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Crítica | Para Sama
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Carta abierta a los hijos de Alepo

Este doloroso documental se rodó dentro de un hospital en pleno asedio del régimen de El Asad a la ciudad siria

Waad al-Kateab filmando 'Para Sama'.
Elsa Fernández-Santos

No es fácil enfrentarse a las imágenes de Para Sama, muchas de ellas tomadas en un precario hospital de Alepo, la machacada ciudad siria, durante los peores meses del cruento asedio del régimen de Bashar el Asad y sus aliados rusos. Sin soltar su cámara de vídeo en ningún momento, Waad al-Kateab, seudómino de la reportera y activista siria que firma esta película dedicada a su hija Sama, grabó los bombardeos, los heridos y los muertos desde el inicio de la Guerra Civil y hasta 2016. Ella era una universitaria cuando en marzo de 2011 estalló la revuelta pacífica contra El Asad. Nadie aventuraba entonces la sanguinaria respuesta del régimen contra su pueblo, que cuando acabó esta película ya alcanzaba los 400.000 muertos.

Waad al-Kateab grabó todo desde el primer día. Una mañana, después de las jornadas de manifestaciones de eufóricos estudiantes como ella, el río de la ciudad apareció lleno de cadáveres torturados y ejecutados. Era el primer aviso. La joven grabó sus cuerpos sin vida, como filmó también los fuegos artificiales de una ciudad que quería ser el buque insignia de los rebeldes. Fue entonces cuando conoció a Hamza, el estudiante de medicina con quien se casó y con el que decidió que resistiría hasta el final en su ciudad. Él acabaría al frente de un hospital y ella, como reportera de la guerra, de su maternidad y de sí misma. Para Sama es una carta abierta a su hija, nacida entre las bombas. Una niña que no llora, porque “en Alepo no hay tiempo para la pena”. Una carta que se inicia con una confesión: ella siempre fue demasiado tozuda y por eso, como el niño que le dice a sus padres que algún día será arquitecto para reconstruir su ciudad, decidido quedarse.

Filmada con urgencia entre el humo de las bombas y los escombros, junto a críos rotos por el miedo y la impotencia, las imágenes caseras de Para Sama son pura supervivencia. Es una película tan dolorosa y dura que en demasiados momentos resulta insoportable mirarla. Quizá por eso las imágenes de la humilde boda de sus protagonistas, al principio del asedio, provocan una inesperada catarsis en el espectador. La pareja baila abrazada mientras escuchan la sentimental Crazy, versión de Julio Iglesias del tema de Willie Nelson. Es solo un segundo de descanso, de fugaz ilusión, suficiente para que el espectador se permita a sí mismo bajar la guardia de las emociones y, como en las ficciones, suplicarle a la pantalla que huyan del infierno.

PARA SAMA

Dirección: Waad al-Kateab, Edward Watts.

Género: documental. Reino Unido, 2019.

Duración: 93 minutos.

 

 

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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