, a ver… falta poco para que saquen los crucifijos laicos. Decir que el reguetón es machista... El rock and roll sí que es una música que ha sido muy machista”.

Incluso asegura entre bromas que la polémica canción Despacito, de Luis Fonsi y Daddy Yankee, podría ponerse en la escuela como ejemplo de cómo afrontar la sexualidad: “Es la primera vez, tomarlo con calma, ir lentamente, que nadie haga daño a nadie, eso es Despacito”, afirma consciente de que puede abrir un polémico debate.

En cuanto al auge de la música latina en Estados Unidos, asegura que siempre ha habido en aquel país una mezcla de músicas con los ritmos latinos, con especial parada en las bandas tex-mex. “Parece que ha triunfado la música latina solo porque Shakira y a J.Lo [Jennifer Lopez] salen en la Super Bowl”. Pero, para él, ya triunfó hace unas cuantas décadas, con Peret y Las Grecas.

Las comarcales. Víctor Coyote. El Volcán Producciones.

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