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Viaje teatral a los confines de México

La compañía Lagartijas Tiradas al Sol estrena en España una nueva entrega de su serie de 32 obras que explora los efectos reales de la democracia en los distintos Estados del país

Raquel Vidales
El actor Gabino Rodríguez, en su viaje a la isla mexicana de Tiburón.
El actor Gabino Rodríguez, en su viaje a la isla mexicana de Tiburón.

Este viaje comienza en la ciudad mexicana de Tijuana. Hasta allí se trasladó en 2015 el creador teatral Gabino Rodríguez para convertirse durante seis meses en Santiago Ramírez, trabajador con salario mínimo en una fábrica de la zona, totalmente incomunicado de su entorno habitual. De esa experiencia nació el espectáculo Tijuana, primero de un monumental proyecto titulado La democracia en México (1965-2015), formado por 32 obras, una por cada Estado del país, emprendido por la compañía Lagartijas Tiradas al Sol para explorar cómo se vive y que efectos reales tiene la democracia en la vida cotidiana.

Tijuana fue muy aplaudido en México y proyectó internacionalmente a Lagartijas Tiradas al Sol por su manera singular de abordar el teatro documental, con una combinación muy personal de lenguajes escénicos, mezclando monólogos, proyecciones, conferencias, lecturas y manipulación de objetos. La serie continuó con otras tres piezas escénicas, Veracruz, Santiago Amoukalli y la instalación Tula, además de un libro y un vídeo. Todas ellas han podido verse en España en años pasados y está ya lista la séptima entrega, Tiburón, cuyo estreno absoluto acogerá la próxima semana el Festival de Otoño de Madrid, pues la función prevista en México el mes pasado tuvo que cancelarse por restricciones debidas a la pandemia. Se representará el 25 y 26 de noviembre en el centro Conde Duque y dos días después en la sala La Planeta de Girona, programada por el festival Temporada Alta. La función del 25 se retransmitirá además en directo por streaming a través de la página web de Conde Duque y en la plataforma digital del Festival de Otoño.

Tiburón es la isla más grande de México y pertenece al Estado de Sonora. Ahí desembarcó en el siglo XVI, procedente de Sevilla, el misionero José María de Barahona y convivió con los indígenas durante diez años. En 2019 viajó a la isla Gabino Rodríguez, esta vez para tratar de convertirse en Barahona: no metafóricamente, sino como si Barahona se hubiera reencarnado en él, relacionándose con los habitantes actuales como lo hubiera hecho aquel. “De esta manera, como imagino que le pasó al misionero, tuve que confrontar mi visión de la vida con la de ellos, que viven bastante aislados, al margen de los centros de poder político. Para ellos la democracia es muy distinta”, explica Rodríguez por teléfono desde México.

Pero la obra tiene otras muchas capas. “Nos permite imaginar también una historia alternativa, en la que la colonización se hubiera desarrollado de otra manera”, añade Rodríguez. Y también es una exploración sobre la identidad. El actor no solo trata de convertirse en el misionero a lo largo de la función, sino que eso se mezcla con la transformación personal real que vivió durante su estancia en la isla y que le llevó a cambiar de nombre y de apariencia a través de una operación de cirugía. “Llegué llamándome Gabino y me fui como Lorenzo. Sentía la necesidad de convertirme en otra persona y quise explicar también ese proceso, que es muy similar al que atraviesan quienes deciden cambiar de identidad sexual”, resume. Hoy Gabino se hace llamar Lorenzo. Realidad y ficción se mezclan así de una manera radical.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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