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Cuatro pasos para acercarse a una obra de arte cuando no se tiene ni idea

Un cuadro se puede disfrutar desde la más pura ignorancia, pero existen algunos niveles a conocer si se quiere profundizar en él

Andrea Nogueira Calvar
Un visitante del Centro Pompidou de Málaga.
Un visitante del Centro Pompidou de Málaga. getty

Un cuadro, al igual que una escultura u otra obra artística, se puede disfrutar desde la más pura ignorancia. Esta cualidad sobresaliente del arte se menosprecia a menudo en un sector que históricamente ha apartado a los iletrados. El arte es emoción y por ello es acertado para todos. Si se parte de cero, pero se quiere profundizar en el significado de una pieza o autor, existen cuatro niveles básicos al alcance de cualquiera para acercarse a un trabajo.

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1. Emoción. Cuando percibimos un estímulo, sin importar el sentido por el que el cerebro lo recibe, se produce una reacción psicofisiológica: una emoción. Deteniéndose en los colores o la escena, pero sin intentar descifrarla, hay que indagar en las emociones que remueve esa obra de arte.

2. Argumento. Una vez identificadas las emociones, la siguiente pregunta a resolver es qué o a quién se está viendo. Un cuadro, por ejemplo, suele ser un fragmento de una historia congelado. Hoy en día la gran mayoría de personas posee un móvil con conexión a internet. Basta con teclear el nombre del cuadro para conocer quiénes son los personajes y qué está ocurriendo en la escena. Una vez se conoce la historia, confróntese con los sentimientos que se extrajeron en el primer paso. ¿Coinciden? A veces, lo mágico reside justamente en la disyuntiva de estos dos niveles.

3. Simbología. Cualquier elemento en una obra tiene un sentido, no hay nada aleatorio. Los objetos o animales que se muestran suelen tener un significado aparente y otro simbólico. Identifique los más llamativos, aquellos que parezcan fuera de lugar o sean reiterativos y relaciónelos con los conocimientos populares o académicos que posea y con lo extraído del punto dos.

4. Colores. Hay colores que solo responden a la naturaleza de los elementos. El mar, por ejemplo, es azul. ¿Pero qué tonalidad se emplea? Percatarse de si un color predomina sobre otro, qué matices se emplean o si alguno es más relevante ayuda a completar el significado de la obra.

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Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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